La Portada | 2021, el referéndum del gobierno de AMLO

23 de Abril de 2024

La Portada | 2021, el referéndum del gobierno de AMLO

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En este proceso electoral, el gobierno de López Obrador se ha colocado directamente en las urnas y lo que resulte definirá su posición, estrategia política y hasta las relaciones con sus aliados y socios

El domingo 6 de junio los mexicanos no sólo tendrán la responsabilidad de elegir los 20 mil 292 cargos de elección popular que están en juego en el país, sino que su voto será el primer plebiscito popular indirecto a la gestión de Andrés Manuel López Obrador. Mientras que para el Presidente y su partido se coloca en vilo la viabilidad de su proyecto de Nación llamada la “Cuarta Transformación”.

Ni más ni menos se trata, coincidieron más de una decena de entrevistados por ejecentral (entre politólogos, activistas, empresarios, encuestadores, académicos y empresarios), de una elección decisiva en la que además de que se prevén niveles de participación por arriba del 50% —históricamente altos para unas elecciones intermedias— es también considerada la antesala o los cimientos del clima político-social para los comicios de la sucesión presidencial en 2024.

Un ingrediente más se ha colocado en las urnas, la relación con Estados Unidos y sus socios comerciales, desde la óptica de los inversionistas y la visión que hoy gobierna el país del norte; así lo muestran las decenas de artículos publicados en los últimos días en los diarios y semanarios más importantes estadounidenses, pero también de Francia, Alemania o Gran Bretaña, por ejemplo, que, como nunca antes colocaron la imagen de López Obrador en el epicentro de sus editoriales y críticas. Además, la cobertura que darán de distintas oficinas de noticias es cercano al despliegue de una elección presidencial mexicana, y las agencias de seguridad estadounidenses y de países europeos también desplegaron a sus analistas por el papel geoeconómico que representa México.

“Lo que está en juego no es sólo si los partidos de oposición, paralizados desde su aplastante derrota a manos de Morena en 2019, pueden recuperar alguna fuerza, sino también si los votantes mexicanos harán de este un referéndum nacional sobre la ambiciosa agenda política de AMLO. En resumen, la decisión que enfrentan los votantes mexicanos se encuentra entre una continuación del cambio de paradigma encarnado en la cuarta transformación o un regreso al camino que comenzó en 1995 cuando México abrazó la noción de que su destino estaba mejor entrelazado con el de América del Norte como región”, escribieron este miércoles Mariana Campero y Ryan C. Berg para el Centro de Estudios Estratégicos e Internacionales (CSIS), de la Universidad de Georgetown, uno de los espacios de expertos más reconocidos en el mundo en cuanto a sus estudios y análisis estratégicos.

Fraude, una palabra clave

Además de las renovaciones de alcaldías y presidencias municipales, también están en disputa 15 de las 32 gubernaturas, equivalentes a casi el 47% del territorio; así como la renovación de los 500 escaños de la Cámara de Diputados. Pero hay algo más, a manera de efecto colateral, tal y como lo advirtió el propio presidente de la República, tras la elección existe el riesgo de sobrevivencia de órganos como el Instituto Nacional Electoral (INE), que en 30 años se ha constituido como el arbitro de las elecciones en el país.

“Esta es una elección que va a decidir el rumbo del país. Hay que tener claro que el Presidente (López Obrador) nos ha dicho que pasando la elección va a buscar desaparecer los órganos autónomos, incluido el INE; entonces, lo que está en juego en esta elección como nunca antes es ¿si tendremos la oportunidad de votar por un régimen electoral autónomo del gobierno, o certidumbre en el proceso en el 2024 o no?”, subrayó Carlos Elizondo Mayer-Serra, profesor de la Escuela de Gobierno y Transformación Pública del Tecnológico de Monterrey.

Los escenarios en cualquiera de los dos casos, es decir, de que Morena —el partido fundado por el presidente López Obrador—, así como sus actuales aliados como son el PT y el partido Verde Ecologista se vean favorecidos en las urnas; o por el contrario que la coalición tripartita conformadas por los partidos de oposición del PRI, PAN y el PRD resulte vencedora con la mayoría de las preferencias electorales, implicarán pocas posibilidades de que se genere cierta estabilidad social o un menor activismo político por parte del mandatario, a quien analistas y especialistas ya señalan como el titular del Ejecutivo federal que históricamente más ha interferido en unas elecciones.

