Salgado, entre la lucha social y el narcotráfico

6 de Mayo de 2024

Salgado, entre la lucha social y el narcotráfico

Promos_Salgado

Desde hace tres años comenzó a recorrer los pueblos de Guerrero, asumiendo que sería el candidato de Morena a la gubernatura; por tercera ocasión no lo logró. Sus amenazas pueden quedar en frases al aire o no

Después de que el Consejo General del Instituto Nacional Electoral (INE) retiró por segunda ocasión la candidatura a Félix Salgado Macedonio, el senador guerrerense radicalizó su discurso contra los consejeros electorales que según él, violaron sus derechos electorales al evitar ser votado en la elección de junio próximo por la gubernatura del estado de Guerrero.

“Por supuesto que vamos a impugnar esa arbitraria decisión”, dijo tras conocer el resultado de la votación que por 6 votos a favor y 5 en contra aprobó retirarle la candidatura de Morena al gobierno de Guerrero. Acto seguido abordó su combi vieja y enfiló rumbo a las tierras del sur.

Sus voceros tradujeron sus palabras diciendo que Félix Salgado continuará la lucha “por un México con elecciones libres y transparentes con apoyo de ciudadanos de distintas partes del país que respaldan la defensa de la democracia y se mantuvieron en plantón afuera de las oficinas del INE”.

Aunque de momento se desconoce qué es lo que realmente hará el legislador federal, de entrada su discurso lo coloca al borde de la ilegalidad y lo convierte en un activo incómodo para el presidente Andrés Manuel López Obrador.

Lejos está aquel primero de abril de1 año 1999, cuando ambos compartían objetivos y métodos, e incluso protagonizaron un acto simbólico de toma del poder en la Plaza Central de Chilpancingo, Guerrero con miles de seguidores como testigos.

Entonces, ante quizá unos 10 mil simpatizantes, Félix Salgado Macedonio fue declarado “gobernador legítimo” de los guerrerenses por Andrés Manuel López Obrador, quien por esas fechas fungía como líder nacional del PRD, mientras en un evento paralelo el candidato priista René Juárez Cisneros asumía oficialmente los poderes en el estado de Guerrero.

La seguridad del erpi

Un mes antes, en los primeros días de marzo de 1999, Félix Salgado encabezó una marcha a la Ciudad de México para exigir que se limpiara la elección por la gubernatura del estado, marcha que contó con el apoyo de cientos de seguidores que, junto con él, tomaron la carretera nacional México-Acapulco para recorrer los más de 300 kilómetros entre la capital guerrerense y la ciudad de México.

Esa marcha fue denominada “Éxodo por la Democracia” y, aunque en principio llamó la atención de los medios, días después se convirtió en parte del paisaje.

Entre los marchistas que lo acompañaban había participantes de todo tipo pero, con mayor profusión, del magisterio disidente, comerciantes, trabajadores e inclusive universitarios.

Pero el “Éxodo por la Democracia” contó también con participantes inusuales: un cordón de seguridad establecido para proteger a los marchistas, integrado por elementos del Ejército Revolucionario del Pueblo Insurgente (ERPI), por esas fechas el grupo guerrillero más numeroso del estado de Guerrero. Sin capuchas ni distintivos de ningún tipo, los combatientes del ERPI le dieron cobijo a la marcha hasta su arribo a la ciudad de México, donde después Félix y su grupo más cercano se regresaron sin siquiera avisar a los participantes.

Lo curioso es que el jefe de seguridad de Félix Salgado era el mayor Elías Alcaraz, un mando del Ejército Mexicano que precisamente tuvo a su cargo el combate a la guerrilla de Lucio Cabañas en la década de los setentas. Alcaraz nunca se enteró de que el cordón de seguridad de la marcha estaba integrado por sus viejos “enemigos”.

¿Sabías que? La resolución del INE de no avalar su candidatura termina con su activismo político de tres años.

