¿Importa un acuerdo político nacional?

30 de Abril de 2024

Juan Antonio Le Clercq
Juan Antonio Le Clercq

¿Importa un acuerdo político nacional?

Durante los procesos de transición a la democracia en Europa del Este fue común el surgimiento de frentes de salvación nacional, movimientos político-sociales o aquellos capaces de integrar a personas de muy diversa ideología, desde el marxismo reformista, social-democracia, neoliberalismo y nacionalismo en un proyecto común para la construcción de instituciones democráticas y de mercado después del derrumbe del comunismo.

Conforme se cumplió la meta de instaurar regímenes democráticos y sistemas de económicos de mercado, se erosionó la cooperación para dar lugar a competencia entre partidos con agendas programáticas mucho más definidas.

Los líderes del PAN y el PRD desempolvaron la idea de frentes de salvación nacional, pues al parecer esa es la lógica de la convocatoria de Alejandra Barrales y Ricardo Anaya para conformar una gran alianza nacional hacia 2018.

A pesar de que se coincida en la necesidad de acuerdos que sumen partidos y ciudadanos ante la crisis nacional, predominan los intereses particulares, como evitar que Morena siga desangrando al PRD o limitar el margen de maniobra de los precandidatos en el PAN. Era de esperar que Andrés Manuel López Obrador atacara el llamado a conformar la alianza, calificando a los aliancistas como “un frente único de lambiscones y paleros que están engañando al pueblo”.

También era previsible que Enrique Ochoa, cuyo partido compite electoralmente en alianza con el PVEM y el PANAL, organizaciones que no son necesariamente sinónimo de prestigio político, cuestionara las alianzas bajo el argumento de que el PAN y PRD se saben derrotados, no pueden ganar elecciones solos o “detener la oscura caverna de populismo autoritario que representan Andrés Manuel López obrador y Morena”.

La idea de una gran alianza ha recibido críticas también al interior del PAN y PRD por quienes entienden que estos partidos tienen programas contradictorios, compromisos sociales incompatibles y que la decisión de Anaya y Barrales es resultado más de sus propios intereses personales que de consensos partidistas.

Entre los ciudadanos, especialmente en redes sociales, la idea también ha generado rechazo ante la profunda desconfianza hacia los partidos o por simpatía en una coalición de las izquierdas.

Hay razones para desconfiar del llamado a conformar una gran alianza, primero porque responde claramente a la agenda de intereses de Barrales y Anaya, este último presidente panista y precandidato a la Presidencia por su partido.

Segundo, porque la forma en que se hizo pública la propuesta y la reacción de sus correligionarios evidencia que no tienen ni siquiera garantizado el respaldo al interior de sus propias organizaciones. Tercero, porque no presentaron un esbozo del contenido del proyecto de nación común, ni perfilaron las bases para una candidatura común o una colación de gobierno. Porque los partidos tienen una enorme deuda con la sociedad mexicana y esto no se resuelve simplemente con llamados a la unidad, depende de propuestas relevantes, compromisos verificables y de mucha transparencia y rendición de cuentas. La reacción política y en redes ante el llamado a conformar una gran alianza, pone también en evidencia que nos cuesta entender la relevancia de cooperar y construir acuerdos en la política nacional. Seguimos una lógica todo o nada o de enemigos irreconciliables. Enfrentar la crisis de seguridad, violencia e impunidad pasa por acuerdos políticos de largo plazo. Lo relevante es el contenido del acuerdo, los compromisos de fuerzas políticas hacia los ciudadanos y la existencia mecanismos para la de rendición de cuentas. No cualquier acuerdo vale, ya lo vivimos en los vicios del Pacto por México.

Sin responsabilidad y voluntad para cooperar entre los actores, de disposición a formar alianzas y coaliciones plurales, vamos a seguir perdiendo a México.

@<ja_leclercq

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