Estaba cansado, su rostro lo mostraba, pero era mayor su alegría. Había demostrado su poder de convocatoria, su poderío y movilizado a más de 1.2 millones de personas. Había superado por mucho a la marcha de la oposición.
Este lunes, el presidente Andrés Manuel López Obrador se mostró agradecido con quienes asistieron a celebrar sus cuatro años de gobierno, con los jóvenes que demostraron la rotación generacional, con los adultos mayores que con todo y sus dificultades asistieron a apoyarlo.
También agradeció a los 22 gobernadores que lo acompañaron, hasta de otros partidos, incluso al gobernador de Puebla, Miguel Barbosa, que asistió en su silla de ruedas. Pero la celebración de pronto se tornó en preocupación y desconfianza. La edad o sus problemas de salud lo hicieron dudar.
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Durante la larga caminata de seis horas, López Obrador decidió hacerlo junto al pueblo. Incluso, cuando la gente pedía que lo cuidaran, su Jetta blanco se acercó hacia él para que terminara su recorrido a bordo de él y pudiera llegar al Zócalo rápido. Pero él se negó. Y entonces vino la frase.
“Ya estoy chocheando, pero todavía tengo muchos deseos de vivir. Y la ciencia, la naturaleza, el creador, la suerte, pues nos van a permitir que terminemos esta tarea. Ya no falta mucho, son dos años, menos, 20 meses, 21 meses”, dijo.
A cuatro años de gobierno, el presidente López Obrador expresó sus ganas de finalizar su sexenio como se lo encargó el pueblo de México, y confió en que su salud y la vida se lo permitirán.
Incluso aprovechó el momento para enviar un mensaje a la Selección Mexicana de futbol que se encuentra en el Mundial de Qatar, un mensaje de ánimo tras la derrota ante Argentina y ser último en puntos de su grupo.
“Y decirles a nuestros representantes de la Selección Mexicana de futbol que adelante, que esto no se acaba hasta que se acaba, que hay que echar para adelante siempre, no se puede vencer al que no sabe rendirse, ¡ánimo!”, dijo, pero la frase sonó a motivación para él mismo.
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