Las intensas lluvias que azotaron a varios estados del país —entre ellos Puebla, Veracruz, Hidalgo y Querétaro— han dejado hasta ahora 64 personas fallecidas y 65 desaparecidas. Son cifras que duelen y conmueven, pero también deberían recordarnos una verdad elemental: nadie puede enfrentar la fuerza de la naturaleza, sólo prepararse para mitigar sus efectos y actuar con rapidez y humanidad cuando llega la emergencia.
Sin embargo, mientras las autoridades trabajan en el rescate y la atención a los damnificados, hay quienes buscan carroña política en medio del dolor ajeno. Opinadores y adversarios que, desde la comodidad de un escritorio o la pantalla de un estudio, intentan convertir una tragedia natural en un arma partidista. Es el viejo vicio de la oposición sin proyecto: la crítica vacía que no aporta soluciones, el oportunismo disfrazado de análisis.
Frente a eso, la presidenta Claudia Sheinbaum ha mostrado liderazgo, carácter y serenidad. El domingo recorrió personalmente Huauchinango y Xicotepec, las zonas más golpeadas de la Sierra Norte de Puebla, donde se registran 13 fallecidos y 28 municipios afectados. Desde el inicio de la emergencia, la maquinaria estatal y federal se desplegó de manera coordinada, con el Plan Marina activado y el respaldo de la Secretaría de la Defensa Nacional en las tareas de rescate y limpieza.
La presidenta fue clara: “A nadie se va a dejar desamparado”. Y también fue firme al condenar la actitud ruin de algunos medios y voces que practican el “zopiloteo” político. “Es ruin la búsqueda de culpables ante la desgracia”, dijo con razón. Con ese mensaje, Sheinbaum puso en claro que la prioridad del gobierno federal no es el debate estéril, sino la acción inmediata y la solidaridad.
En Puebla, la respuesta del gobernador Alejandro Armenta reflejó esa misma visión de compromiso. Apenas unas horas después de las inundaciones —ocurridas durante la noche—, Armenta ya se encontraba en el terreno, coordinando acciones, escuchando a la gente y encabezando el esfuerzo de limpieza y reconstrucción. No esperó la orden ni el reconocimiento: actuó.
Este martes, el mandatario recorrió nuevamente las zonas afectadas, en colonias como Nuevo Monterrey y Chapultepec, donde dialogó directamente con las familias damnificadas. Su presencia constante, sin poses ni discursos vacíos, refleja un estilo de gobierno basado en la cercanía y la atención directa. En medio de la adversidad, Armenta ha proyectado una imagen de autoridad serena y eficaz, más preocupada por resolver que por declarar.
La emergencia también permitió observar la buena sintonía política e institucional entre la presidenta y el gobernador. Ambos actuaron con coordinación y respeto mutuo, dejando claro que las diferencias partidistas o los intereses locales no tienen cabida cuando se trata de proteger la vida y el bienestar de la gente. Esa armonía de trabajo se tradujo en eficiencia, pero también en un mensaje político de fondo: la Cuarta Transformación tiene capacidad de respuesta, disciplina y sentido humano.
Vale recordar que en 1999 la Sierra Norte vivió un desastre devastador que cobró más de dos mil vidas. Hoy, pese a las pérdidas que lamentar, la historia es distinta. Porque esta vez hubo prevención, reacción inmediata y trabajo conjunto entre los tres niveles de gobierno. No se trata de minimizar el daño, sino de reconocer que la experiencia institucional ha evolucionado y que la coordinación ha salvado vidas.
Desde una mirada política, lo ocurrido en Puebla deja una lectura interesante: Armenta aprovechó la crisis para demostrar capacidad de mando sin caer en protagonismo, consolidando su liderazgo desde la acción y no desde el discurso. En un contexto donde la ciudadanía castiga la indiferencia y la simulación, su respuesta oportuna le da un peso político propio dentro del bloque de gobiernos alineados con la presidenta Sheinbaum.
Las lluvias no distinguen colores ni partidos, pero sí exhiben quién gobierna con sensibilidad y quién sólo busca aplausos fáciles. En esta ocasión, la presidenta Claudia Sheinbaum y el gobernador Alejandro Armenta estuvieron a la altura del desafío: humanos, firmes y presentes.
Porque ante la tragedia hay dos caminos: actuar o aprovecharse. Los primeros salvan vidas. Los segundos, sólo buscan likes.
En Cortito: Nos cuentan que en los últimos días, la Secretaría de Seguridad y Protección Ciudadana ha dado muestras claras de que la coordinación y la estrategia son armas poderosas en la lucha contra el crimen organizado.
Omar García Harfuch, al frente de esta dependencia, ha demostrado que la seguridad pública no se limita a operativos aislados, sino a un trabajo meticuloso de inteligencia, colaboración interinstitucional y acción contundente.
Un ejemplo reciente ocurrió en Quintana Roo, donde, en colaboración con agencias internacionales y nacionales como la Guardia Nacional, la Sedena, Semar, la FGR, la SSC de Quintana Roo, el INM e Interpol, fueron detenidos dos hombres vinculados con delitos de alto impacto: tráfico de armas, drogas y lavado de dinero. Entre ellos destaca Mikael Michalis Ahlstrom Tenezos, alias “El Griego”, líder del grupo criminal Dalen y generador de violencia en Suecia, quien contaba con una orden de arresto internacional emitida por Interpol a solicitud de Europol.
No menos relevante fue la acción realizada en Guerrero, donde García Harfuch encabezó la coordinación con la FGE, la SSP estatal, la Sedena, Semar, la FGR y la GN para capturar a Miguel Ángel “N”, presunto responsable del homicidio del sacerdote Bartolo Pantaleón en Eduardo Neri. Gracias a un trabajo de inteligencia y vigilancia, las autoridades pudieron localizar al sospechoso en Chilpancingo, asegurar su detención y ponerlo a disposición de la justicia.
Estos operativos demuestran que, bajo la dirección de García Harfuch, la Secretaría de Seguridad y Protección Ciudadana ha logrado unir la acción local, nacional e internacional, cerrando espacios a los criminales y enviando un mensaje claro: el crimen no tiene cabida en México. La estrategia es firme, precisa y efectiva, y cada golpe acertado fortalece la confianza de la ciudadanía en sus instituciones de seguridad.
Omar García Harfuch no solo actúa; prevé, investiga y coordina. Cada operativo, cada detención, refleja un compromiso constante con la seguridad de los mexicanos y con la certeza de que el Estado tiene la fuerza y la inteligencia para enfrentar al crimen organizado, sin titubeos ni concesiones.