La Portada | “Soy un personaje raro de la política”: Xóchitl Gálvez
La senadora llama a olvidar la división entre quienes aman y odian al Presidente; asegura que, de llegar al poder, conservaría todos los programas sociales de la 4T y dice estar “blindada” para evitar que traten de descarrilar su proyecto
En la isla de Taiwán, a 13 mil 640 kilómetros de distancia de la Ciudad de México, el portal del diario Taipei Times publicó el pasado 9 de julio, la siguiente noticia: “Una empresaria y senadora de la oposición con raíces indígenas, Xóchitl Gálvez, ha sacudido la política mexicana en un intento por reemplazar al presidente mexicano Andrés Manuel López Obrador”.
La nota agrega: “La ingeniera informática de 60 años y propietaria de una empresa de tecnología, que de niña vendía dulces para ayudar a su familia, es vista por muchos como la mejor esperanza de la oposición para derrotar al partido gobernante”.
El 4 de julio, el portal del diario británico Financial Times, difundió una nota en la que advierte que “la decisión de una mujer hecha a sí misma, con raíces indígenas y atractivo popular, de participar en las elecciones presidenciales de México el próximo año ha representado una amenaza para los planes cuidadosamente trazados por el presidente Andrés Manuel López Obrador para mantener a su partido en la presidencia”.
Un poco más cerca, en Estados Unidos, el diario Miami Herald publicó el pasado 28 de junio un editorial en el que destaca que “la historia de vida de Xóchitl Gálvez tiene el poder de destruir la narrativa del presidente populista Andrés Manuel López Obrador de que los líderes de la oposición de México son oligarcas que quieren preservar sus privilegios a expensas de los pobres”.
En cuestión de días, la irrupción de la senadora Xóchitl Gálvez en el juego de la sucesión presidencial se volvió noticia internacional; pocas redacciones en el mundo pudieron resistirse a contar la historia de una mujer que de niña conoció la miseria, los golpes, el alcoholismo paterno, y que ahora, con el esfuerzo personal, es una seria aspirante a ser la primera presidenta de México.
Pero, ¿en qué momento la senadora tendrá la certeza de que no sólo es un fenómeno mediático y que de verdad tiene los empaques para encabezar un proyecto nacional? ¿Cuándo se disipará el furor para ver con claridad la viabilidad de su propuesta?
Esa pregunta se la planteó ejecentral a la propia Gálvez en una entrevista vía Zoom.
Con huipil, collar y enormes aretes en diversos tonos de azul, la senadora se muestra ante la pantalla con semblante alegre, sin rastros de cansancio de quien ha recorrido decenas de medios en el último mes y que ha emprendido una extenuante campaña de comunicación para posicionarse entre los aspirantes del Frente Amplio por México, plataforma de la que saldrá el rival del candidato de Morena, que hasta hace unas semanas daba por hecho su triunfo en las urnas.
“¿Dónde me doy cuenta de que sí está pasando algo? Hace poco estuve en Ixmiquilpan, Hidalgo, donde Morena tiene una fuerza brutal, pero yo hice un trabajo tremendo allá cuando fui funcionaria federal. Allá dicen: ‘Sí amamos a Morena, pero ella impulsó los parques acuáticos; ella metió electricidad en las comunidades, ella nos hizo caminos’, cuando sí había un fondo de infraestructura para los pueblos indígenas. Hoy no existe ese fondo”, contesta.
“En mis recorridos la gente dice: ‘Sí tenemos la pensión de adultos mayores, pero no hay medicinas. Xóchitl tiene razón. Gastamos la pensión en las medicinas. Tiene razón. Tenemos que llevar todos los insumos al hospital para que nos operen’”, abunda.
Caminar las calles en busca de las 150 mil firmas que necesita para avanzar en el proceso de selección del candidato presidencial opositor le ha permitido, dice Xóchitl, cerciorarse de que su mensaje está llegando a la población y de que no es sólo una burbuja.
“Les hace sentido que quiera para los jóvenes, además de la beca, que aprendan código (informático), que aprendan habilidades digitales, que aprendan un idioma, competencias laborales. La gente dice: ‘Sí, claro. Necesitamos que los jóvenes tengan trabajo’ porque, por ejemplo, en mi tierra, la gente se va mucho a Estados Unidos, y les cobra entre 10 y 12 mil dólares el coyote”.
Malhablada, de risa fácil, franca, Xóchitl Gálvez llama a olvidar la división entre quienes aman y odian al presidente López Obrador. Asegura que, de llegar al poder, conservará todos los programas sociales instaurados por la 4T, aunque evaluará Jóvenes Construyendo el Futuro y Sembrando Vida para recalibrarlos y mejorar sus resultados.
Experta en inteligencia artificial, robótica y programación, la exalcaldesa de Miguel Hidalgo se asume como un “personaje raro de la política”, pues lo mismo puede sentarse a negociar con las personas más ricas del país, que comerse un taco en que le inviten en las comunidades más humildes.
En la conversación, la mujer que movió las fichas en el ajedrez de López Obrador rumbo a 2024 reta a sus adversarios a hurgar en su vida pública y privada, con la certeza de que no encontrarán nada turbio, nada que propicie un descarrilamiento de sus aspiraciones, como pasó hace cinco años con Ricardo Anaya, quien fue investigado por la Fiscalía General de la República en pleno proceso electoral por la Presidencia de la República.
“Hay personajes que han avergonzado a los partidos”
¿A veces es necesario aliarse con algunos personajes impresentables para que las cosas caminen? —se le pregunta a la senadora por el PAN.
—El presidente López Obrador lo hizo. ¿Con qué impresentables se alió el Presidente? Con Manuel Bartlett, con Nacho Ovalle, que ahí lo sigue teniendo y tuvo un quebranto, dice él, de sólo 9 mil millones de pesos. ¡Puta, es un chingo de lana!
Sobre la necesidad de tomarse la foto con el líder del PRI, Alejandro Moreno, quien ha sido acusado de actos de corrupción y de debilitar a su propio partido, Gálvez responde: “A ver. Yo creo que tú no puedes evitar que haya partidos políticos en esta contienda, PAN, PRI, PRD. Yo quiero aliarme con el PRI que creó el Seguro Social, que impulsó el INE, con ese PRI que tiene una legítima preocupación por la gente del campo. Yo quiero aliarme con ese PRD que busca una mayor justicia social y con ese PAN que cree que en el desarrollo de la empresa del bien común. Y también con Movimiento Ciudadano, con su agenda progresista. Yo creo que en todos los partidos hay personajes con una trayectoria impecable y también hay personajes que han avergonzado a los partidos”.
El pasado 7 de julio, durante la sección “¿Quién es quién en las mentiras?”, el presidente López Obrador proyectó en la mañanera un video que data de 2016, en el que la propia Xóchitl Gálvez grabó un “periscope” durante una fiesta de cumpleaños del panista Diego Fernández de Cevallos a la que acudieron, entre otros, los expresidentes Carlos Salinas de Gortari y Felipe Calderón, el empresario Carlos Slim, el exconsejero presidente del IFE, Luis Carlos Ugalde, y el entonces secretario de Desarrollo Social en funciones y posterior candidato presidencial, José Antonio Meade.
Al respecto, Gálvez argumenta: “Ellos tratan de pensar que yo soy parte de esta oligarquía porque fui a una fiesta con Diego Fernández de Cevallos. Yo llegué a esa fiesta, después de que había tenido una confrontación durísima con Diego por una reforma constitucional en materia de derechos indígenas; Diego y yo nos habíamos confrontado porque él me veía como una zapatista”.
Sobre la reiterada acusación que hace el presidente López Obrador, quien asegura que Xóchitl Gálvez es un instrumento de la “oligarquía” para regresar al poder, la legisladora se remonta a sus años de emprendedora: “¿Dónde estaban los oligarcas cuando llegué a vivir a un cuarto de lámina a esta ciudad? Me hubieran prestado aunque fuera el cuarto de servicio de sus casas de las Lomas de Chapultepec. ¿O dónde estaban cuando tuve que empezar a hacer mi empresa vendiendo mi coche, pidiendo fiado mi plotter y mi computadora, porque nadie me quiso prestar dinero para empezar mi propia empresa?”
Xóchitl ha hecho de su propia historia de vida un mensaje de lo que quiere para el país: superación. “Pregúntenle a Fox cómo me reclutó; me reclutó porque fui reconocida en el Foro Económico de Davos, porque formé una fundación que ayudaba a los niños indígenas que sufrían desnutrición. Y por eso me invitó Lula a Brasil; yo fui al foro de Porto Alegre para hablar de mi trabajo al lado de las comunidades indígenas. He sido un personaje raro en la política, porque lo mismo me puedo sentar con los más ricos de este país, pero también me puedo echar un taco a San Lucas Camotlán (Oaxaca) que no tenía carretera y llegué caminando cuando tenía la fundación”.
¿Evaluar o desmantelar las obras de la 4T?
A Xóchitl Gálvez se le invita a imaginar que llega a la Presidencia de la República y que sobre su escritorio se le pone una lista con las acciones de la 4T para decidir cuáles se van y cuáles se quedan. “Todos los programas sociales se quedan”, se apresura a responder la hidalguense. Pero los matices llegan al ver caso por caso.
¿El programa Sembrando Vida se va o se queda?
—Hay que analizarlo con detalle. El programa no ha tenido el éxito que se esperaba, no hay transparencia en el padrón. Creo que les faltó pensar en el riego en muchas zonas. Está Sembrando Vida, pero tienes abandonados otros sectores del campo. Hay que evaluar. Yo creo que hemos dejado de evaluar. Ese recurso que hoy está en Sembrando Vida hay que mantenerlo, sólo veamos hacia dónde lo focalizamos, porque si tú ves las cifras oficiales seguimos deforestando grandes territorios en el país.
¿Jóvenes Construyendo el Futuro se va o se queda?
—Hay que analizar cuántos jóvenes han dejado la pobreza con el programa. No lo sé. Hay que ver por qué los jóvenes no se están quedando en los empleos. Yo pienso que al programa le hacen falta acciones que garanticen la capacitación y las habilidades laborales.
¿El Ejército en tareas del ámbito civil? ¿Se queda o se cambia?
—¡No, bueno! La SCT tiene que hacer su trabajo. Con todo respeto para el Ejército, yo tengo un hermano que es general del Ejército, hay cosas en las que son muy buenos, pero por ejemplo el Aeropuerto Felipe Ángeles tiene varios problemas en la construcción. Se les acaba de quemar la instalación eléctrica ahora que habilitaron las bodegas, tuvieron problemas con la dureza de los firmes, se están quebrando porque no es su expertise.
Y añade: “Quiero mucho a los militares, pero los hemos puesto a hacer cosas para las que no están preparados o capacitados. Y siempre te van a decir que sí a las cosas que les ordenes porque son muy disciplinados, no pueden decir ‘no’, pero el Ejército tiene que regresar a sus facultades, sino para qué quieres al gobierno, para qué quieres a Comunicaciones y Transportes, para qué quieres a la Secretaría de Hacienda, para qué quieres a las instituciones que diseñamos en el Estado mexicano”.
“No tengo escándalos de corrupción”
Desde que decidió postularse como aspirante a la candidatura presidencial por el Frente Amplio, Gálvez comenzó a ser objeto de revisiones sobre su historia familiar, sus orígenes indígenas, los contratos de sus empresas, los saldos de sus gestiones como funcionaria federal y local. Por ello se le pregunta si no teme correr la misma suerte que Ricardo Anaya, hace cinco años, cuando su candidatura fue torpedeada con investigaciones de la Fiscalía General de la República.
¿Has considerado ese escenario?
—Quien me conoce, sabe que soy una mujer honesta. Nunca he tomado un peso del erario público. Soy empresaria desde hace 31 años, genero recursos, tengo clientes, trabajo. Tengo más de 200 empleados a los que se les paga su nómina cada 15 días. No tengo riquezas, no tengo depósitos en mi cuenta de cheques, que provengan de dinero mal habido. No tengo un escándalo de corrupción en todas mis administraciones de gobierno.
“Dicen que mi empresa le hizo un estudio a la CFE. Claro que sí, fue en 2006, cuando yo salí del gobierno. Yo no me robé dinero. Cuando dejé el servicio público, yo tenía que salir a trabajar de ingeniera, que es lo que sé hacer, pero no tenía conflicto de interés porque mi trabajo había sido relacionado con los pueblos indígenas, los estudios que le hice a la CFE fueron en materia de telecomunicaciones. Que tuve contratos millonarios, falso. Contratos de 600 mil pesos, de 200 mil y sale un millón y medio, pero no más. Fue por ese monto, pero se trabajó y se entregó”, expuso.
