1. Con confianza en que los tratos se cumplan y certidumbre en la aplicación de la ley, los negocios prosperan y las inversiones fluyen. Su falta o déficit configura los riesgos capitales con los cuales las cosas sencillamente no pueden ir bien. La economía mexicana retrocede, afectada no sólo por las sombrías expectativas arancelarias y la incertidumbre de la cambiante geopolítica multipolar sino también por cuestiones internas como la controvertida elección judicial, que perfila al árbitro jurídico cargado hacia el gobierno de aquí en adelante. Si bien la amenaza de mayores aranceles acabó con la promesa del nearshoring para atraer inversiones con el incentivo de la pertenencia al acuerdo trilateral de América del Norte, el cambio del Poder Judicial también influye en los mercados, ante las dudas sobre la probidad, autonomía e independencia de los jueces electos.
2. El caso es que la economía mexicana va hacia abajo. Las previsiones de crecimiento económico las sitúa Banco de México en 0.2%, en tanto que el sector privado las tiene en cero si acaso (es decir, tablas) y otros más escépticos, como BBVA o Ficht Ratings, anticipan una recesión técnica de -0.4%, dependiendo de qué tan profunda sea la aranceliza.Los aranceles no volverán a ser como eran antes. En promedio, dice la Secretaría de Economía, están resultando en 13% para todas las mercancías no cubiertas por el TMEC (como el 50% del total de exportaciones). Subsisten las diferencias por el IVA, que es mayor aquí que allá, así como otras restricciones regulatorias en electricidad y petróleo, que no pasarán por alto. A ello, se deben agregar los constantes señalamientos de complicidad entre autoridades y delincuencia, perceptibles en asuntos como el huachicol fiscal, lavado de dinero y hasta minirrefinerías clandestinas, expuestos por data proveniente de investigaciones estadounidenses.
3. En un escenario de cero crecimiento, las finanzas públicas también se resienten. En el primer trimestre del año, se ejercieron casi 300 mil millones de pesos menos de lo presupuestado, dice Hacienda, para lograr la consolidación fiscal, es decir, el déficit del 3.9% aprobado, dado que los ingresos son menores. La inflación sigue alta (es de 4.35% ahora) y los precios suben desproporcionalmente, sobre todo los esenciales de la canasta básica: carne, pollo, huevo y frutas, por arriba del 10%. Habrá, asimismo, menos empleo formal, pues si algo se expande en nuestro país, es la economía informal, alivio y efecto de la gran pobreza que aún padecemos.
4. Por otra parte, de acuerdo con informes de la OEA, de la consultora Integralia y hasta en las deliberaciones del Consejo General del Instituto Nacional Electoral, las elecciones del Poder Judicial se perciben opacas y manipuladas, contando con la parcialidad de los órganos electorales que no vieron antes, durante y después del día de la elección, el acarreo y acordeones utilizados, los resultados increíbles de exigua participación pero concentración de los votos conforme a los perfiles acordoneados; la declaratoria de validez no obstante las innumerables pruebas de votos planchados, urnas rellenas (más votos que votantes), urnas embarazadas (se votó más en los pueblos que en las ciudades), cuestiones todas que podrían surgir en la revisión del TMEC, el cual incluye un capítulo relativo a la autonomía e independencia de los órganos judiciales.
5. Sin dejar de considerar que la integración futura de la Suprema Corte y otros órganos jurisdiccionales con una exigua votación no necesariamente habrá de solucionar los problemas en la procuración e impartición de justicia o erradicar la corrupción y mejorar el acceso de la gente a los tribunales. Si dejar de usar toga fuera todo, pero una mejor justicia también requiere de fiscales y ministerio público eficientes e imparciales así como una defensoría pública gratuita y suficiente, cuestiones que siguen siendo grandes asignaturas pendientes.