Riesgos de la desigualdad

6 de Mayo de 2024

Luis M Cruz
Luis M Cruz

Riesgos de la desigualdad

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1.

Por fin, tras un año de terribles afectaciones derivadas del insólito coronavirus de Wuhan, nombrado Covid-19 por designio de la OMS, hay en el mundo una cura asequible para la pandemia. Hoy se conocen los efectos destructivos de la enfermedad y hay tratamiento médico para la misma, tanto más efectivo cuanto más temprana sea la atención recibida, y se tienen también varias vacunas disponibles y en fase de producción masiva, unas muy eficaces y otras suficientemente eficaces, dependiendo de la tecnología y las pruebas de control y validación realizadas y publicadas. Es decir, la inmunidad de rebaño es posible, cuando al menos un 70% de la población mundial haya generado anticuerpos, sea por vacunación preventiva o por haberse contagiado y superado la infección por sí o mediante el tratamiento médico adecuado.

2.

Hoy se sabe que la letalidad de esta enfermedad es mayor en los grupos vulnerables, aquellos con comorbilidades, es decir, quienes padecen enfermedades incapacitantes como la diabetes, coronarias, renales u obesidad mórbida, todas las que debilitan el sistema inmunológico humano. Entonces, si se sabe tanto y se tiene el remedio a la mano, ¿qué es lo que pasa que todavía miles de personas están muriendo por todo el mundo, en lo que parecería una irresponsabilidad colosal?

3.

La OMS advierte que las vacunas no habrán de hacer desaparecer el virus; más bien que habremos de asumirlo como una más de las enfermedades habituales que requieren tratamiento preventivo crónico como otras tantas existentes. Lo que sucede es que la desigualdad, ese cáncer de la modernidad, propicia la distribución inequitativa de los resultados. Y ahora no ha sido la excepción. Tanto los sistemas de salud colapsan ante los picos de un número creciente de infectados (por los rebrotes) como la producción y distribución de vacunas se disputa mercantilmente, en una puja entre quienes más tienen y buscan por cualquier medio ser los primeros en vacunarse y adquirir la ansiada inmunidad.

No obstante, las advertencias realizadas por la OMS y varios países, México entre ellos, para crear fondos y mecanismos como el Covax para disponer de dos mil millones de dosis para los países que más lo necesiten y asegurar una distribución equitativa entre los países y poblaciones con mayor vulnerabilidad sistémica o financiera, lo cierto es que los países más ricos, quienes pudieron pagar por millones de dosis anticipadamente, son quienes están recibiendo por lo pronto tales dosis preventivas.

4.

Empero, advierten los expertos, ello podría dar lugar a una gran desilusión, pues la vacunación en sí no pondrá a salvo a las poblaciones si esta no es masiva en el orden de 70 a 80%; de lo contrario, el efecto preventivo se diluiría al existir un gran reservóreo de contagios en el que no se apliquen los tratamientos. El desarrollo de la vacuna y su puesta en el mercado es sólo el primer paso de un esfuerzo mayor para distribuirla y hacerla llegar a quienes más la necesitan, esas poblaciones vulnerables sea por edad avanzada o por padecer comorbilidades riesgosas como las señaladas, financiadas desde luego con recursos fiscales, consistente con el principio básico subyacente en la razón de ser del Estado, que es proteger la vida e integridad de los habitantes. Después habrá que tenerla disponible de manera permanente en el plan de vacunaciones humanas.

5.

No hay lugar para polarizar o politizar la atención y la vacunación irrestricta a la población, no debe haber razones económicas o electorales para alcanzar una inmunidad universal. La tarea por venir es ardua, pero conviene asumirla sin distingos, buscando ampliar y fortalecer el sistema nacional de salud, a la par que vacunar y proteger a la población vulnerable en primera instancia, con el objetivo universal en lo inmediato.

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