“No recuerdo unas elecciones tan sucias como estas en la vida democrática de este país, con el presidente en rebeldía violando la Constitución, y declarándolo abiertamente; atacando a los partidos, a la oposición, atacando la unidad electoral. Su partido político convertido en una cámara de resonancia de las declaraciones del presidente, haciendo campaña en contra de la autoridad electoral, el uso descarado de la procuración de justicia para perseguir a la oposición”, advirtió Benito Nacif Hernández, exconsejero del Instituto Nacional Electoral y profesor de la División de Estudios Políticos del Centro de Investigación y Docencia Económicas (CIDE).

›El presidente se colocó como figura central en la elección, apostando a los casi 60 puntos de aprobación presidencial, a pesar de que han crecido en redes las opiniones negativas sobre él y sus políticas —de acuerdo a lo que registran distintas consultoras en las últimas semanas— con la intención de mantener y ampliar la fuerza morenista en el territorio. Por su parte, Morena uso su imagen en cada una de las candidaturas como parte de ese anclaje en las estrategia.

Al contrario, la oposición explotó la figura del mandatario como el centro de la discusión, el adversario a derrotar y la razón de su alianza. Fue así como en más de ocho meses, el proceso electoral evolucionó hasta convertirse en el referéndum a la administración lopezobradorista y la definición política-social de los próximos tres años.

Pero a su discurso añadió dos palabras que se han ido repitiendo en los últimos meses y a las que le ha dado vida el propio López Obrador. Estas palabras resuenan como escenario postelectoral ante la posible pérdida de fuerza de Morena, lo que daría un nuevo rostro y narrativa al presidente: fraude electoral.

“Si el Partido Morena pierde escaños, y el partido gobernante sufre pérdidas en las elecciones de mitad de periodo, AMLO probablemente tomará medidas para recuperar la narrativa y obstaculizar cualquier sugerencia de que los resultados de las elecciones representan un mandato para una nueva dirección. Incluso puede llevar al caos al panorama electoral mexicano al afirmar la existencia de fraude electoral”, advirtieron Campero y Berg en su artículo para el Centro de Estudios Estratégicos e Internacionales (CSIS, por sus siglas en inglés).

Escenarios, grandes consecuencias

Aunque el nombre de Andrés Manuel López Obrador no viene impreso en ninguna de las boletas de la elección, diversos especialistas consultados sostienen que, del resultado de estas –especialmente en la Cámara de Diputados– va a depender del avance y consolidación de varias de las iniciativas y reformas que conforman el llamado proyecto de la “4T”.

Actualmente Morena opera con la mayoría en el legislativo, lo que le ha permitido sacar la mayoría de las reformas que ha enviado el Presidente de la República. Un estudio de Javier Rosiles Salas apuntó que 85% de las iniciativas de López Obrador fueron aprobadas, un nivel de éxito no visto desde 2007, y entre las que destacan la creación de la Guardia Nacional, Ley de Hidrocarburos y la eliminación del outsourcing y fideicomisos. Por ello, en estas elecciones tanto Morena como el Presidente también se juegan el avance fluido de sus objetivos. Sin embargo, la otra cara de la moneda son las acusaciones de falta de contrapesos.

Lo que hay en disputa es “la propuesta a favor del presidente López Obrador y la propuesta que haya ciertos contrapesos, que haya pluralidad en el debate público. Si Morena pierde la mayoría va a estar obligado a buscar alianzas dentro y en otros partidos. Si hay contrapesos entonces esto hará una política más abierta, de mayor deliberación, que genere más debate. Aunque eso ‘choca’ con lo que ha sido la fórmula de operación en el Legislativo en estos tres años de gobierno donde las grandes reformas del presidente han pasado de manera digamos fácil o de manera automática”, sostiene la académica de la UNAM, Jacqueline Peschard.

En ese sentido, César Soto Morales, académico de la UNAM y doctorante en Relaciones Internacionales sostuvo que, “definitivamente esta elección si da refrendo en caso de obtener mayoría, al proyecto de la 4T; o en caso de no tenerla sí estaría en problemas la continuidad del proyecto de López Obrador”.

Y añadió: “aunque ya llevó —el presidente— a cabo las iniciativas y las reformas más importantes a sus primeros tres años de gobierno; sin embargo, todavía quedan pendientes algunas reformas que de no tener mayoría, entonces, si pondrían en problemas el proyecto de la 4T, pues queda pendiente la Ley de Educación Superior, la Ley Orgánica de la Fiscalía General de la República, la Ley de Banco de México, la Ley de Ciencia y Tecnología, y la muy polémica Ley sobre la Regularización de la Cannabis”.

Hay dos reformas constitucionales de la mayor relevancia. La primera a la administración pública en su conjunto y la segunda su intención de desaparecer al INE, pues además de que ha señalado lo costoso que resulta su permanencia como órgano autónomo, también ha puesto en entredicho su actuación imparcial.

“Yo siempre he dicho que en el INE en otros tiempos se han prestado a los fraudes electorales o se han hecho de la vista gorda. Desde luego que tengo pruebas de lo que estoy diciendo; es más, he sido víctima del fraude electoral y de la complicidad de los organismos electorales; he padecido eso, nos robaron la Presidencia en el 2006, en el 2012 estábamos pidiendo que se anulara la elección presidencial porque habían gastado mucho más del tope de campaña”, recalcó el presidente López Obrador durante su conferencia matutina del pasado 25 de marzo.

Al respecto, los analistas advierten que esa postura estaría agudizándose dependiendo del escenario que resulte de la elección.

“Yo creo que va a tratar de cumplir su palabra de eliminar al INE, la pregunta es en qué contexto tiene más posibilidad de cumplir su palabra. Si gana la mayoría constitucional, pues tiene mayor probabilidad el partido de su propiedad, Morena, y sus aliados, de cumplir con esa promesa; que si el elector asustado por esta promesa vota en contra de Morena y sus aliados y le da un mejor resultado a la oposición y esto le dificulta al presidente tratar de cumplir con su palabra”, advierte Carlos Elizondo Mayer-Serra.

Para el exconsejero electoral, Benito Nacif, tener o no la mayoría en ambas cámaras ha sido un factor central con el que el presidente, acusó, “prácticamente en este primer trienio ha hecho lo que ha querido porque todos los contrapesos se han anulado”, pues más allá de que sus propuestas se traduzcan en un proyecto, ha quedado de manifiesto que la mayoría parlamentaria de Morena y sus aliados han conseguido que se apruebe lo que pareciera “que se le ocurre de pronto al presidente porque llega a la conclusión que es conveniente para el país hacer”, sostuvo.

“Prácticamente hasta ahora ha hecho lo que ha querido en términos de modificación de la Constitución. Se le ocurrió ahora que mandará la organización de las elecciones al poder judicial y desaparecer al INE, si esa es una propuesta legislativa seria o no ¿quién sabe? Ha hablado de la necesidad de una reforma electoral porque sale muy caro el INE, pero no sabemos si es una venganza por la aplicación de la ley en los casos de Salgado Macedonio o Raúl Morón, no sabemos”, sostuvo el también doctor en Derecho por la Universidad de Oxford.

El dato. Mayoría ganadora. Gracias a la presencia morenista en el Legislativo, el 85% de las iniciativas de López Obrador han sido aprobadas.

¿Oposición partidista o sólo contrarios?

Tras la embestida de Morena en 2018, el sistema de partidos en México se transformó de tal forma que los comicios del domingo próximo tendrán en la boleta una coalición que en cualquier otro momento de la historia se pensó imposible. Dicha alianza, dicen expertos, es una oposición con fines pragmáticos y sin sustancia.

En las últimas elecciones el Partido Acción Nacional (PAN) —cuya ideología es de derecha— fue de la mano con el Partido de la Revolución Democrática (PRD) —más alineado al centro izquierda—, pero este año a esa alianza se sumó el Partido Revolucionario Institucional (PRI). Los tres partidos más grandes del país y que en el México moderno se convirtieron en rivales por ser las principales fuerzas políticas, ahora van juntos con un solo objetivo que es evitar que Morena acreciente su poder.

“Capitalizar la inconformidad no es suficiente”, asegura la académica de la UNAM, doctora María Xelhuantzi López, quien apunta que los contrarios políticos de Morena construyeron un proyecto que parte de la aversión a la figura del presidente López Obrador, sin propuestas propias ni ejes programáticos alternativos.

“La coalición PRI-PAN-PRD no ha construido una propuesta de gobierno diferente. Lo único que han hecho es reaccionar a los errores de Morena y el presidente, pero no han construido nada, no hay una visión de gobierno diferente. Se puede ver en su propaganda que lo único que dice es “vamos a detener a Morena” y nunca dicen “porque haremos esto diferente” o “creemos que podemos construir un México diferente por esta vía”, señaló el doctor en Ciencia Política por la UNAM, Omar de la Cruz a este semanario.

Tanto María Xelhuantzi López como Omar de la Cruz coinciden en que una muestra de la falta de sustancia en la fórmula es el reiterado uso de la figura del presidente López Obrador, así como sus desatinos en la administración federal, tanto en las campañas como en los debates públicos en sustitución de ofrecimientos formales de proyectos alternativos. Aunque también sostienen que los altos niveles de aprobación del Ejecutivo Federal son aprovechados por su propio partido.

“Él mismo ha propiciado esta identidad del ‘gran enemigo a vencer’ y eso mismo ha protegido a otros miembros de su administración que también tienen responsabilidades. La sobreexposición que tiene el presidente en las mañaneras ha hecho que se vea como un blanco fácil”, sostiene Xelhuantzi López.

Dentro del espectro de la oposición, está también Movimiento Ciudadano, un partido relativamente joven que en las últimas elecciones obtuvo apenas el 1.7 % de los votos emitidos, pero que se ha despegado de la narrativa del PRI-PAN-PRD, y que podría quedarse con la gubernatura de Nuevo León, de acuerdo con distintas encuestas que colocan a su abanderado Samuel García como puntero.

Movimiento Ciudadano sí plantea al menos en términos de discurso una agenda distinta a la del PRI-PAN-PRD, aunque los candidatos que presenta son también muestra de que no entiende al electorado, indica el doctorante de la UNAM, Vladimir Márquez.

De acuerdo con María Xelhuantzi López, el primer gran reto de las fuerzas políticas que no están en el poder es montar un canal de diálogo, volverse interlocutores que sean vistos y escuchados por el Ejecutivo Federal sin descalificaciones. Mientras que en un segundo momento deben construir condiciones para negociar y volverse un contrapeso real con una agenda propia.

Sin embargo, los actores políticos que ahora dominan la escena carecen de características para llamarse “oposición”, afirma María Xelhuantzi López, pues no son una fuerza estructurada, sino una alianza hecha con urgencia sin definir cuáles son sus ejes más allá de cerrarle el paso a Morena.

En la cuerda floja. El futuro político del morenista Mario Delgado podría depender de los resultados de estos comicios.

Dividir para vencer

Expertos consultados señalan que tanto los candidatos de los partidos de oposición al gobierno en turno y el partido en el poder, así como Morena y el presidente López Obrador han incentivado que la polémica en el contexto electoral sea tan incisiva al grado de que, en medio de la violenta injerencia del crimen y el choque de grupos de poder, también se vean incrementados tanto el clima como la narrativa de polarización y confrontación en el país, donde los blancos más susceptibles a recibir fuertes señalamientos y ataques resultan la prensa, los organismos autónomos y las organizaciones de la sociedad civil.

“Estoy segura de que, si en pocos municipios o gubernaturas no gana Morena, pues de todas formas va a salir el presidente a arremeter en contra del INE, principalmente, y en contra de las organizaciones a las que él siempre ve como enemigas, de eso no tengo duda, acusó María Elena Morera, presidenta de la organización civil Causa en Común.

La activista lamentó que el ambiente de polarización que ha provocado el mismo presidente tendrá resonancia en los estados y municipios donde se lleven a cabo elecciones, lo cual dijo se podrá ver acrecentado con más fuerza, aunado “a que parece que el narco ya decidió cuáles candidatos sí quiere y cuáles no (…) Me parece que lo más trágico es que en una elección democrática perdamos la democracia, parece que es lo que se están jugando ellos. No creo que después de las elecciones él (AMLO) vaya a salir a reconocer al INE, a menos de que ganara todo, como en el 2018 que entonces sí reconoció al INE”.

Para Leopoldo Maldonado, director regional de la organización Artículo 19, “el clima sumamente crispado” que han propiciado los actores políticos en el actual contexto electoral ya ha generado que en su búsqueda de influir en la cobertura periodística que se hace sobre ellos, este ambiente polarizado va aumentando el clima de hostigamiento y de agresiones contra la prensa”. Al respecto, señaló que desde que inició el actual proceso electoral se ha contabilizado por la parte de la organización al menos 22 agresiones contra periodistas, los cuales advirtió, podrían agudizarse y aumentar justo el día de la jornada.

“Independientemente del resultado (de las elecciones) la narrativa del presidente va a persistir en contra de la prensa y en contra de las organizaciones, porque es algo que está desde el primer día que tomó posesión. Por supuesto que si el resultado no es favorable es muy posible que aumente esta animosidad en contra de la prensa y las organizaciones de la sociedad civil”, refirió el abogado y maestro en Derechos Humanos por la Universidad Iberoamericana.

Leopoldo Maldonado advirtió que “una narrativa estigmatizante en contra de la prensa por parte de los actores políticos incrementa las posibilidades de que la jornada se aún más violenta que en otros momentos (…) Este clima no favorece a nadie, pues la ciudadanía queda atrapada entre dos fuegos y evidentemente esta situación puede decantar en actos de violencia graves, y es algo que se tiene que evitar”.

Polarización. Iniciativas como el #Lleva5aVotar se han viralizado en redes sociales, mientras analistas apuntan a un clima de mayor discrepancia en el contexto electoral.

¿Toma de calles?

Aunque alianzas como PRI-PAN-PRD llaman al “voto útil” —es decir evitar que el sufragio contra Morena se diluya entre varias opciones—, Jaqueline Peschard, exconsejera Ciudadana del INE y experta en democracia, apunta que los votos que pierda el partido serán “la confirmación de que la propia coalición opositora tiene un sentido muy pragmático de frenar la extensión del tipo de políticas del gobierno del presidente López Obrador”, es decir, será un voto de castigo.

Politólogos expertos consultados por este periódico coincidieron en que los votos tendrán dos caras, ser votos de castigo hacia Morena y retrospectivos, es decir, que las y los ciudadanos harán una evaluación de cómo ha sido la administración hasta el momento y con base en ello emitirán su voto lo cual podría o no beneficiar a la oposición.

Mientras que otros académicos concluyen en que los votos que no sean para Morena deberán interpretarse como una señal para corregir el camino y serían “votos de castigo”.

“El precedente son los 30 millones de votos de la elección pasada, si Morena ve una disminución de eso, en definitiva, es una llamada de atención” (…) Todo voto que no vaya a Morena será un voto de castigo”, sentenció la Xelhuantzi López al referir el nivel de tarea que tiene Mario Delgado, como presidente del partido de entregar números favorables para la Cuarta Transformación.

Delgado pertenece al ala moderada de Morena y durante el proceso electoral acompañó a polémicos candidatos y excandidatos como Félix Salgado Macedonio, acusado de violencia sexual, y Clara Luz Flores, abanderada del partido en Nuevo León involucrada con el líder de la secta sexual NXIVM. Sus acciones le han valido severas críticas al interior del instituto político, por lo que estas elecciones pondrán a prueba su capacidad política, pero también su futuro.

“Seguramente si a Morena no le va bien veremos una reacción insidiosa o judicial, es decir, que se judicialice para que intente convocar una nueva elección o pedir que el escrutinio se realice de nuevo. Eso no me preocupa, lo que sería más grave es que se tomaran las calles, que se tomaran las instalaciones de los edificios electorales, eso sí preocuparía”, sostiene la doctora Jacqueline Peschard.

Escenarios: el bueno, el malo y el moderado

Las probabilidades de que el nivel de participación del electorado alcance, y en todo caso supere 50% son altas, de acuerdo con los encuestadores consultados, quienes apuntaron de manera generalizada que la mayor disputa podría centrarse en la sobrerrepresentación. Aunque si bien las preferencias van perfilando a algunos probables ganadores en el caso de las gubernaturas en disputa, el dinamismo de los comicios resulta impredecible.

“Tradicionalmente las elecciones intermedias de diputados federales, pues se han leído más como un referéndum sobre la administración del presidente en turno, pero las locales tienen una dinámica diferente, al tener el caso de que son 15 gubernaturas, entonces, de entrada, tenemos coexistiendo elecciones intermedias con elecciones de fin de administración, y pues naturalmente son dinámicas muy distintas”, sostuvo Jorge Buendía Laredo, director de la consultoría Buendía & Márquez.

Al considerar que en el caso del Congreso “una mayoría absoluta para Juntos Haremos Historia es altamente probable”, el politólogo y consultor señaló que la interrogante recae es qué tan lejos o cerca de la mayoría constitucional de los 334 diputados estará, lo cual dijo, “es crucial esto porque eso va a dictaminar, digamos, la necesidad de alianza que tengan, que si se quedará corto por unos cuantos votos o diputados, pues sería mucho más fácil para ellos tratar de persuadir a algunos ya sea integrantes del PRD, del PRI, de Movimiento Ciudadano para librar la mayoría calificada”.

