Porque nunca es suficiente

28 de Abril de 2024

Rebeca Pal

Porque nunca es suficiente

Yo me he preguntado muchas veces, ¿por qué si tengo lo que necesito, quiero más? Nunca nada es suficiente. Algunos me dicen que está bien, se llama ambición y ganas de crecer, y yo me pregunto, ¿de verdad está bien? Siento que constantemente tengo que estarme renovando y buscando “lo que sigue” para “ser mejor”, cuando probablemente ese sea mi gran error. En el momento que tenemos un objetivo, por ejemplo, bajar de peso, “más” es la palabra que suele acompañarnos para llegar a la meta. Pero, qué pasa cuando llegas a la meta y sigues queriendo “más”, y con esto me refiero a “más” comentarios de lo bien que nos vemos “más” delgados; “más” seguridad cuando nos subimos a la báscula y los números siguen bajando; cuando tenemos “más” ganas de comprar ropa porque cada vez que nos probamos algo, somos una talla menos. Y paras, si es que paras, cuando llegas a un extremo que te consume, como la anorexia. “Más” no es siempre “mejor”.

La ambición y las creencias

He cambiado de trabajo creyendo que seré más feliz, que tendré reconocimiento y me sentiré realizada, he intentado ser más productiva para obtener la aprobación de los demás, he hecho diferentes dietas para lograr conseguir el cuerpo de mis sueños, y en todas estas decisiones me he equivocado. ¿Por qué? Porque es como correr en una caminadora hedónica para llegar a un “mejor objetivo”. Nos esforzamos tanto para terminar siempre en el mismo punto de partida. Y no, no estoy diciendo que tener objetivos sea malo. El problema es que los objetivos los planteamos de forma egoísta, sólo para nuestra conveniencia. Los objetivos que valen la pena, no son los que están ligados a nuestra felicidad, porque son muchos factores los que están involucrados para que una persona pueda ser “feliz”. Hay que dejarnos llevar por algo más grande que nosotros mismos y que nuestro ego. No todo lo que podría ser “mejorable” hay que “mejorarlo”, eso sólo nos obsesiona con la búsqueda estúpida de la perfección. Si no queremos sufrir, no seamos narcisistas. Enfocarnos sólo en nosotros mismos alimenta nuestro ego y nos lleva al sufrimiento, porque siempre tendremos una razón absurda para ser “mejores” y tener “más”. Leí esto y me encantó: “Cada cuerpo encontrado en el Monte Everest, fue una persona altamente motivada”. Tenemos que tener mucho cuidado con los nuevos sueños y metas que nos hagamos, porque pueden dañar el éxito y la felicidad que, sin darnos cuenta, ya logramos construir. La vida no es una lista de objetivos a cumplir, tampoco es el reto de mejorar, es un juego de saber compensar, como en la economía. Hay que saber negociar, dependiendo el valor que las cosas tienen para nosotros. También hay que tener claro que el valor de las cosas va a ir cambiando conforme la atención y el esfuerzo que les demos o les dejemos de dar. Dentro de esta economía, tenemos que ser sensatos a la hora de elegir lo que estamos dispuestos a intercambiar, con base en lo que realmente valoramos. Yo, por ejemplo, valoro el tiempo. Sé que podría trabajar en un sitio con mayor sueldo y mejores beneficios, sin embargo, dejaría a un lado el tiempo que tengo para hacer lo que me gusta: escribir. Lo señalé en mi libro, Relatos inconscientes: “Prefiero morir de hambre que morir de ambición”. Yo no estoy dispuesta, aunque económicamente me compense, a renunciar a mi tiempo y a lo que me hace feliz. Que si quiero tener más dinero, obviamente sí, pero sé que todo, cuando se trabaja, llega por añadidura. Decidí escribir este artículo porque tuve una obsesión que me llevó a tomar malas decisiones. Decidí cambiar el tono de mi cabello y el corte, nunca quedé satisfecha y eso me llevó a seguirlo cortando y tiñendo. Hoy tengo pelo de milagro. Y todo fue porque mi ego me dijo que podía quedar mejor.