Los dejó “tirados”

Como quiera que sea, muchos de los participantes del llamado “Éxodo por la Democracia” regresaron enojados porque simplemente fueron abandonados por Félix Salgado en la Ciudad de México, sin explicación de por medio.

Casi exactamente lo mismo que hizo la noche del martes pasado, cuando conoció el resultado de la votación del Consejo General del INE. Simplemente se subió a su combi y se fue.

En realidad su conducta está motivada por estímulos de otra naturaleza: en 1999, después de la marcha por la democracia, regresó a tiempo a Chilpancingo para ser ungido por su líder López Obrador como “gobernador legítimo”.

Fiel aprendiz, en su campaña por la gubernatura aplicó la estrategia enseñada por su maestro López Obrador: desde antes de las elecciones de 1999 denunció la intromisión del gobierno estatal en el proceso electoral, durante la jornada comicial, aseguró que los priistas estaban comprando el voto mediante las consabidas prácticas y, cuando la autoridad electoral dio a conocer el triunfo de René Juárez Cisneros, gritó que le habían robado la elección, y anunció que impugnaría ante el Tribunal Electoral.

Cuando el máximo órgano de justicia electoral del país ratificó el triunfo de Juárez Cisneros por apenas un 2% de margen, se negó a admitir los resultados y emprendió su “Éxodo por la Democracia”, con lo que pretendía influir en la autoridad electoral… a sabiendas de que no lo lograría. Sólo se trataba de ejercer presión.

Después de la toma de protesta simbólica como “gobernador legítimo” se dedicó a boicotear la agenda de Juárez Cisneros, tras lo cual hubo versiones insistentes, reveladas en su momento por el mayor Alcaraz, de que Félix Salgado emprendió un viaje relámpago a una ciudad fronteriza norteamericana, donde se habría entrevistado con sus enemigos políticos. Después de ese supuesto viaje su activismo descendió casi a cero y en el año 2000 su partido lo postuló a la Cámara de Diputados, donde tuvo un desempeño estridente, como cuando golpeó a policías que lo detuvieron en estado de ebriedad.

...

El “éxodo por la democracia” del ahora morenista en 1999 tuvo únicamente el objetivo de ejercer presión, a sabiendas de que no lograría influir en la autoridad electoral tras su derrota en busca de la gubernatura.

El choque con los Beltrán

En 2005 ganó la alcaldía de Acapulco mientras Zeferino Torreblanca sacaba por primera vez al priismo de Casa Guerrero.

Félix Salgado Macedonio se asumió como presidente municipal de Acapulco el primero de diciembre de 2005. Menos de dos meses después, el 27 de enero de 2006, la Policía Preventiva Municipal (PMM) bajo su mando emboscaba un convoy de traficantes que se desplazaba de la periferia al centro de la ciudad.

Esa fecha, un operativo de la PPM tomó posiciones en el crucero de La Garita, donde esperó a un grupo de vehículos que después se supo eran narcotraficantes del Cartel de Sinaloa, a las órdenes de Joaquín El Chapo Guzmán.

El convoy era encabezado por un sujeto de nombre Humberto Cortés Álvarez, identidad que escondía a uno de los más temibles capos del narcotráfico: Carlos Landeros, alias El Kalin, concuño de El Chapo y jefe de las operaciones en el estado de Guerrero.

Al llegar al punto de control, el hombre se dirigió despreocupadamente hacia el mando del operativo, el secretario de Seguridad Pública, Genaro García Jaimes, con quien comenzó a dialogar.

De manera inesperada un disparo surgió de la camioneta policiaca que atravesó primero el antebrazo de Landeros y después impactó en su cabeza. Esa detonación pareció ser la señal: de inmediato se desató una balacera infernal contra los narcotraficantes con un saldo final de cinco muertos y al menos dos vehículos incendiados.

