Lo hemos visto en series, películas, cómics, museos y básicamente, en cualquier cosa que represente la cultura popular. Es el cubo de Rubik, el juguete más famoso de la década de 1980, y el más vendido en toda la historia.
Lo que no es tan conocido es que inicialmente no fue ideado como un juguete, sino algo muy distinto.
Corría el año 1974. Ernő Rubik, de 30 años, se desempeñaba como profesor de arquitectura en la Facultad de Artes Aplicadas de Budapest, en Hungría, y uno de sus principales intereses era que sus alumnos aprendieran sobre las dimensiones de un objeto, así como geometría tridimensional.
Con este objetivo en mente, construyó una estructura de madera con varias piezas que podrían moverse sin que perdiera su forma cúbica. Intrigado por la variedad de combinaciones que ofrecía, lo siguiente fue asignar un color específico a cada uno de los lados del cubo, y cuando volvió a mover las piezas, hasta el propio Rubik llegó a pensar que jamás se podría volver a ordenar.
Nace nacido el juguete más icónico
Ernő Rubik pasó los siguientes años intentando vender su creación, y fue en 1979 que logró un acuerdo con Ideal Toys —una empresa estadounidense— para comercializarlo en todo el mundo. Lo único que necesitaba, además de ligeros cambios en su diseño para hacerlo más duradero, era un nombre apropiado, y así nació el cubo de Rubik.
El éxito fue casi instantáneo. Para fines de 1980, el cubo de Rubik fue reconocido como el mejor juguete en países como Estados Unidos, Francia, Alemania y Reino Unido, y desde entonces forma parte insustituible de la cultura popular.
Pero su presencia no se ha limitado a la presentación clásica de nueve piezas en cada lado. Actualmente existen cubos integrados por hasta 289 piezas por lado, y su variante cúbica ha dado pie a rompecabezas con otras formas como de pirámide, octaedro y dodecaedro.
Asimismo, muchos artistas utilizan este juguete para crear verdaderas obras de arte, hechas con cientos o miles de cubos alineados que forman imágenes o paisajes en su conjunto.
A 50 años de su creación, el cubo de Rubik sigue siendo el juguete más vendido, incluso en pleno auge de los juegos digitales, y su legado ha trascendido épocas, países y costumbres, y gracias a la comunidad de fanáticos que tiene, se espera que continúe por los próximos años.