NOwner

28 de Abril de 2024

Rebeca Pal

NOwner

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Trabajo desde casa, lo hago desde que me vine a vivir a España. Cuando dejé de trabajar en una oficina tuve la sensación de libertad, me sentía en poder de mi tiempo, hasta que la incomodidad de ver a los que me rodean levantándose temprano para ir a la oficina, empezó a quemarme. Me quedo en casa tomando decisiones como a qué hora quiero desayunar y a qué hora quiero comenzar a trabajar, intentando no hacer caso a indirectas como: “¿Y de verdad trabajas? Porque eso de la artisteada…” Cuando eres artista (bailarín, escritor, pintor, etc…), tu creatividad no se adapta a los horarios laborales establecidos, y eso me hizo sentir culpable. Durante ese periodo de culpabilidad busqué trabajo, pero nada me convenció. Sí, todos queremos un buen ingreso, pero el hecho de vivir frustrada por estar en un lugar de siete a ocho horas, trabajando en algo que no me llena, me mortifica en gran escala. Un día, hablando de esto con una amiga, también le comenté que pasé por una tienda y vi una bolsa que me encantó. El precio era elevado y me puse a hacer números para saber en cuántos meses la podría comprar si ahorraba lo suficiente. Al ver el tiempo y lo que necesitaba economizar para comprarla, guardarla en mi clóset y usarla de vez en cuando, le dije que prefiero irme de viaje. Ella me contesto: “Claro, lo que pasa es que eres una NOwner”. Levanté las cejas y llegué a casa a investigar el tema. Los NOwner (generación Y) son jóvenes nacidos entre 1985 y 1994. Esta generación no aspira a poseer cosas, sino a sólo usarlas cuando las necesitan. A diferencia de la generación X, que relacionaba el patrimonio con un futuro próspero, esta generación ha superado la preocupación por las pertenencias. El planteamiento que los rige va acompañado de la pregunta: ¿tener o disponer? En el ámbito laboral el impacto es diferente. En Estados Unidos, el 38% de los jóvenes pertenecientes a esta generación, han decidido dejar de depender de jefes, horarios y oficinas, para trabajar como freelance porque valoran más la libertad de disponer de un horario propio. Por eso muchas empresas ya han tomado la iniciativa de hacer home office una vez a la semana. Pero como todo, tiene un lado negativo: la inestabilidad de una nómina fija. Muchos trabajadores freelance son empleados fantasmas en las empresas, es decir, no tienen los mismos derechos y beneficios que tiene un trabajador con nómina fija. Regresando a mi culpabilidad laboral, creo que la sociedad a evolucionado de la mano con la tecnología, y esto ha generado que tengamos otras necesidades. Un mundo abierto a la información limita los engaños, y la toma de decisiones es distinta a la de nuestros padres. En mi caso, mi marido es más joven que yo y veo que somos muy diferentes en ese aspecto. Para él es importante la seguridad que te brinda una empresa para lograr un patrimonio, yo, en cambio, soy más bohemia, o un poco más estúpida como dirían algunos, y prefiero disfrutar de la comodidad de ser dueña de mi tiempo aunque no pueda tener las pertenencias que me gustaría tener. Creo que antes no se tomaban las decisiones de hoy en día por la presión de la sociedad y por miedo a romper el único molde que se conocía. Para algunos ser freelance es sinónimo de ser flojo y de no tener metas en la vida. Los corrijo, yo he llegado a trabajar doce horas diarias sin parar, bajo ninguna supervisión y sin cobrar horas extras. Creo que estemos cambiando, estamos aprendiendo a tomar decisiones distintas y a respaldarlas. Por eso considero que no debemos perdernos el respeto. De la misma forma que yo no le digo a mi marido que es un “Godínez”, él a mí no me reclama por no tener las mismas prioridades. Me da igual de qué generación seas, nadie debería ser superior a nadie por tomar las decisiones laborales que más le llenen.