Fueron varios minutos de disparos, desconcierto, gente corriendo aterrorizada y vehículos ardiendo. Los sicarios que no fueron alcanzados por los disparos de la policía emprendieron la huida por un pasillo trasero de la Iglesia de La Garita. En el camino se quitaron chalecos, fornituras y armas para evitar ser blanco de la metralla que parecía surgir de todos lados.

En la refriega, ni los uniformados ni sus mandos acertaron a pedir ambulancias de servicio médico para los civiles heridos. Por el contrario: Mario Núñez Magaña, comandante del Grupo Relámpago de la PPM, remató a tiros a dos sicarios gravemente heridos que se retorcían en el piso en medio de sendos charcos de sangre.

Aquí destaca el hecho de que la Policía Preventiva Municipal actuó por cuenta propia, sin apoyo de ninguna otra corporación federal o militar.

Un uniformado recogió un maletín plateado del interior del vehículo que transportaba al capo Landeros, cuyo cuerpo fue alcanzado por las llamas. Los bomberos, que arribaron de inmediato al lugar (la central de bomberos está a unos kilómetros de La Garita), apagaron el fuego de los vehículos que ya alcanzaba el cuerpo inerte de Landeros.

En sus bolsillos, el capo tenía 200 mil pesos en efectivo y una pistola Glock 9 milímetros que nunca alcanzó a sacar de la funda Bianchi que portaba al cinto.

Por aquellas fechas, una fuente de primer nivel confirmó que portaba los 200 mil pesos “para dulces y chicles”, pero que en el maletín plateado llevaba de uno a dos millones de dólares, destinados “para los tiros grandes, como en los casos en que fuera atorado por la DEA o por el Ejército”. Ese dinero nunca apareció.

Lo que sí trascendió más tarde es que Félix Salgado acudió esa misma tarde a las oficinas de la Secretaría de Protección y Vialidad, donde se entrevistó con el capitán Eusebio Palacios Ortiz.

Un oficial de policía muy confiable, que accidentalmente ingresó a la oficina privada del capitán Palacios, relató que sobre un escritorio gigante observó muchos fajos de dólares esparcidos que eran contados por el mando policiaco. El oficial fue reconvenido por el mando policiaco y tuvo que abandonar de inmediato el recinto.

200 mil pesos en efectivo era lo que portaba el capo Carlos Landeros durante un ataque realizado bajo la gestión municipal de Salgado.

Herencia de sangre

¿Cómo es que se produjo el desenlace de La Garita, a partir de un rutinario operativo de vigilancia? Según las informaciones conocidas del evento que después se conocería como el garitazo, lo que pasó es que tan pronto asumió como alcalde, Félix Salgado se reunió con el capitán retirado Eusebio Palacios a quien lo instruyó a integrar un grupo especial de patrullaje e inteligencia.

Vestido con ropas de civil, ese grupo patrullaba todas las noches las calles de Acapulco y se topó con la estructura de vigilancia de Los Pelones, el grupo paramilitar creado por el clan Beltrán Leyva para las operaciones de trasiego de droga en Acapulco (por esas fechas, en 2006, el grupo de los Beltrán Leyva estaba integrado al Cártel de Sinaloa dirigido por su primo Joaquín Guzmán. La ruptura entre ambos se produjo en enero de 2008).

Nadie sabe qué sucedió con exactitud, pero según todos los indicios y los hechos que se suscitaron en las semanas subsecuentes, ese grupo de vigilancia comenzó a darle seguimiento a los movimientos de los traficantes sinaloenses, al grado de establecer postas de observación en los puntos donde detectaban el movimiento de los narcotraficantes.

Fue la vigilancia del grupo del capitán Palacios lo que pautó la emboscada de los municipales en La Garita, donde se produjo el choque armado con las consecuencias ya relatadas.

›La respuesta del Cártel no tardó en presentarse: la madrugada del día primero de abril hubo llamadas que alertaban a reporteros sobre dos cabezas humanas clavadas en picas de la valla de una oficina pública, precisamente en La Garita, frente al lugar donde ocurrió la balacera de enero. Una de ellas era del comandante Núñez Magaña, el mismo que remató a los sicarios malheridos en lugar de prestarles auxilio médico. La otra cabeza pertenecía al oficial Alberto Ibarra Velázquez. A esta escena se sumó una cartulina manchada de sangre con la leyenda “Para que aprendan a respetar”.

