La transición

28 de Abril de 2024

Rebeca Pal

La transición

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He notado un matiz de angustia, violencia, felicidad y hasta venganza en cuanto a la transición que se aproxima. Estos matices me preocupan porque estamos ante un cambio político que va a marcar un antes y un después. No sé si para bien o para mal, eso ya depende de muchos factores y de los próximos seis años por venir. Me gustaría que la sensación de hermandad que experimentamos después del terremoto, hubiera durado más tiempo, pero mucho más. Recordamos con odio lo que nos duele, pero dejamos en el olvido las buenas acciones. ¿Ingratitud, cobardía, naturaleza, rencor? ¿Cómo podemos llamarlo? Admito que envidio la educación civil que encuentro en otros países. ¿Por qué? Porque para mí mi México tiene todo lo que se necesita para ser una potencia, pero no lo es por las malas decisiones que se toman todos los días. Yo no creo que los mexicanos seamos corruptos por naturaleza, yo pienso que generalizar así a toda una nación es un error y un pensamiento fatalista. Considero que nos falta educación política para poder defender nuestros derechos, tal cual lo dicta la ley. Una vez me dijeron que si comprendías los artículos de la Constitución, podías cometer un asesinato y no pisar la cárcel, de ahí que muchos se aprovechen para realizar robos e injusticias. Bien es sabido que el poder lo tiene aquel que domina la información. Si nos unimos en este cambio, podremos exigir las mejoras que llevamos suplicando por años. No importa si ganó o no el partido que querías, hay que enfocarnos y defender el buen manejo de la democracia y de los recursos de nuestro país. “Piensa Patria querida que el cielo un soldado en cada hijo te dio”. Hablando de la transición, quisiera compartir una anécdota de Adolfo Suárez Illana, hijo del primer presidente de la democracia moderna de España, Adolfo Suárez: Cuando mi padre accede a la presidencia del gobierno, retoma la costumbre que había de los ayudantes militares. Era una forma de visualizar que los militares estaban a las órdenes del poder civil. Uno de estos militares, Joaquín De Arisa, comandante del arma de caballería, bajo las órdenes del presidente –ya que en ese momento no lo podía atender–, le tocó pasear a Santiago Carrillo. Joaquín lo paseó por Moncloa por casi dos horas. Después tuvo la entrevista acordada y terminó la jornada. Joaquín subió para hablar con mi padre: “Mira, no soy popular entre mis compañeros de armas por estar aquí en Moncloa, pero creo que es lo mejor que puedo hacer para servir a España en este momento. Pero, me gustaría que supieras una cosa”. Sacó de su cartera una foto de un señor fusilado con un tiro en la sien izquierda: “Este es mi padre. Fusilado en las tapias de la Almudena por Santiago Carrillo. Ha sido un honor estar con él y servirle”. Joaquín De Arisa había entendido perfectamente el espíritu de la transición. El pacto de la transición no es un pacto para el olvido, es un pacto sobre el vivo recuerdo de las atrocidades que se cometieron, de los que mataron y de los que murieron. Es un pacto para no volver a matar ni a morir. Que alguien quiera alterar la paz, traer concordia, no me preocupa, lo que me preocupa es que no seamos capaces de sofocar el odio, la discordia. Ya hemos vivido muchos enfrentamientos, y ya sabemos cómo se soluciona. Que tenemos que cambiar cosas, bendito sea Dios tenemos que hacerlo. No se le puede negar a ninguna generación a construir su futuro, pero hagámoslo en paz, en concordia. Aquí tiene que haber una habitación para todos. No se trata de que los que pensamos igual vivamos juntos, se trata de que vivamos juntos los que pensamos distinto. Pensar distinto no es enfrentarse, pensar distinto es enriquecerse, y si no lo entendemos así mal vamos.