Andrei Yaroslav (parte IV)

11 de Octubre de 2025

J. S Zolliker
J. S Zolliker

Andrei Yaroslav (parte IV)

js zolliker

Quienquiera, señaló Dimitri, que haya tenido acceso a este álbum, ha podido escribir esa nota. Usted quizás no lo sepa, pero llevo años viviendo sola, contestó ella. Exasperado, el ex agente de la KGB negaba con la cabeza; no podía creer lo que estaba viviendo. Desde hace más de una década, agregó ella, no había sacado ese álbum del fondo de mi closet. Aseguró, además, que esa letra manuscrita correspondía sin lugar a duda, a la de su novio Andrei Yaroslav. Sacó para demostrarlo, un par de cartas románticas.

Jamás, ni en su sueño más insensato, Dimitri Malyuk habría imaginado sentirse tan desconcertado. Ultimadamente, esa advertencia podía hablar de él mismo, que fue quien llevó noticias de Andrei Yaroslav a su antigua novia. Soltó un suspiro y bebió otro trago de su petaca. Tosió con el calor del aguardiente. ¿Acaso ha venido alguien a verla antes que nosotros?

Ella palideció. No había pensado en el sobre que encontró bajo la puerta del jardín cuando bajó a desayunar. En el cajón superior, dijo señalando el viejo mueble de cocina. Languideció. En cambio, a Dimitri pareció encendérsele la mirada. Se calzó con prontitud unos guantes de latex. Pensó que habría de preservar intactas las huellas y rastros. Abrió el sobre. Con cuidado, extrajo lo que había en su interior. Imaginó ántrax y muchas otras cosas, menos lo que encontró. Ofuscado, se quedó mirando aquello.

Por frente y reverso, estudió el objeto. Antes de que Lyusiya pudiese preguntar nada, volvió a guardarlo dentro del sobre. Rápidamente, se dirigió a la puerta. Abrió la cerradura y le dijo que pronto se pondría en contacto de nuevo con ella. Hábil, no le dio ni la oportunidad de preguntarle nada. Antes, quería verificar aquello en el laboratorio. Cabe destacar, que se trataba de una memoria USB con tres carpetas. En la primera de ellas, había una serie de archivos indescifrables con ninguna extensión a su alcance, en la segunda, una fotografía de Andrei Yaroslav vestido en traje militar camuflado del ejército ucraniano. Reporta el expediente que, en el fondo de la imagen, se apreciaba el edificio Verkhova Rada, la sede del parlamento, en el distrito de Obolon, en Kiev. Notaron los expertos que se apreciaban agujeros de bala en la fachada. Otro archivo de texto la acompañaba. Sólo decía: “alma hermosa, querida Lyusiya, vende todo y huye a Мексика (México) antes de febrero del 2022. No vuelvas nunca”.

Urgente, Dimitri intercambió mensajes de texto cifrados con su superior. Enfático, ordenó cerrar todos los accesos al edificio. Verificó que se cortara también toda comunicación con el exterior. Ordenó luego, confiscar todos los teléfonos celulares. Se puso después a proseguir con la investigación. Abrieron la tercera carpeta. Bebió un trago largo de gorilka para relajarse. Allí aparecía otra fotografía que mostraba una especie de nave con forma de bellota o una silueta de campana, muy parecida –pero mucho más clara– a la que estaba en el rollo de 1989 de Andrei Yaroslav. Sobresalía que parecía estar flotando en posición horizontal, sobre un lago o cuerpo de agua. Observó que, en la orilla, en tierra firme, se apreciaba a un hombre de semejantes facciones al sospechoso, pero era más viejo y con bigote. Soltó el experto en informática, un dato escalofriante: la metadata de la fotografía era de Mammoth Lake, junto al poblado de Kecksburg, en Pennsylvania, Norteamérica y la fecha era del 5 de marzo del año 2052.

Y eso es todo lo que puedo contarles. Actualmente, no sé nada más del caso ni de los involucrados. Me regaló el expediente una señora algo mayor, luego de invitarla sentarse y ordenar alimentos cuando llegó a pedirme limosna al restaurante de la colonia Juárez donde yo estaba comiendo. Oriunda de Europa Occidental, me dijo, llevaba unos meses mendigando y nunca nadie le había ofrecido una comida completa, digna, acompañada y charlando. Reciba esto en agradecimiento, usted como periodista sabrá qué hacer, me dijo antes de marcharse con el estómago lleno y una mirada afable que me temo no volveré a ver a pesar de que diario, desde hace meses y hasta ahora sin éxito, regreso al mismo lugar esperando topármela de nuevo.

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