Natividad, paz y amor en la Tierra

28 de Abril de 2024

Simón Vargas
Simón Vargas

Natividad, paz y amor en la Tierra

Simon

Gloria a Dios en el cielo,

y en la tierra paz a los hombres que Dios ama (Lc 2,14).

Navidad se remonta siglos atrás, representa la primera epifanía, porque es cuando Jesús se da a conocer, al hacerse hombre y habitar entre nosotros. Es la Natividad del Señor.

A través de una estrella se anunció la Encarnación del Hijo de Dios, por lo que en estas fechas se vuelve tiempo de reflexión, para profundizar y contemplar el milagro del amor y la compasión que se nos ha regalado.

Vivimos una época donde la fe se ha puesto a prueba, a diario vemos, como se incrementa el lado más débil del ser humano, y cómo hemos perdido el camino de la misericordia y el perdón.

La navidad no sólo es amor, sí, es tiempo para amar y de paz, pero su sentido viene de algo más profundo, es nacimiento, es la llegada del niño Jesús para poner al descubierto la intención de los corazones, y de salvar al mundo de los pecados.

Dios Padre, entrega a su único hijo para redimir la humanidad, es un acto de sacrificio por todos, porque Él ama a cada uno de nosotros, y lo único que nos pide es hacer lo mismo por los demás.

El papa Francisco en el Ángelus del domingo pasado reflexionó como el Hijo de Dios vino a María para hacerse hombre, pero “también a nosotros, de una forma diferente, Dios se nos acerca con su gracia para entrar en nuestra vida y nos ofrece el don de su Hijo”. https://bit.ly/2i3o7LB

Jesucristo no nace sólo el 25 de diciembre, lo hace todos los días en nuestros corazones, es el reflejo de lo que predicamos, y lo extendemos en nuestras accionar.

“En el principio existía el Verbo y el Verbo estaba junto a Dios y el Verbo era Dios. Todas las cosas fueron hechas por Él. En Él estaba la vida, y la vida era la luz de los hombres y la luz brilla en las tinieblas y las tinieblas no la recibieron” (Io. 1, 1, 3-5)

Cristo nunca se impone, se alberga en los corazones de quienes lo reciben, le dan posada en su vida, y así, debe ser con todos nuestros hermanos y hermanas, debemos darles la bienvenida con la calidez de nuestra humildad y alegría, sin importar religión, raza, género o nacionalidad.

En la navidad regalamos juguetes, ropa y cosas a los niños, amistades y familiares, pero no olvidemos que es la ocasión para regalar tiempo, afecto, enseñanza de la fe, y sobre todo, cariño expresado en palabras y gestos que nos vinculen y nos reconforten como familia.

Que hoy y siempre podamos iluminar nuestros corazones, con la salvación que Dios nos ha provisto, es tiempo de avocarnos al servicio, de ayudar al prójimo y mirar hacia nosotros, para contemplar nuestra propia luz y reflejarla al exterior.

Navidad no sólo es un rato, es la mañana siguiente, y la que le sigue, es cada minuto del año en que se vive la fe, en que los creyentes reafirman día a día su credo, con generosidad y desprendimiento, para hacer la diferencia y recuperar la paz entre todos los hermanos.

Feliz Navidad les deseo con el afecto de siempre.

*Analista en temas de Seguridad, Justicia, Política y Educación *Si deseas recibir mis columnas en tu correo electrónico, te puedes suscribir a mi lista en el siguiente vínculo: https://eepurl.com/Ufj3n