El valor de la lealtad en una época de simulación política

28 de Abril de 2024

Simón Vargas
Simón Vargas

El valor de la lealtad en una época de simulación política

simon vargas

“La razón y el valor siempre se impondrán a la traición y a la ingratitud.”

Platón

La deslealtad ha estado plasmada a lo largo de la historia; según el poeta italiano Dante Alighieri es uno de los actos más viles, en su obra “La Divina Comedia” confinó a los traidores al último círculo del Infierno; la traición era, en su particular código ético, la peor abyección de la cual el ser humano es capaz, en donde según su narración estaba exilado otro traidor conocido: Judas Iscariote, quien vendió a Jesús de Nazaret al Sanedrín por 30 monedas de plata; y si hablamos de traidores famosos no podemos olvidar a Marco Junio Bruto quien conspiró para realizar el asesinato de Julio César, confabulación también plasmada en la obra “La tragedia de Julio César” de Shakespeare donde la frase “¿Incluso tú Brutus?” exhibe el dolor del engaño inesperado. Pero la deslealtad no ha quedado sólo en los libros, hoy en día, políticamente vivimos un fenómeno que ha hecho crecer la desconfianza: la simulación, término abordado por el sociólogo francés Jean Baudrillard en la obra “Cultura y Simulacro”, en donde según Baudrillard se hace uso de las estrategias de la apariencia y la seducción, pero sobre todo de la sustitución de la realidad. El que simula aparenta, finge cumplir con objetivos, tener los mismos ideales, las mismas metas en común, los mismos valores; entonces se convierte en un personaje creíble, afín, en una persona confiable a la cual ayudamos y de la cual pretendemos ayuda, sin embargo, lo peligroso de estos simuladores es que traicionan y venden la lealtad para con el otro y para consigo mismos dependiendo de lo que más convenga a sus intereses políticos. La elección del primero de julio está poniendo a prueba a la mayor parte de los políticos del país, no sólo a los contendientes sino a aquellos que los rodean; está demostrando la facilidad con que los partidos políticos aceptan militantes del “enemigo”; ha puesto en evidencia campañas electorales basadas en acusaciones antes que en propuestas, en enojo antes que en lógica y en oportunistas antes que en leales. Hablar de lealtad en política para muchos puede significar un contrasentido, quizá algunos han pensado que son palabras antónimas; sin embargo, la honestidad es la única cualidad que establece lazos sólidos que brindan garantía de sostenibilidad a cualquier proyecto político, económico o social a corto, mediano y largo plazo; porque la lealtad va en dos sentidos: de electores a candidatos, pero sobre todo de gobernantes a gobernados.

La palabra lealtad proviene del latín legalis; es decir describe a una persona que actúa de acuerdo con la ley; esta legalidad hace referencia no sólo a las cuestiones jurídicas, sino a la amistad, al deber para con la patria, al compromiso para con las instituciones a las que pertenecemos, pero lo más importante a la honestidad para con nosotros mismos; en resumen la lealtad, es una forma de ser y de darse para con otras personas, y en la que entra en juego la transparencia, la honestidad, la integridad y la sinceridad.

Ejemplos de deslealtades en política hay muchos, personas que cambian de agrupación política como quien cambia de traje y sólo por intereses personales; funcionarios que abandonan los puestos políticos para los cuales fueron electos con la mira fija en conseguir un nuevo puesto, menoscabando la responsabilidad adquirida en la elección pasada; políticos que buscan protección con el fuero legislativo de acciones criminales, dejando de lado el compromiso obtenido con la ciudadanía a la cual prometieron gobernar. Lo importante es el puesto, el resto es simulación.

Vivimos en un mundo cada vez más incrédulo, lleno de dudas y la traición forma parte de las noticias diarias, ¿Cómo confiar en las instituciones si están hechas por hombres y mujeres que cambian rápidamente de parecer de acuerdo a su conveniencia? Es verdad que todos podemos cambiar de opinión y sin duda de manera de pensar, pero los compromisos adquiridos son como los ciclos de vida que siempre deben ser cerrados o, de lo contrario, nos perseguirán por el resto de nuestra vida.

Frente a un proceso electoral complicado como el que viviremos en unos meses, se ha dado una constante muestra de deslealtad política, traición que viene esgrimida por el miedo a perder el poder, por la amenaza del olvido, o por la inminente caída económica y es ahí cuando los “supuestos” leales arman su equipaje y buscan refugio en otro partido o a lado de otra persona que pueda arroparlos. Es lo complicado de la política: Confiar y ser confiable; porque aquellos que simulan ser leales abundan cuando todo va bien, pero escatiman cuando existen los problemas; porque hoy en día la política requiere la convivencia de múltiples valores e intereses, donde a diario se ponen a prueba las lealtades, los juramentos de amistad y los compromisos de apoyo incansables. El simulador, el traidor, el desleal, destruyen; la deslealtad a la larga aniquila a quien la ejerce porque en el fondo no hay más que una forma de traición: la del ser humano contra sí mismo.

*Si deseas recibir mis columnas en tu correo electrónico, te puedes suscribir a mi lista en el siguiente vínculo: https://eepurl.com/Ufj3n