En la Ciudad de México, el lujo no siempre es sinónimo de seguridad o transparencia. Basta mirar a Grupo Amphytrion, una empresa que promete convertir cualquier celebración en un evento memorable en espacios exclusivos de Polanco, Roma Norte, Cuahtémoc o Lucerna. Sin embargo, detrás del brillo de sus salones y la apariencia de sofisticación, hay denuncias públicas que apuntan a un modus operandi preocupante, que incluye cobros adicionales a los estipulados en contrato, exigidos a los clientes a días de realizarse sus eventos.
El caso más reciente involucra a una empresa que contrató el salón Masaryk 183 para una fiesta de aniversario. Según lo acordado, el contrato cubría el paquete de alimentos y todos los servicios necesarios para el evento. Sin embargo, apenas dos días antes de la celebración, los prestadores de servicios exigieron un pago adicional de 11 mil pesos, alegando una “confusión” en el paquete contratado. Ante la proximidad del evento y la imposibilidad de reorganizar todo en tan poco tiempo, los clientes se encontraron ante una presión insostenible: pagar lo que no estaba acordado o arriesgar la cancelación del servicio, sin reembolso, a excepción del banquete. Para aumentar la presión, el pago debía realizarse de inmediato.
No se trató de un hecho aislado. Ese mismo fin de semana, otra clienta que rentó un espacio para una boda recibió un cobro extra por sillas adicionales, también fuera del presupuesto y a solo cuatro días del evento. La presión de la cercanía de la fecha la obligó a solventar el monto adicional para no arriesgar la celebración. Las coincidencias entre ambos casos sugieren que esta práctica podría ser un patrón recurrente de Grupo Amphytrion: imponer pagos inesperados a los clientes, aprovechando la urgencia de los eventos y la imposibilidad de reorganizar planes a última hora.
El contrato de la primera empresa se realizó bajo la razón social The Maestros, Digital Experience, S.A. de C.V., representados por César González Arias. A pesar de esto, la empresa insistió en la exigencia de pagos extra a través de Antón Arias, quien dejó claro que no habría margen para negociaciones y que la cancelación estaba latente si no se cumplían los requerimientos.
El contexto de Masaryk 183 añade un elemento más al cuestionamiento. Este espacio mantiene en sus instalaciones el nombre de TATEL, restaurante propiedad del futbolista Cristiano Ronaldo y el tenista Rafael Nadal, que cerró de manera definitiva a inicios de 2025. A pesar del cierre, Grupo Amphytrion decidió conservar el logo de TATEL, lo que genera confusión entre los clientes y aumenta la percepción de prestigio del espacio. Plataformas como Open Table y TripAdvisor muestran reseñas de personas que intentaron reservar en TATEL sin saber que ya estaba cerrado, solo descubriendo la situación al llegar al lugar.
Por si todo esto fuera poco, a estas prácticas se suma el testimonio de Paulina Hernández, quien relata cómo, a pesar de apartar un lugar con un anticipo del 50%, el espacio que había reservado terminó siendo asignado a otra persona. Según su relato, el seguimiento de la empresa fue deficiente, con respuestas tardías y confusas, y la comunicación con César, del área de ventas, resultó grosera y prepotente.
Mientras Grupo Amphytrion promociona en su página oficial que sus espacios son “tu mejor opción para eventos privados en la Ciudad de México” y que ofrecen “elegancia, comodidad y control total sobre tu celebración”, la experiencia real de los clientes plantea una mezcla de presión, cobros sorpresivos y un riesgo constante de cancelación de servicios previamente contratados.
Parece que hay empresas organizadoras que han olvidado que la transparencia y la confianza deberían ser tan importantes como la decoración o la carta de alimentos. Hoy, estas denuncias ponen en evidencia que no todo lo que brilla es lujo. Por ello, quienes buscan organizar un evento con glamour y clase, deberían tener en cuenta que, a veces, el verdadero lujo es poder confiar en lo que se firma.