AMLO a la sombra de Fidel

13 de Mayo de 2024

Salvador Guerrero Chiprés

AMLO a la sombra de Fidel

A la muerte del revolucionario y dictador Fidel Castro, los dos extremos de la controversia que suscita su vida y su muerte hacen evidente la vigencia de la discusión ideológica convencional del siglo pasado. En ello se unen el intento de disminuir o incrementar alguno de los aspectos de su vida.

En la última década del siglo XX, a la caída del Muro de Berlín en 1989 y el derrumbe de la URSS en 1991, se multiplicaron las aportaciones al debate global acerca de la viabilidad de la discusión sobre la ideología. Algunos sostenían, como en pleno siglo XIX, que las ideologías como expresión política de proyectos globales, habían finalizado.

Se re-categorizaron las dimensiones relacionadas con “las clases sociales”, “la revolución” y los bloques geopolíticos alrededor de los cuales aún entonces transcurría buena parte del debate nacional y global.

La muerte de Castro reposiciona un tema que siempre estará presente: a partir de la autodefinición política e ideológica asumida personalmente tendemos, contra toda evidencia contrastada simultáneamente, a compartir emocionalmente posiciones y reivindicar preferencias y vocabularios. Es inevitable.

Sostengo que lo revolucionario y lo dictador están prácticamente presentes, en equilibrio, en la vida del cubano. Ernesto Guevara nunca fue un dictador. Claro, dado su asesinato el cual algunos no disocian completamente de los cálculos del propio Fidel, no tuvo tiempo de serlo.

Nuestro dictador Porfirio Díaz, aquel de “mátalos en caliente”, también ganó batallas. Eso no le quita lo dictador. Aunque las batallas ganadas contra el invasor, como la de Huamantla, aparecen más bien ignoradas de la historia oficial.

Para quienes prefieren reivindicar el pasado revolucionario de Castro, el tema a destacar es el legado de los éxitos sociales en educación y salud, por ejemplo. Para quienes tienen motivos para lamentar su éxito en el arribo al poder, el tema es el completo hueco en materia de libertades democráticas y el duro espionaje nacional e internacional de la dictadura de la familia Castro.

Al hacer su comparación con Nelson Mandela, Andrés Manuel López Obrador mostró un buen tino inicial para efectos de coyuntura y uno equívoco de largo plazo. Mandela es un personaje democrático hasta el fin de la vida. Castro no lo fue.

Mandela estuvo en la cárcel 27 años, mientras Castro fue prisionero durante 2 años. En contraste también, Mandela permaneció en el poder durante 4 años y rechazó la reelección, y la familia Castro lleva 57 años en el poder en la isla que ofrecieron liberar de la dictadura. Es muy probable que el hijo de Fidel se mantenga en el poder algunas décadas más en el área de inteligencia.

El tema merece un debate con información detallada.

Un filón informativo enorme que lo alimentaría sanamente es la intervención del espionaje cubano a favor de Castro y en favor del PRI durante décadas que afectaron, en algunos casos, la existencia de grupos armados mexicanos con vocación revolucionaria o paramilitar, así como movimientos civiles de ambas tendencias democratacristianas y socialdemócratas.

La historia que lo juzgue deberá primero abrir esos enormes expedientes. Para hacerlo se requiere una gran confianza en la democracia y en las instituciones y una distancia de la veneración acrítica de unos y otros, todavía expuestos a la sombra de Fidel Castro.

confianzafundada.mx

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