Ivanka, la poderosa niña de sus ojos
Tiene tal influencia sobre el presidente electo de EU, que el cargo de primera dama le queda corto

Juan Pablo de Leo
Melania Trump ha probado los beneficios de la riqueza y el poder y, a juzgar por sus preferencias, adora uno y aborrece otro. Su debut ante la nación fue desastroso. La Convención Nacional Republicana se había convertido en un evento de la familia Trump, ante la falta de figuras públicas dispuestas a apoyar al candidato. Después de todo, los hijos de Trump crecieron bajo la luz pública que su padre mismo se encargó de colocarles. Donald, Erik, Tiffany e Ivanka hablaron noche tras noche de la Convención ante una audiencia de millones que veían televisión. Todos cumplieron bien con su papel. Todos menos Melania. Su discurso quedará sin duda como el más recordado, pero por todas las razones equivocadas.
Aunque el periodo de Michelle Obama como primera dama aún no termina, el trabajo que ha realizado desde una oficina diseñada para no intervenir en las políticas públicas del país, ha tenido un gran impacto positivo en el entorno que afectó. Del sobrepeso infantil a alimentos orgánicos, Michelle Obama termina su periodo con una aprobación alta así como un peso específico en la clase política, a pesar de su disgusto por la misma. Prueba de ello es su discurso en la Convención Nacional Demócrata. Un mensaje esperanzador que despertó la conversación sobre una posible carrera política más allá de su esposo Barack.
Fue precisamente Michelle, su oratoria y sus discursos, los que metieron en problemas a Melania Trump, provocando su amargura y contrariedad contra la política y ser el centro de atención en ella.
Aquel discurso que emitió Melania Trump en la Convención fue comparado de inmediato con uno que dio Michelle Obama tiempo atrás. Debut y despedida para Melania. La prensa fue feroz con ella, la campaña de Trump no la defendió lo suficiente y sufrió las voraces consecuencias políticas y mediáticas. Una experiencia lo suficientemente fuerte para ella como para no querer saber nada más de la campaña. No fue hasta el final, luego de un intenso cabildeo por parte de la campaña misma de Trump, que aceptó salir de nueva cuenta a la campaña para hacer algunas entrevistas y tener apariciones en mítines. Sólo así hizo por su esposo algo que, contra su voluntad, tendrá que soportar por lo menos los cuatro años siguientes.
La aversión que tiene Melania por la atención pública en la política contrasta con su afecto por los lujos y modelaje. Una inmigrante eslovena que ha preferido su papel como madre del hijo que tiene con Donald Trump, Barron. La decisión de ambos de alejarse por un tiempo una vez que Donald Trump asuma la presidencia el 20 de enero tiene que ver con darle prioridad a la vida de su hijo en la escuela neoyorquina, que a su próxima responsabilidad como primera dama de la Casa Blanca. Al menos los primeros meses, Donald Trump vivirá solo en la Casa Blanca mientras que a 370 kilómetros en la Quinta Avenida de la Torre Trump, o lo que algunos consideran hoy la Casa Blanca Norte, estará Melania con su hijo Barron, ajenos por completo a lo que implica una vida dentro de la casa más famosa del mundo.
›El distanciamiento que ha decidido tomar Melania, primero en la campaña y ahora en la Presidencia, aunado al peso que tiene la presencia de Ivanka en el equipo de campaña, ha generado especulaciones acerca de quién será realmente la que asuma el papel de primera dama.
Donald Trump ha sido hábil, como en muchas otras cosas, para meter a su familia en los negocios y ahora en la política. Al estilo de las monarquías europeas pretende ampliar y perpetuar el poder a los círculos cercanos de la familia. La niña de sus ojos, Ivanka, siempre ha contado con el favoritismo de su padre. Por encima de Erik, Donald y Tiffany, Ivanka dejó de ser la hija de Donald Trump hace tiempo y se ha convertido en su propia persona, y es quizá, uno de los asesores más cercanos y confiables que tiene Donald Trump.
