Macri y las lentejas

3 de Agosto de 2025

Sergio Muñoz Bata

Macri y las lentejas

Sergio

Irónicamente, la propuesta del conservador gobierno argentino en la OEA para frenar la activación de la Carta Democrática a Venezuela ha coincidido con la postura anti democrática de la dictadura cubana

Qué poco le duró su convicción democrática al presidente argentino Mauricio Macri! En noviembre del año pasado, en medio de su campaña presidencial y con la clara intención de diferenciarse de Cristina Kirchner, la ex presidenta amiga de “Huguito” como le llamaba a Hugo Chávez y de Nicolás Maduro, el delfín de Chávez, Macri anunció su intención de promover una moción para que los países de Mercosur reclamaran la aplicación de la Carta Democrática al gobierno chavista de Venezuela si no se liberaba a Leopoldo López de inmediato. “Lo tenemos muy claro”, dijo Macri entonces, “Maduro debe respetar las libertades”. Hoy López continúa injustamente encarcelado y la claridad de pensamiento del gobierno argentino se ha hundido en el lodazal del oportunismo por un poco más que el plato de lentejas por el que Esaú vendió la primogenitura a su hermano Jacob.

La semana pasada, cuando el Secretario general de la Organización de Estados Americanos, Luis Almagro pidió a los países miembros de la OEA que se activara la Carta Democrática Interamericana para Venezuela por considerar que la crisis institucional que se vive en ese país exige cambios inmediatos en las acciones del Poder Ejecutivo, Argentina frenó la iniciativa de Almagro promoviendo una vergonzosa declaración, lamentablemente secundada por México, Estados Unidos y otros países, exhortando al “diálogo” ente gobierno y oposición.

Contradiciendo lo dicho por el Macri candidato, hoy la canciller argentina Susana Malcorra quiere convencernos de que discutir “la cuestión fuera de Venezuela, en alguna organización, no lo vemos… solo desde dentro, y con la participación intensa de todas las organizaciones de un país se puede salir de ese nivel de crisis”. Malcorra se decanta a favor de un hipotético diálogo entre el Gobierno y la oposición sin fecha definida, haciendo una propuesta que no solo no aporta nada nuevo al debate sino que favorece descaradamente a Maduro porque le permite ganar tiempo para desactivar el referéndum revocatorio este año. Y si usted se pregunta el por qué del cambio radical en la postura de Argentina, la respuesta es tan simple como cínica. Lo que el gobierno argentino y Malcorra quieren es asegurar su candidatura a la Secretaría General de Naciones Unidas contando con el voto de los países latinoamericanos que escudados en la autodeterminación de los pueblos le niegan al pueblo venezolano su derecho a la autodeterminación.

La defensa de la democracia en Venezuela que Almagro quiere promover es elemental: reconocer el derecho constitucional del pueblo venezolano a votar en un referendo revocatorio; sacar de la cárcel a líderes como Leopoldo López encarcelado mediante un juicio que ha sido descrito por organizaciones defensoras de los derechos humanos como Human Rights Watch y Amnistía Internacional como “una farsa”. También demanda exigirle a Maduro y al poder judicial que cesen de obstruir el trabajo de la Asamblea, electa democráticamente con el voto popular, y de amenazar con acusarla ante el Tribunal Supremo del delito de traición a la patria por solicitar a la OEA que aplique la Carta Democrática. Aunque nunca se ha invocado la Carta Democrática sin el consentimiento expreso del gobierno legítimo del país afectado, Almagro no ha procedido con ligereza ni por capricho. Lo ha hecho basado en el artículo 20 de la Carta que le otorga al secretario general la potestad para hacerlo. En tan solo un año de labores al frente de la Organización, Almagro merece ser reconocido como un denodado defensor de los derechos humanos y de los valores democráticos en el hemisferio.

Irónicamente, la postura del conservador gobierno argentino al impedir la aplicación de la Carta Democrática a Venezuela ha coincidido con la posición de la dictadura cubana. La semana pasada, durante la celebración de una reunión de los países caribeños en La Habana, Raúl Castro reiteró por enésima ocasión su repudio al sistema democrático y su apego a un gobierno autocrático que cada día se parece más a la dictadura cubana. Una coincidencia que debería llenar de vergüenza a un país como Argentina que más de una vez ha padecido dictaduras y hoy justamente se precia de vivir en democracia.