La Marina-Armada de México es, desde hace décadas, una de las instituciones más sólidas y emblemáticas del Estado mexicano. Nacida con la misión de resguardar la soberanía nacional en las aguas patrimoniales y en la zona económica exclusiva, ha sido un baluarte en la defensa de nuestros litorales y en la preservación de los intereses marítimos de la nación. Su sola presencia en mares y costas ha representado un símbolo de orden, respeto a la ley y seguridad nacional.
Con el paso del tiempo, su responsabilidad se ha ampliado más allá de los mares. Hoy, la Marina está presente en aeropuertos y aduanas, ejerciendo funciones de supervisión, control y resguardo estratégico en espacios que resultan vitales para la seguridad y el desarrollo económico del país. Este papel protagónico confirma que la institución se ha convertido en un eje transversal de la seguridad nacional, capaz de adaptarse a las nuevas realidades de la globalización y el comercio internacional.
Sin embargo, en días recientes se ha hecho pública información sobre graves hechos de corrupción, desfalco al erario y complicidad con la delincuencia organizada en puertos de Tamaulipas, en los que estarían involucrados algunos elementos de la Marina junto con empresarios y políticos. Estos actos, de comprobarse, constituyen una mancha en la trayectoria de esas personas y la sociedad mexicana demanda que se esclarezcan estos sucesos, se deslinden responsabilidades y se castigue con todo el peso de la ley a quienes, desde posiciones de mando, traicionen los principios y valores de la Armada.
Coincido con lo expresado por Omar García Harfuch, secretario de Seguridad Pública Federal, en el sentido que no podemos confundir a toda la institución con los actos aislados de algunos individuos. La Marina-Armada de México está integrada por mujeres y hombres de bien que, con patriotismo y heroísmo, cumplen su deber todos los días en condiciones muchas veces adversas. Si un mando se ha desviado de los principios que rigen a esta institución, debe rendir cuentas y pagar por sus actos, pero ello no puede ni debe empañar el compromiso de miles de marinos que siguen siendo ejemplo de servicio a la nación.
La fortaleza de México radica en sus instituciones, y la Marina es una de las más respetadas. Por eso, hoy más que nunca, es necesario separar con claridad la conducta intachable de la gran mayoría de sus integrantes de las desviaciones de unos cuantos. Defender la integridad de la Armada es, al final, defender la soberanía, la seguridad y la confianza del pueblo en sus fuerzas armadas.
@jlcamachov