Hasta que la sinceridad nos separe

30 de Abril de 2024

Rebeca Pal

Hasta que la sinceridad nos separe

Sí, la comunicación y la sinceridad son pilares para tener una relación sólida. Estar con alguien y poder expresarse y comportarse libre de fingimiento, es liberador. Sin embargo, hay un “pero”. Los seres humanos estamos llenos de contradicciones entre nuestras realidades y expectativas, deseos y obligaciones, lo social y lo individual, y es justo en esta falta de congruencia donde se cuelan las mentiras. Estamos sujetos a normas sociales que suelen interponerse en nuestros intereses personales, de ahí que no sea inteligente dar a conocer todo lo que pensamos. Si esto lo llevamos al área de las relaciones personales, es otro cantar. Cuando dos personas tienen una relación, se activan dos niveles de comunicación: el primero es la idea que cada uno tiene de cómo se debe desarrollar la relación, y el segundo se encuentra en el inconsciente y en los deseos que constituyen nuestra identidad. Sólo cuando estos dos niveles se integran, la sinceridad es posible. Cuando estos dos niveles se contradicen, surgen las diferencias. Los diálogos no son de gran ayuda porque uno dice una cosa, pero termina haciendo otra, porque regresamos al punto de partida: la contradicción. Contarle todo a nuestra pareja no es posible y tampoco es conveniente. ¿Por qué? 1. Porque hace que nos sintamos invadidos. Estás con tu pareja, no con el FBI. El diálogo no es un interrogatorio. 2. Es muy importante dejar un espacio para alimentar la curiosidad y el misterio. Qué aburrido y poco atrayente es saber todo de una persona, ya no queda lugar para el asombro y la sensualidad se ve mermada. 3. No, nadie tiene el derecho de saber todo de su pareja. Más que un derecho es un deseo de control. Demos entender que nuestra pareja nos dirá lo que crea importante. Tenemos que respetar ese límite, nadie es nuestra propiedad y nosotros no somos propiedad de nadie. Mitos sobre la sinceridad y la pareja: 1. Tenemos que ser mejores amigos: No, son relaciones muy diferentes. Si a tu pareja la tratas como a tu mejor amigo, se resiente la sexualidad y la relación adquiere otro matiz: de pareja pasan a ser mejores amigos. 2. Unión total: Mentira y asfixia total. No estamos fusionados, debemos comprender que la individualidad jamás se pierde ni se debe perder. Lo he dicho en otras ocasiones, es estar juntos mas no pegados. 3. Mi pareja es mi todo: Eso es una dependencia tóxica. Siempre hay que buscar el equilibrio entre el espacio personal y el compartido. Si la sinceridad la usamos para hacer daño o humillar, no estamos siendo honestos, sino agresivos. Si lo que vamos a decir proviene del deseo de venganza, para descargar nuestro coraje o culpa, o para desahogarnos, estamos entrando en un campo minado con los ojos vendados. No creo que hiriendo a una persona logremos hacer que cambie su actitud. Es como decir: “Te fui infiel porque me tienes abandonada”. Mi confesión no hará que él vuelva a verme exactamente de la misma forma o que me haga más caso. Cuando herimos es cuando perdemos. “La sinceridad llevada al extremo es una gran fuente de infelicidad. Hay que ser sinceros, pero no sincericidas” Marianne Dainton, profesora de la Universidad de Filadelfia. Siempre he escrito que no creo que ningún extremo sea saludable, y pasa lo mismo con la sinceridad. Hay pensamientos que no tienen ningún fin positivo ni saludable para la relación, como: “mi ex besaba mejor que tú”, “ojalá perdieras peso”, “a veces no entiendo qué hago contigo”. Las palabras tienen dos filos, por eso es importante saber qué decir y qué callar. No estoy diciendo que no expresemos lo que sentimos, todo lo contrario. Lo saludable sería hablar con inteligencia emocional para no lastimarnos ni herir a los demás. “Un poco de sinceridad es una cosa peligrosa, pero mucha sinceridad puede ser absolutamente fatal” Oscar Wilde.

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