¡Golazo!

3 de Agosto de 2025

Sergio Muñoz Bata

¡Golazo!

Sabiendo que no basta con esgrimir el imperativo moral para alcanzar la equidad salarial sin distinción de género, las futbolistas estadounidenses usan argumentos contantes y sonantes para exigirla

La pregunta que plantearon tenía un lógica casi elemental. ¿Si el criterio para fijar el monto del salario de un trabajador es su desempeño laboral por qué se le paga menos a las mujeres que a los hombres que representan al país en competencias internacionales de futbol?

Insatisfechas con las respuestas que se les dieron, cinco miembros de la selección femenil estadounidense de futbol presentaron una demanda ante la Comisión de Igualdad de Derechos de Trabajo exigiendo equidad no solo en el imperativo moral de la igualdad de oportunidades sino respaldadas con argumentos contantes y sonantes.

En su corta historia, el equipo de futbol femenil estadounidense ha ganado tres Copas Mundiales y cuatro campeonatos Olímpicos mientras que el equipo masculino ha tenido un desempeño entre mediocre y malo a pesar de llevar más años participando en competencias internacionales. No obstante la abismal diferencia que existe entre ambos equipos la Federación de Futbol Soccer de Estados Unidos le tiene asignada al equipo femenil una compensación cuatro veces menor que la que reciben los hombres por cada partido internacional.

Mientras que a las mujeres se les paga $1,350 dólares por un triunfo en un partido amistoso, los hombres reciben $5,000 si pierden y hasta $17,625 si ganan, dependiendo de la categoría del rival. El bono por calificar a una Copa Mundial es de $15,000 para las mujeres y de $68,750 para los hombres. De ganar la Copa Mundial, las mujeres recibirían $75,000 cada una mientras que los hombres, $390,625 cada uno. Y aunque parezca increíble, hasta en los viáticos diarios las mujeres reciben una cantidad inferior a la que reciben los hombres. ¿Será porque ellas comen ensaladas y ellos carne de res?

La Federación argumenta que los hombres se enfrentan a equipos mucho más competitivos, lo cual es cierto. Los hombres llevan décadas practicando el deporte; las diferencias físicas entre hombres y mujeres también cuentan; la infraestructura organizativa del deporte está dominada por los hombres y no toma en serio al futbol femenil y, por último, el prejuicio machista que produce situaciones grotescas como cuando el ex presidente de la FIFA, Sepp Blatter, propuso que para hacer más atractivo el deporte las mujeres usaran uniformes más entallados. Curiosamente no se le ocurrió disfrazarlas de conejitas del Playboy Club.

La realidad, sin embargo, es que en Estados Unidos, la contribución económica del equipo femenil a la Federación de Futbol es infinitamente mayor que la de los hombres. Tanto es así que son los millones de dólares que ellas aportan los que mantienen boyante a la Federación de Futbol. Es decir, en este caso, estamos hablando de un tema laboral de enorme trascendencia porque remite necesariamente al tema de la igualdad de remuneración sin distinción de género.

En el tenis profesional, por ejemplo, gracias a la inteligencia y tenacidad de la tenista Billie Jean King, hoy la bolsa al ganador de los grandes torneos internacionales tiene el mismo monto para hombres que para mujeres. En Wimbledon, por ejemplo, el ganador o la ganadora del torneo se lleva 1.88 millones de libras.

Desafortunadamente este no es el caso en el resto de los trabajos y aunque la brecha salarial varía de país a país, y de entorno social, en todo el mundo las mujeres siguen ganando menos que los hombres por desarrollar el mismo tipo de trabajo.

En EE UU se calcula que a las mujeres blancas se les paga el 77% de lo que ganan los hombres blancos por el mismo tipo de trabajo. La brecha salarial entre los hombres y las mujeres negras o latinas es todavía peor. Las negras ganan en promedio 64 centavos y las latinas 55 por cada dólar que ganan los hombres.

En el mundo entero, no solo la mujer gana menos que el hombre sino que trabaja más horas a la semana porque tiene que trabajar en la casa antes y después de su jornada laboral de 40 horas a la semana.

En el pasado, se intentaba justificar la discriminación laboral argumentando que el nivel educativo de las mujeres era inferior, hoy que las mujeres están mucho mejor formadas que los hombres habría que aprovechar el impulso de las futbolistas estadounidenses para exigir equidad en los salarios y en las oportunidades de ascenso, de promoción, y de calificación.