“El humor me salva de mí misma”

20 de Octubre de 2025

“El humor me salva de mí misma”

Con humor y lucidez, la autora transforma en Crónicas marianas la ansiedad, la vergüenza y el desamor en materia literaria. Su escritura expone la fragilidad como un gesto de compañía

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También recuerda la crónica escrita durante la pandemia, una pieza con humor, pero atravesada por la pérdida
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Hay quien escribe para entender lo que le duele y quien escribe para burlarse de ello. Mariana H —conductora y locutora con más de tres décadas de trayectoria en radio y televisión— pertenece a ambos bandos.

Su más reciente libro de relatos personales Crónicas Marianas. Relatos de una soltera (casi) siempre en crisis, publicado por Reservoir Books, es una colección de confesiones narradas con la mezcla exacta de ternura, sarcasmo y autocrítica.
En ellas caben la angustia, la soledad, el amor rústico y el miedo al ridículo.

“El humor me salva de mí misma”, dice con la voz firme de quien ha convertido sus crisis en un estilo.
Desde hace años, Mariana se ha acostumbrado a convivir con la ansiedad. “Si me das a escoger entre ser ansiosa o hipocondriaca, sin duda la ansiedad gana”, admite. “La mayoría de las cosas por las cuales me preocupo jamás suceden”, cita, recordando a Tom Petty.

Esa frase, que podría figurar como epígrafe de sus textos, resume su manera de observar la vida: con preocupación anticipada, pero también con una risa que desactiva el drama.

En conversación con ejecentral, Mariana alterna la carcajada con la confesión. Habla de terapias, psiquiatras y de un apodo que la marcó: Angus, no por el guitarrista de AC/DC, sino por Angustias.

“El humor me da una herramienta, como los poetas tienen la escritura para sacar sus dolores. Yo lo hago a través de la risa como mecanismo de defensa”, cuenta.

Esa combinación de introspección y ligereza atraviesa cada crónica, donde la autora se exhibe sin pudor, pero también sin crueldad hacia sí misma.

El proceso, explica, no es meticuloso ni calculado: “Casi todas las crónicas salen de un tirón. Es un vómito, pero cuando cuaja, cuando siento que algo funcionó, es muy liberador”.

Escribir, en su caso, no es un acto de sanación inmediata, sino una manera de dotar de sentido a la pequeña tragedia.

“No me río cuando me pasan las cosas, pero tengo la esperanza de que después podré escribir sobre ellas y que eso les dé una razón de ser.”

Entre los textos más difíciles de abordar, menciona uno sobre la maternidad, o más bien sobre la no maternidad.

“Quería tratarlo con empatía y firmeza. Mostrar que no tener hijos no significa estar incompleta, ni haber dejado de conocer el amor.”

También recuerda la crónica escrita durante la pandemia, una pieza con humor, pero atravesada por la pérdida.

“Ahí quise rendir un pequeño homenaje a quienes se fueron, entre ellos Pau Donés, un gran amigo y amor de muchos años.”

Hay en su mirada una belleza particular hacia la vergüenza. “Le tengo mucho miedo al ridículo, de verdad. Pero cuando logro reírme, sé que puedo superarlo. Hacer un osazo es una maravilla”, dice entre risas.

En su universo literario, el bochorno no es humillación, sino un recordatorio de que seguimos vivos.

Cuando la conversación deriva hacia el amor, Mariana confiesa que sigue creyendo en él, aunque a veces lo busque en los lugares equivocados.

“Intenté las apps, pero fue terrible. En cambio, hubo un novio que llamo ‘el rústico’. Era un hombre bueno, atento, cariñoso, y aun así me harté. Luego me volví a enamorar de un patán, ausente y borracho, porque tenía dos cosas que me encantan: el humor y la música.

Su honestidad no es impostada. Si algo define su escritura es la ausencia de pretensión.

“No me arrepiento de nada de lo que conté”, asegura.

“Fui cuidadosa para no herir a nadie, pero no se trataba de hacer escarnio de otros, solo de mí.”

Algunas historias se quedaron fuera, otras llegarán más adelante. “Amigos que leen el libro me dicen: ‘¿Por qué no contaste esto o aquello?’ Las voy apuntando, no sé si las publicaré, pero quiero tener ese registro”.

Con una carrera que abarca estaciones como Televisa Radio, Canal 22 y ahora Grupo Imagen, Mariana H ha hecho del micrófono su territorio natural.

El paso de la radio a la literatura no parece un salto, sino una continuidad.

“La radio tiene esa suerte de compañía”, dice.
“Si alguien lee mis textos en una noche mala y se siente un poco menos solo, todo valió la pena.”

A lo largo de los años, la autora ha entendido que la risa no niega el dolor, sino que lo vuelve soportable.

En su voz —la misma que acompaña a los oyentes desde hace décadas— hay una mezcla de inteligencia, desparpajo y ternura.

En tiempos donde la autoexposición suele ser mero exhibicionismo, ella convierte la vulnerabilidad en un acto de elegancia.

Reírse de uno mismo, parece decirnos, sigue siendo la forma más seria de resistir.