Sinaloa: entre la guerra y el gobierno fallido

12 de Noviembre de 2024

Sergio Uzeta
Sergio Uzeta
Comunicador y periodista con más de tres décadas de experiencia, destacando su paso por Noticias de Once TV y Radio Fórmula. Ha sido Director General de Notimex y Director fundador del Canal Judicial de la Suprema Corte de Justicia de la Nación. Fue Gerente Corporativo de Comunicación Social en Pemex y Director de Información en la Presidencia de la República. Reconocido con el Premio Nacional de Periodismo, el Premio Pagés Llergo y el Micrófono de Oro, entre otros.

Sinaloa: entre la guerra y el gobierno fallido

Sergio Uzeta - columnista

Sinaloa, importante y bello estado del noroeste de México, ha sido conocido por su enorme producción agrícola, pero su imagen se ha visto marcada por el narcotráfico, especialmente por el Cártel de Sinaloa, liderado por grandes capos como Joaquín El Chapo Guzmán e Ismael El Mayo Zambada. La reciente detención de Zambada en Estados Unidos ha desatado una situación crítica en la región, con Culiacán, la ciudad capital, como epicentro de una lucha violenta entre Los Chapitos y La Mayiza, evidenciando una ingobernabilidad creciente.

La entrega de El Mayo Zambada a las autoridades estadounidenses, el 25 de julio pasado, desató una guerra interna sin precedentes. Desde el inicio de esta sangrienta disputa, más de 200 personas han perdido la vida, y las balaceras se han vuelto comunes en Culiacán. Esta violencia no solo refleja la lucha por el control del narcotráfico, sino también la fragilidad de un gobierno que parece haber perdido el control ante el poder del crimen organizado.

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Rubén Rocha Moya, gobernador de Sinaloa, ha enfrentado acusaciones de connivencia con el narcotráfico, particularmente con el bando de Los Chapitos. Se ha especulado sobre el financiamiento de su campaña por parte del Cártel de Sinaloa, especialmente tras revelaciones sobre su cercanía con líderes del narcotráfico. La confianza en las autoridades ha disminuido drásticamente; de acuerdo con la Encuesta Nacional de Seguridad Pública Urbana (ENSU), del INEGI, el porcentaje de habitantes de Culiacán que considera su ciudad insegura ha aumentado del 44.7% en junio al 55.7% en septiembre de 2024.

La respuesta del gobierno, marcada por el despliegue de fuerzas militares y Guardia Nacional, ha sido insuficiente. La violencia continúa, y la población siente que la protección del Estado es más una ilusión que una realidad. Mientras tanto, el país observa con expectativa el juicio de Ismael Zambada en Estados Unidos, donde se espera que él y los hijos de El Chapo, también detenidos en aquellas tierras, puedan negociar acuerdos que revelen los vínculos entre el narcotráfico y el poder político en Sinaloa.

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Es crucial centrar la atención en el impacto de esta violencia en la vida cotidiana de las familias sinaloenses. Culiacán, además de ser un centro agrícola y comercial, enfrenta el desafío de la inseguridad que paraliza su desarrollo. La presencia de grupos armados, desapariciones forzadas y homicidios dolosos son ahora parte de la rutina diaria. La guerra no solo es entre facciones criminales; es también una guerra contra la gobernabilidad y la paz social.

La ingobernabilidad en Sinaloa es resultado de un sistema político que ha fracasado en proteger a sus ciudadanos y brindar alternativas frente al narcotráfico. El actual gobierno de Rocha Moya, que prometió cambios en la seguridad, ha sido incapaz de cumplir con esas expectativas, dejando a los sinaloenses atrapados entre el miedo y la desesperanza.

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La situación de Sinaloa es una llamada de atención para el resto del país: la lucha contra el narcotráfico no se ganará solo con medidas represivas, sino con un compromiso serio de las autoridades para erradicar la corrupción y establecer un estado de derecho que garantice la seguridad y justicia para todos. La guerra en Sinaloa es un reflejo de un problema más profundo que necesita atención urgente. Sin un cambio significativo en la estructura política y social, el ciclo de violencia y terror continuará, y los ciudadanos seguirán pagando, como siempre, el precio más alto.