En el contexto de la presencia naval estadounidense en el Caribe, todo parece indicar que el ataque a embarcaciones continuará siendo uno de sus principales objetivos. Al momento de escribir estas líneas, el anterior sábado se habría realizado un ataque más, sumando 16 lanchas destruidas y 64 muertos, desde el inicio de la ofensiva el pasado 2 de septiembre.
Las acciones se realizan sin procedimientos judiciales y violación al Derecho Internacional, acarreando tensiones en la región, principalmente con los gobiernos de Venezuela y Colombia. Funcionarios de Naciones Unidas consideraron que los ataques son inaceptables, demandan detenerlos y evitar asesinatos extrajudiciales. Dijeron que dichas acciones se han estado produciendo fuera de un conflicto armado o de hostilidades activas y que el uso de la fuerza letal sólo está permitido en casos extremos ante amenaza inminente a la vida.
Si bien la presidenta de México ha manifestado preocupación por una eventual incidencia en la sobería mexicana ante las acciones estadounidentes, se ha limitado a decir no estar de acuerdo con las intervenciones, sin mayor justificación, e informó que pidió al Canciller mexicano reunirse con el embajador de Estados Unidos y que buscarían encuentros con la Guardia Costera de ese país y el Comando Sur.
Si bien funcionarios estadounidenses raramente habían mencionado al tráfico de cocaína como una prioridad y sí al fentanilo, afirman que la presencia naval en el Caribe tiene como fin combatir el tráfico de cocaína y al crimen organizado, principalmente venezolano. En los últimos días Estados Unidos ha modificado su estrategia para atacar a presuntos narcotraficantes en el Pacífico oriental y no sólo en el Caribe, por la importancia de la ruta para el narcotráfico. Observadores afirman que el gran volumen de cocaína no se produce en Venezuela, aunque es un país utilizado para el trasiego hacia la potencia del norte, ni tampoco participa en la producción de fentanilo, ésta se realiza casi totalmente en México con químicos de Asia, especialmenre provenientes de China.
La United Nations Office on Drugs and Crime (UNODC) y Drug Enforcement Administration (DEA) destacan que desde hace cuatro décadas la cocaína ha sido un serio problema para Estados Unidos, en tanto que Colombia sigue siendo el principal país de origen, seguido por Perú y Bolivia. Principalmente los cárteles mexicanos estarían a cargo del trasiego por mar, aire y tierra, por Centroamérica, el Caribe y fundamentalmente por el Pacífico. En Estados Unidos parte del producto se convierte en crack, distribuido por grupos criminales y pandillas.
Según la DEA, de 2015 a 2023 las sobredosis mortales por cocaína aumentaron constantemente en Estados Unidos, pero en 2024 disminuyeron 25%, con 22,678 muertes. Pero persiste preocupación por la venta de cocaína adulterada con fentanilo, ya que las muertes por sobredosis con cocaína aumentaron constantemene durante ocho años consecutivos, en muchas de las cuales se involucró el uso conjunto con opioides sintéticos, principalmente fentanilo. Si bien el consumo involuntario de cocaína y fentanilo existe, también los narcotraficantes adulteran intencionalmente la cocaína con fentanilo para aumentar las cualidades adictivas.
Más allá del narcotráfico, la presencia estadounidense también tiene un fin estratégico: mostrar poder marítimo en la región, su lugar de influencia, de especial interés para su seguridad nacional y de competencia geoestratégica, en torno a variables como el Canal de Panamá, el estratégico Golfo de Venezuela, valiosas rutas marítimas y el carácter geopolítico de la dictadura venezolana con China, Irán y Rusia. El ataque de embarcaciones no detendrá por sí solo el flujo del comercio de drogas hacia Estados Unidos, ya que se trata de un tema de demanda y oferta transnacional, en el cual el mercado define fundamentalmente la tragedia de la trama.