Conforme la campaña política de Trump avanzó, el papel que jugaron sus hijos fue cada vez más importante. Un empresario terco que sólo hace caso y confía en la opinión de sus hijos: especialmente Ivanka. Ahora que la transición se encuentra de lleno trabajando en lo que será el gabinete y gobierno, la voz de Ivanka ha cobrado mayor relevancia. Junto con su esposo, Jared Kushner, se ha ganado la confianza política de su padre a tal grado de estar presente en las reuniones con líderes internacionales que han tenido hasta el momento. Incluso, información manejada por el Washington Post refiere que el equipo de transición está considerando una oficina permanente dentro del ala oeste para Ivanka. Graduada de la Escuela de Negocios de Wharton en la Universidad de Pennsylvania con honores Cum Laude en Economía, Ivanka logró sobrevivir a su niñez y adolescencia de malcriada llena de excesos y superficialidades para convertirse en una pieza esencial en el esquema de negocios del padre. Tiene su propia línea de joyería y ropa, a la que si bien se le puede criticar por ser manufacturada en su mayoría fuera de Estados Unidos, no se puede negar que es una empresaria exitosa que le ha traído un valor a la compañía de Trump, así como a las pequeñas empresas de las que es dueña. En ocasiones anteriores se involucró en campañas políticas demócratas y republicanas, donando incluso en 2007 a la campaña de Hillary Clinton, madre de una de sus mejores amigas, Chelsea. En la actualidad es vicepresidenta ejecutiva de Desarrollo y Adquisiciones de la organización Trump. Un puesto heredado como dicta la tradición familiar Trump, pero en el que ha sido reconocida por su capacidad de hacer negocios.
Aunque han habido ejemplos en los que la primera dama no necesariamente es la esposa del presidente en turno, ya sea por cuestiones de viudez, o porque prefirió mantenerse fuera del ojo público, como lo ha hecho Melania, es preciso decir que ninguna de las anteriores ha tenido la posibilidad de ejercer y acumular tanto poder como ahora la tiene Ivanka Trump. Tradicionalmente las primeras damas se enfocan en programas sociales que les puedan brindar oportunidades durante su gestión, aunque de ninguna forma se involucran en las decisiones que llevan a políticas publicas. La posición de la primera dama lleva solamente deberes ceremoniales. No obstante, las primeras damas han tenido una posición muy visible en la sociedad americana. Es, ante todo, la anfitriona de la Casa Blanca. Organiza y asiste a ceremonias oficiales y funciones del Estado como activistas e interlocutores políticos, pero jamás como protagonistas. Mujeres como Hillary Clinton y Eleanor Roosevelt han sido más políticas que la mayoría, mientras que otras como Jackie Kennedy o hasta la misma Nancy Reagan se caracterizaron por su elegancia y glamour.
Insólita como es la posición en la que se encuentra Ivanka, de la misma forma es su situación de conflicto de interés. La influencia que tiene a la empresa de su padre, así como el acceso que tendrá a la Casa Blanca, la convierten en un elemento clave para avanzar, o no, los negocios y empresas Trump en Estados Unidos y el mundo. No hay ciudad cosmopolita que no cuente con un desarrollo, hotel o edifico Trump. La constante presencia de Ivanka en los círculos de poder y de toma de decisión genera dudas, no sobre la capacidad de Ivanka, pero sí de sus intereses de negocio. En caso de tomar un puesto en la administración Trump, tanto Ivanka como su esposo Jared tendrían que deshacerse de toda relación con la Organización Trump, congelar sus cuentas en un fideicomiso y, entonces sí, actuar como verdaderos asesores de gabinete. Si no lo hacen así, su posición podría ser primordial en cualquier intento de destitución que pueda haber en contra de Trump. De asesor a nepotismo, la línea en muy delgada y es una sobre la que Trump está dispuesto a balancearse.
Sea oficial o no, las dudas sobre el rol que asumirá Ivanka son pocas. Es la persona más cercana al presidente electo. Es joven, atractiva, inteligente, carismática con visiones ideológicas más moderadas que las de su padre. Según Hillary Clinton, quien lo dijo en un debate, el mayor positivo que tiene Trump: sus hijos. El balance y mesura que puede atraer a un hombre iracundo y reaccionario puede resultar fundamental para una presidencia, pero la injerencia con inexperiencia podría resultar fatal. La división de poderes choca con el favoritismo que tiene Trump por su familia. Una situación atípica más a la que se tendrá que adaptar la política de EU. El acceso que tenga al poder y lo que haga con el la convertirán en el mayor acierto o el peor error de los primeros años de Trump. El peso que tiene en el equipo, para bien o para mal, no lo tiene nadie más.