El pasado viernes 5 fue dada a conocer la Estrategia de Seguridad Nacional 2025 de Estados Unidos (NSS-2025, por sus siglas en inglés), bajo el principio rector de “America First”, que delinea la visión internacional del presidente Donald Trump y en el que se trazan estrategias para el hemisferio occidental, Asia, Europa, Medio Oriente y África, con especial prioridad para América Latina, mismo que se comentará aunque sea someramente.
El documento supone un cambio radical en política exterior y seguridad, que rechaza las políticas posteriores a la Guerra Fría, del “globalismo” y el libre comercio. Plantea una “corrección” para décadas de errores estratégicos, de compromisos globales ajenos a los intereses de Estados Unidos, el patrocinio de una red de instituciones internacionales, muchas veces antiamericanas, afirma el documento, y que permitió que sus aliados eludieran sus responsabilidades de defensa. Objeta los costos asumidos por el pueblo estadounidense para la defensa de sus aliados y socios, que a veces arrasaron al país a conflictos y controversias ajenos a sus intereses. Reprocha un globalismo insostenible que vació el contenido de la clase media y la base industrial que depende del predominio económico y militar estadounidense.
En su lugar, la NSS-2025 propone un enfoque pragmático y de realismo estratégico, de reducción de compromisos globales innecesarios, así como, del orden global liberal y de la cooperación multilateral; exclusivamente centrado en los intereses nacionales prioritarios estadounidenses, para asegurar que el país continúe siendo por décadas el más fuerte, el más rico, más poderoso y exitoso del mundo.
El documento hace un diagnóstico crítico a Europa, a la que describe como una región vulnerable que debe asumir su propia defensa de manera autónoma. De China se refiere como un adversario económico y tecnológico peligroso, donde se deben proteger las rutas comerciales, asegurar un equilibrio militar favorable y trabajar con países estratégicos para disuadir agresiones. Sobre Taiwán, Estados Unidos considera su permanencia segura, próspera y autosuficiente.
En lo que concierne al hemisferio occidental bajo el denominado “Corolario Trump” de la Doctrina Monroe, la estrategia estará enfocada a desalentar la migración masiva y reforzar la cooperación de socios regionales para combatir el narco-terrorismo, los cárteles y otras organizaciones transnacionales; el presidente desea un hemisferio libre de incursiones extranjeras o de propiedad de activos claves y cadenas de suministro críticas.
Estados Unidos tenderá a reorientar su presencia militar en el hemisferio occidental, en defensa de amenazas urgentes, controlar rutas marítimas, migración ilegal, tráfico humano y de drogas; asegurar su frontera y derrotar cárteles, incluso, con la fuerza letal cuando sea necesario; expandir su acceso a lugares estratégicos; dar prioridad a la diplomacia comercial mediante aranceles y acuerdos recíprocos y asegurar cadenas de suministro críticas.
Para México la NSS-2025 previsiblemente tenderá a incidir en una mayor presión en políticas de seguridad y comercio con Estados Unidos, migración, tráfico de drogas y crimen organizado, lo que conllevaría una mayor presencia de agencias de seguridad estadounidenses y más cooperación militar y de inteligencia, así como, exigencias para reforzar la seguridad en puertos, aduanas y rutas. México no estaría ajeno a una mayor presión para alinearse a sanciones o restricciones contra China o Rusia.
En el contexto, la relación bilateral continuará con tensiones diplomáticas, donde las decisiones internas estarán estrechamente observadas desde Washington. La estrategia del presidente Trump no necesariamente implica una confrontación directa, aunque plantea una presión geopolítica y económica permanente. La relación bilateral dependerá de la capacidad de México de negociar.
