La caída de las remesas en México: ¿ajuste o alarma?

2 de Agosto de 2025

Marco Ortiz Sosa
Economista Principal de la Unidad de Perú de BBVA Research y profesor del Departamento Académico de Economía de la Universidad del Pacífico. Posee un Ph.D. y Magister en Investigación en Economía por la London School of Economics and Political Science (Inglaterra), y es bachiller en Economía por la Universidad del Pacífico (Perú). Anteriormente, se desempeñó como Subgerente de Diseño de Política Monetaria en el Banco Central de Reserva del Perú y fue Consultor y Asociado Profesional en el Banco Mundial.

La caída de las remesas en México: ¿ajuste o alarma?

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Las remesas son un pilar económico fundamental para México. El país se ha consolidado como el segundo mayor receptor mundial, solo detrás de India, alcanzando un récord histórico de US$ 64,745 millones de dólares en 2024, tras once años consecutivos de crecimiento. Sin embargo, el panorama cambió drásticamente en los primeros meses de 2025. ¿Estamos ante un ajuste natural o frente a una señal de alarma que exige atención inmediata?

La preocupación surge a partir de las cifras recientes. En mayo de 2025, México recibió US$ 5,360 millones de dólares en remesas, una reducción de 4.6 % interanual. Esta caída se suma al desplome del 12% en abril, el peor desde 2012. Con ello, la contracción acumulada entre enero y mayo alcanza el 3%, marcando un quiebre abrupto tras más de una década de expansión sostenida.

Paradójicamente, esta caída no refleja un deterioro del mercado laboral estadounidense para los migrantes mexicanos, cuyas condiciones siguen sólidas: en mayo, la tasa de desempleo fue de 3.6 % y la participación laboral se mantuvo en 66.2 %.

Por ello, las hipótesis se concentran en otros factores:

Políticas migratorias más restrictivas. La administración Trump reinstauró la política “Quédate en México” y suspendió “catch and release”. El creciente temor a la deportación ha llevado a muchos migrantes a ahorrar de manera precautiva o a utilizar canales informales para enviar remesas. También pudo generar ausencias laborales esporádicas, no reflejadas en las cifras laborales globales.

Debate sobre el impuesto a las remesas. Propuesto inicialmente en 5 %, luego en 3.5 % y finalmente fijado en 1 %. Este gravamen generó incertidumbre y búsqueda de métodos alternativos. Aunque se han anunciado exenciones mediante cuentas bancarias y la nueva tarjeta “Finabien Paisano”, la confusión inicial pudo haber afectado las cifras observadas.

Factores demográficos. El número de migrantes mexicanos en EE. UU. ronda los 12 millones, pero su dinámica se ha estancado y la población ha envejecido, reduciendo su propensión a enviar remesas. Se estima que, en lo que va del año, la población migrante se redujo en 150,000 personas respecto al mismo periodo de 2024.

La hipótesis sobre las políticas inmigratorias pierde fuerza al compararnos con otros países receptores. En mayo se observaron niveles récord en Guatemala, Honduras y El Salvador, con tasas de crecimiento de dos dígitos. Así, los factores detrás de la caída de las remesas a México serían más idiosincráticos —como la fuerte apreciación del peso— o estar ligados a la composición específica de su diáspora.

Sea reflejo de cambios estructurales o resultado de un año especialmente volátil, lo cierto es que las decisiones migratorias y fiscales de EE. UU. tienen efectos globales. La libre movilidad laboral —como la de capitales— permite que los recursos se asignen donde generan más valor para la sociedad. Las remesas expresan esta libertad: individuos que trabajan donde son más productivos para mejorar la calidad de vida de sus familias. Son expresión de esfuerzo, movilidad y cooperación voluntaria.

Proteger su flujo es defender uno de los vínculos más estables y productivos entre México y su diáspora. Tratarlo como un problema es ignorar el valor económico y humano que representa. Limitarlo con trabas o impuestos es fallar en comprender su verdadero significado.