Virus para siempre

18 de Abril de 2024

Luis M Cruz
Luis M Cruz

Virus para siempre

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1.

Lo que puede ser una mala noticia para el mundo, se está transformando en una toma de realidad para todos. El virus tras la pandemia de la Covid-19 no va a desaparecer. Más bien apunta a prevalecer en el mundo como uno más de los riesgos con los que debemos lidiar. En un amplio estudio realizado por analistas de riesgos y expertos en epidemiología, se da cuenta de los esfuerzos realizados hasta el momento para atender y contener las sucesivas oleadas de infección y muerte causadas por otras tantas variaciones del coronavirus de Wuhan para poner en perspectiva los siguientes pasos en los próximos años.

2.

En The Forever Virus, los especialistas Larry Brilliant, Liza Danzig, Karen Oppenheimer, Agastya Mondal, Rick Bright e Ian Lipkin (Foreign Affairs, julio/agosto 2021) trazan lo que eventualmente podría ser una estrategia para una

lucha larga contra el virus SARS-CoV-2, como también se conoce a la Covid-19. El virus, dicen, actualmente sigue creciendo y mutando en 12 diferentes especies de animales y entre los humanos, cuya inmunidad global de rebaño, una vez pensada como la solución idónea es prácticamente inalcanzable. Es una gran paradoja, pero aún teniendo una diversidad de vacunas al alcance, estas en realidad no están disponibles para todos. Diversos intereses geopolíticos unos y toscamente comerciales otros, hacen que sólo los países identificados con cada bloque o bien los que tienen recursos para negociar con las farmacéuticas y costear los pedidos, estén en posibilidad de obtener vacunas y aplicarlas a su población. Ello ha provocado, como señala la OMS, que el 10% de los países hayan dispuesto del 75% de las vacunas aplicadas hasta el momento y, peor aún, que las que se aplican en un bloque no sean reconocidos por el otro, como sucede con las vacunas Cansino y Sputnik no avaladas hasta el momento en los países occidentales.

3.

Muchos países simplemente no tienen los recursos para obtener vacunas y muchos otros, aún con la feliz oportunidad de tenerlas, importantes segmentos de población rehúsan aplicarse la dosis. Como resultado, el mundo no podrá alcanzar el punto donde suficiente gente sea inmune para detener la expansión del virus antes de que las mutaciones lo hagan aún más peligroso. Por ejemplo, en los Estados Unidos, que se había propuesto alcanzar 70% de inmunidad para el Día de la Independencia, sólo pudieron aplicar vacunas al 51% de la población, habiendo Estados en donde la pandemia ha adquirido nuevo impulso por la renuencia a vacunarse por razones personales.

4.

El riesgo es que las supervariantes, como la Delta surgida en la India, la sudafricana o la inglesa, traigan al mundo de vuelta al fatídico 2020, que es cuando la pandemia arrasó los sistemas públicos de salud en todo el mundo, particularmente en los países occidentales, en donde el régimen de libertades impide acciones como el confinamiento forzado o la aplicación obligatoria de vacunas. En los países orientales como China, Vietnam, Corea del Sur, Taiwán o Japón, una cultura ancestralmente disciplinada en unos casos o un Estado fuerte y totalitario en otros, llevó a mejores resultados, los cuales, empero, están a prueba ante las nuevas variantes que desde el exterior les están retornando. Más que decaer, el virus habrá de jugar al ping-pong tras las fronteras en los años por venir.

5.

En este punto, algunas de las historias de otras crisis sanitarias podrían ayudar, como aquélla en que una infestación de cólera en Londres en 1854 fue resuelta ubicando el foco en un pozo comunitario de agua, aislándolo para evitar mayores contagios; en 1970 en Nigeria se detuvo una epidemia de viruela mediante una estrategia de vigilancia y contención, o bien, agregaría, los aprendizajes tras el VIH, el SARS, el ébola o la influenza AH1N1. Ahora como entonces, aún por varios años habrá que proseguir la vacunación masiva y universal e innovar tratamientos y estrategias.

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