Luego de un flagrante fraude electoral, Nicolás Maduro parece enquistado en el poder, aún cuando su legitimidad está más cuestionada que nunca. ¿Qué planes tiene para perpetuarse? ¿Es posible una democratización? Pero sobre todo, ¿Cómo han cambiado las ideas de los venezolanos que rechazaron masivamente al dictador en 2024?
64% de los venezolanos consideran ilegítimo a Maduro. Mientras, la líder de la oposición, María Corina Machado, y el presidente electo, Edmundo González, gozan de una aprobación de 72% y 67%, respectivamente. Venezuela está consciente de que hubo un fraude y que Maduro no tiene legitimidad. Ese factor puede ser clave en los escenarios que se plantean a continuación:
Tesis Nicaragua: institucionalización de la Dictadura
Como en Nicaragua, donde el régimen Ortega-Murillo ha institucionalizado su diarquía tiránica, el próximo paso de Maduro será impulsar una reforma constitucional para instaurar la cadena perpetua por corrupción y traición a la patria.
Aumentará la represión y disuadirá a la oposición, pero, sobre todo, será un mecanismo de control para el chavismo. Quien no siga la ruta de la cúpula, será sometido a pena máxima.
En medio de sanciones e incertidumbre, el país quedaría más aislado, provocando un éxodo migratorio mayor, y se limitaría la esperanza de una transición.
Rusificación: Continuismo sin reformas
El chavismo suspendió una reforma: la Constituyente de 2017, probablemente para evitar un debate y posibles fracturas entre sus bases sobre la vía a seguir. Una “rusificación” sería la continuidad del modelo autoritario sin reformas, con elecciones simuladas donde compitan “opositores” débiles o cooptados.
Este escenario implicaría la consolidación de la oligarquía económica chavista (empresarios corruptos y extractivistas), mientras se refuerza el poder de las élites político-militares.
Corrupción: fracturas e implosión
Sí Maduro lleva a cabo la reforma, puede amenazar los intereses de las élites que lo sostienen. En el chavismo la corrupción está presente en todos los niveles de poder, como lo evidencia el caso de Delcy Rodriguez, vicepresidenta de Venezuela, quien presuntamente está inmersa en una red de contrabando millonario de petróleo, desde República Dominicana.
De darse fracturas, y un posterior proceso de transición y diálogo, es importante una unidad de liderazgo en la oposición, que asimile la justicia transicional como ruta necesaria para una salida.
Los venezolanos han cambiado: el cuarto escenario
En 2024, la mayoría de los venezolanos identificó como política de desarrollo más necesaria la liberalización de la economía, mientras que su mayor anhelo era la independencia económica. 71,3% de los venezolanos considera necesario un cambio político y 63% cree que lograr dicho cambio reside en los ciudadanos. 86.2% rechaza el socialismo como modelo de gobierno.
En medio de la crisis y el detrimento institucional, ha crecido la responsabilidad individual y la resiliencia; el emprendimiento y la migración son prueba de ello. Lo vivido ha hecho creer más en una economía abierta, en la propiedad y la libertad como clave para atraer la prosperidad.
Aquí es donde un cuarto escenario, aunque difícil, es posible; el de un país que se levanta y vuelve a salir a las calles sin retorno en resistencia cívica y sed de democracia para deponer al dictador al unísono de la libertad.