La venganza de los grupos criminales siguió con la ejecución de una decena de policías que participaron directamente en el tiroteo.

Poco después, el 29 de junio de 2006, apareció una cabeza cercenada en las escalinatas del Palacio Papagayo. En ese momento se consideró una amenaza personal inequívoca dirigida contra Félix Salgado, quien para entonces se mostraba aterrorizado. También trascendió que una de sus casas en Cuernavaca fue ametrallada una noche.

Para el 10 de julio, sobre la Costera Miguel Alemán, a la altura del condominio Oceanic 2000, fue secuestrado el capitán Palacios. Al día siguiente tocó el turno al teniente de corbeta Marcelino García Nava, adscrito a Inteligencia Naval. El jueves 13 de julio de ese fatídico 2006 aparecieron los cuerpos de ambos en el interior de una camioneta. Habían sido asesinados a golpes.

Esos sucesos marcaron la temporada de terror que dominó al Puerto de Acapulco desde entonces, con las decapitaciones como principal método para infundir terror entre la población. Trascendió entonces que Félix Salgado se comunicaba con frecuencia, vía telefónica, con su jefe político Andrés Manuel López Obrador, quien al parecer estuvo enterado de todas las incidencias.

Esta etapa de enorme violencia en la entonces principal playa turística del país, nunca fue investigada ni las autoridades ofrecieron una versión oficial. Ese vacío lo llenaron los narcotraficantes, especialmente los del Cártel de Sinaloa, quienes aseguraban entonces que Félix Salgado Macedonio hizo algún tipo de trato con Los Zetas, enemigos de los sinaloenses, y que incluso se mezclaron entre las filas de la Policía Preventiva y participaron directamente en el tiroteo de La Garita.

En esa época, en Acapulco, también se cuestionaba por qué sólo fueron asesinados policías y no sufrió una ataque directo el entonces alcalde Salgado Macedonio, si el cártel de Sinaloa filtraba información en su contra. Quizá la única respuesta es que entonces los narcotraficantes aún no mataban a alcaldes y funcionarios públicos en la idea de “no calentar” la plaza, que por esos tiempos era muy redituable dado que el Puerto era la puerta de entrada y salida de toneladas de cocaína provenientes de Sudamérica, en tránsito a su principal mercado: Estados Unidos de América.

Pero sin duda esos años fueron la herencia de sangre de Félix Salgado, tanto para el puerto de Acapulco como para otras regiones. Esa oleada de violencia iniciada en 2006 en La Garita se postergó hasta 2010, cuando un comando de la Armada de México ultimó a tiros a Arturo Beltrán Leyva, el jefe del clan, en la ciudad de Cuernavaca, donde tenía su lugar de descanso.

...

Tres años en campaña

Por esos antecedentes, las bravuconadas del senador, al conocer la nueva resolución del INE que de nueva cuenta le retiró la candidatura al gobierno de Guerrero, no anticipan nada bueno.

Y es que la fase que culminó la noche del martes, con la decisión del INE de cancelarle la candidatura, también dio fin a un activismo político de tres años en los que Félix Salgado se dedicó a recorrer el estado de Guerrero con la aparente certeza de tener libre el camino a la gubernatura. Ese activismo inició el mismo día en que López Obrador ganó la Presidencia de la República, en julio de 2018.

Es decir, Salgado Macedonio llevaba ya tres años en campaña por la gubernatura. Pero ahora, en apariencia, se volvió tan incómodo para el poder que tendría que ser el poder mismo el que lo tranquilice. Es decir, el presidente López Obrador, que lo cultivó y lo hizo creer que, ahora sí, sería gobernador.

Te Recomendamos: