“La risa, remedio infalible”, sabia frase que le aprendí al Selecciones. De niña acostumbraba leer los chistes (generalmente simplones) de esa sección y poco a poco fui entendiendo que su título encerraba más verdad de lo que alcanzaba a comprender. Pocas cosas tan sanas como reír; oxigenarse con una buena carcajada; cambiar las ideas con la risa compartida; descubrir la bondad de una sonrisa; dimensionar los problemas y verlos como oportunidades después de verles el lado gracioso… La risa sana las emociones y el cuerpo, sin duda es un remedio.
¿Por qué pienso en esto? Porque la tristeza del regreso inminente de mi mamá y mi abuela a México me estaba llenando los minutos, han sido días de tanto gozo, de tanto descubrimiento, de tantos aprendizajes que no quería que terminaran nunca. Pero no hay plazo que no se cumpla y, si no es por la alegría de verlas contentas, con el ánimo de reír fácil y con una larga lista de momentos inolvidables, estaría instalada en el llanto. Pero no, las risas de la cena me hicieron mucho bien, recordé lo verdaderamente importante, disfruté locamente el momento, me dejé invadir por la alegría de ver a este par de mujeres adorables y adoradas con tan buen humor y me sentí orgullosa de ser parte de ese clan.
Reímos de habernos equivocado de tren al regresar de Brujas (Bélgica, no vayan a creer) y haber tenido que tomar el último autobús y un tranvía a casi media noche para poder llegar a casa. Una aventura que a cualquiera le hubiese caído mal, a nosotros nos dio una anécdota qué compartir. Las bromas de mi abue sobre su cansancio, nos han hecho reír más de una vez. Eso de saber reírse de uno mismo es todo un arte, se necesita una buena imagen de sí mismo para saber hacerlo.
Hemos bebido cidra (la rosada es la consentida); Sauternes acompañando el foie gras; vino tinto maridando el pan y los quesos; Ricard, Muscat, Pineau de Charentes y hasta cubas libres con el aperitivo; champaña con los postres… y mi abuela agradece no vivir aquí “porque ya sería una borrachita”, jajajaja. Con qué gusto han probado ambas, saboreado y apreciado cada cosa. Yo estoy segura que extrañan el chile y las tortillas, pero no he escuchado ni una sola queja, ni una sola nostalgia, en cambio sí muchas risas y ocurrencias. ¿No es delicioso?. Decido quedarme con esto, con el buen ánimo, con la chispa oportuna, inteligente y divertida, con los momentos en los que nos reímos de lo que parecían desgracias, con la luz que da la alegría de estar juntos. No, la tristeza aquí sale sobrando.
No siempre las situaciones son como queremos, a veces la vida en su infinito misterio nos pone a prueba y en ocasiones no sabemos entender las lecciones que nos toca aprender, pero es gracias a esos momentos complicados que podemos valorar aún más los momentos luminosos, esos que están llenos de amor, de risas y alegría. Creo que en nosotros está la capacidad de ver que cada instante es precioso, que podemos crear aquello con lo que lo queremos llenar, que podemos apreciar conscientemente la fortuna de tener a quienes amamos cerca del corazón (sin importar distancia física o tiempo), que podemos sanar emociones y con ello el cuerpo a través de la alegría. La risa sin duda es un buen remedio para la vida, un remedio infalible. ¡Qué razón tienías Selecciones!.
À la prochaine!! @didiloyola