La violencia digital contra mujeres y niñas dejó de ser un fenómeno aislado para convertirse en uno de los focos más alarmantes en el entorno tecnológico. El avance de herramientas basadas en inteligencia artificial (IA) y el anonimato que domina internet amplificaron agresiones que hoy se reproducen sin freno en plataformas en todo el mundo.
Que 95% de los deepfakes o contenido manipulado en el mundo sea material sexual y que 99% de las víctimas sean mujeres refleja con crudeza cómo la IA amplifica una violencia que ya existía, pero que hoy se vuelve más rápida, más anónima y más difícil de detener.
Las cifras reflejan la profundidad del problema. ONU Mujeres señala que menos del 40% de los países cuenta con leyes para atender el acoso en línea, lo que deja a 1,800 millones de mujeres y niñas sin protección efectiva frente a ataques facilitados por tecnología.
En este escenario, especialistas han advertido que la innovación avanza en paralelo con nuevas formas de abuso. La experta en ciberseguridad, Claudia María Rincón Pérez, explica que internet abrió oportunidades, pero también un campo donde el daño se multiplica y se vuelve permanente. Lo que inicia como un ataque digital puede trasladarse a la vida cotidiana con consecuencias graves.
Los reportes de ONU Mujeres muestran que la violencia digital tiene efectos concretos fuera de la pantalla, como pérdida de empleo, abandono escolar, tensiones familiares y afectaciones emocionales derivadas de amenazas, hostigamiento y manipulación de contenido.
Aunque países como Reino Unido han avanzado con su Ley de Seguridad en Línea y México con la Ley Olimpia, solo 117 naciones reportan avances regulatorios para 2025. La respuesta sigue siendo desigual y fragmentada.
En México, el panorama habla de los pendientes. De acuerdo con el Módulo sobre Ciberacoso (MOCIBA) 2024 del INEGI, 10.6 millones de mujeres fueron víctimas de violencia digital, es decir, una de cada cinco. El estudio revela que las mujeres reciben el doble de insinuaciones sexuales no solicitadas que los hombres y que, cuando identifican a los agresores, 87% resultan ser varones. Las jóvenes de 20 a 29 años concentran la mayor prevalencia, con tres de cada diez afectadas.
Organismos y expertos como Claudia Rincón coinciden en que prevenir exige más que sanciones. Recomiendan incorporar a más mujeres en el diseño de IA, retirar contenido dañino con mayor rapidez y reforzar la rendición de cuentas de las plataformas. También urge elevar la alfabetización digital y reducir discursos tóxicos.
La campaña #NoHayExcusa, del 25 de noviembre al 10 de diciembre, busca impulsar estas discusiones. En paralelo, especialistas subrayan que cualquier regulación debe ajustarse a las particularidades de cada contexto social y cultural, ya que un modelo único difícilmente responde a un fenómeno global con expresiones tan diversas.
Calidad con sentido público
La distinción que el CCE, el Consejo de la Comunicación y el Instituto para el Fomento a la Calidad entregaron a la Entidad Mexicana de Acreditación exhibió un modelo institucional que coloca la dimensión social en el centro de su estrategia. El galardón reconoció una iniciativa enfocada en mejorar la relación con los usuarios mediante procesos eficientes, automatización y uso inteligente de capacidades internas, además de un esfuerzo adicional destinado a fortalecer alianzas con sectores e instituciones para generar valor compartido. La entidad impulsa una cultura que conecta responsabilidad social con competitividad. Su enfoque pretende consolidar vínculos con actores clave del ecosistema de acreditación y ofrecer servicios confiables para sectores productivos y regulados. Este tipo de esfuerzos suele pasar desapercibido, aunque sostiene la calidad que respalda la seguridad del consumidor, la salud y el cuidado ambiental.
