Cuando la violencia se hace viral

20 de Mayo de 2025

Julieta Mendoza
Julieta Mendoza
Profesional en comunicación con más de 20 años de experiencia. Es licenciada en Ciencias de la Comunicación por la UNAM y tiene dos maestrías en Comunicación Política y Pública y en Educación Sistémica. Ha trabajado como conductora, redactora, reportera y comentarista en medios como el Senado de la República y la Secretaría de Educación Pública. Durante 17 años, condujo el noticiero “Antena Radio” en el IMER. Actualmente, también enseña en la Universidad Panamericana y ofrece asesoría en voz e imagen a diversos profesionales.

Cuando la violencia se hace viral

Julieta Mendoza - columna

El asesinato de Valeria Márquez, cometido mientras transmitía en vivo a través de redes sociales, es un recordatorio escalofriante de las múltiples caras de la violencia contra las mujeres en México. Este crimen no solo conmocionó por su brutalidad, sino también por la inmediatez con la que quedó registrado, haciendo de las plataformas digitales un testigo silencioso de la tragedia.

Lo ocurrido con Valeria es más que un hecho aislado; es parte de una crisis que cobra la vida de 10 mujeres al día en el país, según datos de ONU Mujeres (2023). En un mundo donde las herramientas tecnológicas prometen conexión y visibilidad, estas mismas plataformas también se convierten en arenas de exposición que amplifican la vulnerabilidad de las mujeres.

La transmisión en vivo de sus últimos momentos desató una oleada de preguntas: ¿sabía Valeria que estaba en peligro? ¿Había recibido amenazas previas? Aunque las respuestas siguen siendo inciertas, el caso evidencia la necesidad de un debate urgente sobre el papel de las redes sociales en contextos de violencia. ¿Qué responsabilidad tienen estas plataformas en la prevención y manejo de estas situaciones?

El feminicidio de Valeria Márquez resuena con otros casos emblemáticos que han sacudido al país. En 2020, el asesinato de Ingrid Escamilla y la difusión de imágenes de su cuerpo generaron indignación y llevaron a la promulgación de la Ley Ingrid, que sanciona a quienes filtren material gráfico de las víctimas. Sin embargo, la normalización de la violencia a través de imágenes y transmisiones no cesa, evidenciando un sistema que falla sistemáticamente en proteger a las mujeres y regular las nuevas formas de agresión digital.

Lo que distingue este caso es su impacto inmediato en la audiencia. Miles de personas fueron testigos involuntarios de un acto atroz, lo que expone un fenómeno emergente: el “feminicidio digital”, donde la violencia física se intersecta con la tecnológica. La diseminación del contenido no solo revictimiza a las familias, sino que perpetúa una cultura de consumo morboso que trivializa la gravedad de estos crímenes.

Además de la acción punitiva, este caso exige una reflexión profunda sobre la responsabilidad de las plataformas tecnológicas. ¿Cómo pueden las redes prevenir que sus espacios sean utilizados como herramientas para actos de violencia? ¿Qué protocolos deben implementarse para intervenir en tiempo real y proteger a sus usuarios? Una consideraciòn necesaria para el analisis de la nueva Ley de Telecmunicaciones y Radiodifusión.

El sistema de justicia tiene el deber ineludible de actuar con sensibilidad y eficacia. Las víctimas y sus familias no deben enfrentar procesos que las revictimicen. En cambio, deben recibir un trato digno y una justicia expedita.

Casos como el de Valeria deben servir como catalizadores para la creación de medidas más contundentes, que incluyan educación en perspectiva de género, mayor regulación de plataformas digitales y capacitación especializada para las autoridades.

La violencia contra las mujeres, en todas sus formas, no puede seguir siendo tratada como un fenómeno aislado. Es un problema estructural que requiere una respuesta integral.

Hoy, Valeria Márquez se suma a una lista dolorosamente larga de nombres que claman por justicia. Y mientras esa justicia llega, como sociedad debemos preguntarnos: ¿qué estamos haciendo para garantizar que ninguna mujer vuelva a vivir con miedo, ya sea en el espacio físico o digital?

Es crucial que la investigación se enfoque en garantizar justicia y prevenir que su historia se convierta en un espectáculo mediático. La tecnología también debe ser un aliado en la protección. Esto incluye implementar protocolos más estrictos para prevenir y reaccionar ante situaciones de peligro transmitidas en vivo.

Es lamentable, pero la lucha por la igualdad de género y la erradicación de la violencia contra las mujeres está lejos de concluir.

Hoy, más que nunca, debemos recordar que cada acto de violencia contra las mujeres es un fracaso colectivo. No basta con la indignaciòn y el prejuicio; es necesario actuar. Como sociedad, debemos construir un entorno donde las mujeres puedan vivir sin miedo, tanto en el espacio físico como en el digital.