Es entonces que planta cara a sus adversarios: “Busquen por donde quieran, no van a encontrar nada indebido. Ser empresario en este país no es algo indebido; ser político y salir de empresario eso sí es indebido. Hay muchos políticos que entran con una mano adelante y otra atrás y salen con constructoras. Eso no existió conmigo”.
¿Qué opinión te merece que el Proyecto de Nación de Morena y sus aliados lo van a armar, entre otros, personajes como Hugo López-Gatell, El Fisgón, Paco Ignacio Taibo II y Héctor Díaz-Polanco?
—Yo a cada uno de ellos lo respeto, pero yo prefiero un Julio Frenk para armar un proyecto de nación. López-Gatell nos dijo en el Senado que la cifra máxima de muertos iba a ser de 60 mil personas, en el peor de los casos. Han ocultado la cifra, ellos dicen que 250 mil, ya vimos el exceso de mortalidad que son las actas de defunción. Son 750 mil personas que fallecieron por Covid, y las otras 250 mil por enfermedades que no se atendieron. López-Gatell es el responsable de ese desastre en salud. ¿Quieren a López-Gatell otra vez? Yo diría que es una burla para los mexicanos.
“Sobre El Fisgón, todo mi respeto para él, pero su caricatura contra mi persona fue racista y clasista. Desde aquí le digo: la Constitución me reconoce mi identidad en la autoadscripción, si yo tuve un abuelo indígena, un papá indígena y una mamá mestiza, yo tengo el derecho de decidir qué quiero ser, nadie más, sólo yo. Y eso lo protege la Constitución. Por eso pasamos de 12 millones de personas que decían ser indígenas en el censo de 2000 a cerca de 24 millones en 2020, porque la gente quiso negar durante muchos años su pertenencia a un pueblo indígena por un tema de racismo”.
En busca de los indecisos
Diversas encuestas rumbo a las elecciones presidenciales de 2024 señalan que el porcentaje de indecisos oscila entre 20 y 30 % de los electores, margen suficientemente amplio para inclinar la balanza por cualquiera de los competidores. Se le pregunta a Xóchitl Gálvez qué mensaje tiene para ese sector que, a un año de distancia de las elecciones, aún no se decanta por ninguna opción.
“Primero quiero pedirles que no se peleen por un político. No vale la pena que se dividan las familias o que se dejen de hablar. Si a ustedes les gustan mis contenidos, pues compártanlos, pero si alguien se enoja, pues no se lo compartan, porque tampoco se trata de que las familias estén divididas. Yo creo que ya demasiados problemas tenemos para todavía provocar esta división en las familias”.
“Lo mío es hacer equipos y resolver problemas”, enfatiza la senadora, por lo que pide a los indecisos analizar su trabajo. “Vean mi trabajo, más que mi historia —que está padre haber salido de Tepa (Tepatepec, Hidalgo) y haberme convertido en ingeniera, lo mío es poder resolver problemas en beneficio de la gente”.
Asegura que una de sus directrices de gobierno será no estorbar a los ciudadanos. “A la gente hay que acompañarla, hay que estorbarle lo menos posible, a las personas que quieren trabajar no les quites el tiempo, no los hagan ir a las oficinas, diles que a través de internet saquen su permiso, necesitamos ser más digitales y más eficientes. Por un lado, no estorbar al que hace bien las cosas, pero por el otro aplicar la ley, porque sí tengo muchísima mano dura cuando alguien se pasa de lanza, ahí no me tiembla la mano”.
Al preguntarle qué etiqueta tendrá su posible gobierno de coalición, Xóchitl Gálvez se abstiene de llamarlo “progresista” o “socialdemócrata” y prefiere llamarlo “incluyente”.
“Yo no vengo con odio, con coraje. Aquí caben todos, caben los Provida y las mujeres por el derecho a decidir; cabe toda la comunidad LGBT, caben los científicos, caben los obreros, los indígenas, cabemos todos. Creo que el problema es hacer un proyecto. Tú lo que tienes que hacer es ser plural, ser diverso, ser incluyente, para que las personas puedan realmente desarrollarse. Yo creo que eso es lo más importante: acabar con este odio y con esta violencia, que hoy yo sufro desde Palacio Nacional”.
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