Según los datos más recientes de la plataforma Latinometrics, especializada en periodismo de datos, estadísticas y encuestas, en América Latina las iglesias evangélicas están teniendo un auge histórico, y con ello su capacidad de colocar a hombres y mujeres dentro del mundo político para la toma de decisiones que influyen en la vida social, cultural y hasta económica de naciones de habla hispana.
Este auge podría tener varias explicaciones, dependiendo del país, pero en la mayoría se debe a las prácticas de corrupción de la jerarquía católica, así como el involucramiento de sus dirigentes (de todos los niveles) en delitos sexuales cometidos en contra menores de edad; su complicidad y vínculo con élites económicas y de poder político que han dañados a naciones en desarrollo.
La empresa Latinometrics indica en su portal que hace una década en promedio los habitantes de países de esta región del mundo se asumían como “católicos”, pero para el 2024 se duplicó la cifra y pasaron de tener hasta el 20% de evangélicos (cristianos o protestantes) en países como México, El Salvador, Nicaragua, Guatemala y Honduras. En estos 4 últimos existen regiones donde hasta un 40% de habitantes asisten a una congregación no católica desde hace más de 10 años, datos que refuerza el Centro de Investigaciones Pew (PEW, por sus siglas en inglés).
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La deserción de católicos a otras expresiones de fe también se ha debido a las opciones que han encontrado para manifestar su rechazo a temas de moralidad como la despenalización del aborto, el matrimonio igualitario, el rechazo a la educación sexual de menores en escuelas públicas, el reconocimiento y aceptación de la comunidad LGBT que es donde los evangélicos han ganado terreno en lo político.
Por ejemplo, en Argentina y Brasil, el apoyo que los no católicos brindaron a Javier Milei y a Jair Bolsonaro (a pesar de que estos mandatarios no son militantes de alguna iglesia evangélica), ha sido decisivo para llevarlos y mantenerlos en el poder. La bancada brasileña en el congreso representa un 15%, es decir, al menos 75 parlamentarios (entre obispos, pastores y laicos), toman decisiones políticas, mientras que en Argentina, nación que junto con EU abandonaron la Organización Mundial de la Salud (según por su tendencia proclive a la ideología de género), piensan en organizar una alternativa internacional que promueva valores familiares más acordes al cristianismo.
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En realidad, la conversión de católicos hacia otras iglesias se ha debido más al enfoque sobre temas que afectan a la población más en el ámbito moral que en el religioso. La disyuntiva no se centra en una temática doctrinal ni bíblica, sino en la óptica de una descomposición social que en el discurso condena la iglesia católica, pero que en sus filas tolera y alienta con el ejemplo de sus representantes.
PALABRA DE HONOR: Pastores evangélicos de todo el país invitaron a su feligresía, al iniciar sus cultos dominicales, a votar para elegir impartidores de justicia el pasado 1 de junio, pero la respuesta fue raquítica. En elecciones federales pasadas el abstencionismo llegó hasta un 45% en congregaciones no católicas, pero esta vez ni los representantes religiosos sabían cuál era su papel como electores.