No obstante, Jorge Buendía abundó: “creo que en la elección de diputados locales es altamente probable que tenga mayoría absoluta; pero ojo, eso no necesariamente quiere decir que a nivel de preferencia electoral sea algo fácil, va a haber muchos distritos electorales reñidos, estados competidos, pero ciertamente a Morena le beneficia el que tenemos un sistema electoral mayoritario que tiende a sobrerrepresentar a los partidos, en este caso a la coalición mayoritaria”.

Sobre ese punto Francisco Abundis Luna, director asociado de la casa encuestadora Parametría apuntó que precisamente en el tema de la sobrerrepresentación para las coaliciones se podría centrar el mayor conflicto, y al parafrasear al consejero electoral, Ciro Murayama, señaló que “el que tú sobrerepresentes a alguien implica que subrepresentas a otros. Entonces, yo presiento que una vez que estén los 300 diputados de mayoría va a venir todo el tema de asignación de diputados para el Congreso y yo creo que ahí va a haber una disputa fuerte”.

En cuanto a la participación prevista, el maestro por la Universidad de Oxford refirió que “va a ser una elección histórica porque seguramente va a ser arriba del 50%”, lo cual implicaría un panorama complicado para los partidos chicos y de nuevo registro, pues explicó que, “tendrían que sacar a votar como a millón y medio de personas, entonces por la concurrencia, no sé si llega a 55, pero sí llega a 53%, cada punto porcentual son medio millón de votos, entonces, los partidos chiquitos tienen que sacar a un millón y medio de personas”.

Para José Medina Mora Icaza, presidente nacional de la Confederación Patronal de la República Mexicana (Coparmex) este 6 de junio, “el adversario común a vencer se llama abstención”, pues, aunque reconoció que tradicionalmente ha sido un 50% de la participación máxima en elecciones intermedias, el escenario “que queremos es que haya una mayor participación ciudadana y ojalá lleguemos a un 55 por ciento”.

No obstante, desde la perspectiva de la Coparmex, enfatizó Mora Icaza, independiente de qué coalición o partidos consigan la victoria, el organismo empresarial seguirá trabajando con ellos y “señalando aquellas aprobaciones de leyes que vayan en contra de la Constitución, y del avance democrático” del país.

De acuerdo con el doctorante de la UNAM, Vladimir Márquez, los tres escenarios que se presentan para Morena pueden clasificarse como bueno, moderado y malo. En el primer caso el partido arrasaría con gubernaturas y en el Legislativo, lo que dejaría sin posibilidades a la oposición y que colocaría al presidente en condiciones de tener una segunda mitad de mandato sin obstáculos para las reformas que aún faltan y con consenso amplio.

El escenario moderado es que el gobierno federal tenga que sortear fricciones con gobernadores de oposición y que en el legislativo —como ya ocurre— Morena deba sentarse a negociar con otras bancadas para alcanzar una mayoría calificada y sacar las reformas propuestas por el Presidente.

Mientras que, en el escenario catastrófico, el voto de castigo contra Morena alcanzaría niveles alarmantes que detonarían una severa crisis al interior del partido y que se vería reflejada en una obstaculización del proyecto presidencial. Sin embargo, expertos coinciden en que es poco probable que eso ocurra.

Aunque para quienes observan la elección desde fuera, como el centro de estudios estratégicos de la Universidad de Georgetown, el CSIS, esto no está tan claro, como escribieron este miércoles Campero y Berg: “El entorno político impredecible de México también afecta la estrategia corporativa de Estados Unidos, ya que muchas empresas buscan alternativas para sacar sus cadenas de suministro de China y las zonas cercanas a América Latina y el Caribe. Si el partido de Morena mantiene su mayoría calificada en las próximas elecciones de mitad de período, el Río Bravo que divide a Estados Unidos y México puede volverse tan profundo como ancho. Si la agenda de AMLO se afirma en las urnas, él puede ver motivos para expandir su poder en gran medida. Probablemente continuaría rompiendo el paradigma de integración con Estados Unidos que dominó México durante las últimas décadas. El desacoplamiento selectivo podría convertirse en una característica permanente de la relación bilateral”.

Y concluyen considerando que, una pérdida en el control legislativo por parte del presidente López Obrador, detendría la centralización de su poder y “pondría un freno al cambio de paradigma en las relaciones entre Estados Unidos y México anunciado por su presidencia. Este escenario podría ser un signo positivo para la administración de (Joe) Biden, las empresas estadounidenses y los inversores internacionales por igual”.