El edificio del sistema político de partidos, la mayoría de los cuales ha encubierto la corrupción, funciona con plena incompetencia frente a los ojos ciudadanos y es incapaz de eliminar la impunidad, fue sacudido.
Vienen las réplicas, incluida la del 2018.
En el sismo de hace una semana dos esferas interactuaron y se tensaron al entrar en contacto: la autoridad y la sociedad civil.
En esa interacción, la sociedad civil, tal vez un poco menos de lo que ocurrió en 1985 cuando el gobierno federal fue percibido como absolutamente distante e incompetente, nuevamente demostró una disposición a la generosidad solidaria. Esta vez la Marina, el Ejército, Protección Civil y algunas autoridades federales, sufrieron menos fracturas que hace 32 años.
El activismo multitudinario nos permite recuperar la confianza en nuestra comunidad local y nacional, aunque no necesariamente fue siempre eficiente en estos siete días.
Optimistamente, los jóvenes y los mayores, los que pertenecemos a la generación que vivió el terremoto del 85 y el sismo político del 88, advertimos que la solidaridad, en su afecto y en su desorden, compensa la tragedia colectiva y los dramas individuales. Devuelve méritos a los colectivos improvisados y aquellos que, consolidados, se insertaron en la comunidad para rescatar, apoyar, denunciar.
Ingresamos a la segunda etapa, aquella de las responsabilidades criminales y políticas. En este nuevo episodio, el cobro ciudadano de cuentas va a ser alto y, a diferencia de la intervención apreciable de la multitud el martes pasado, esperemos que sea muy exacto e implacable porque las víctimas de la corrupción inmobiliaria de la capital del país merecen justicia. Ese debe ser un compromiso de ayuda solidaria, se los debemos y nos lo debemos.
Recuperar la confianza pública pasará por la organización de la sociedad civil en torno a proyectos que fortalezcan la participación, el debate y la eficacia política para reconstruir la comunidad nacional.
El potencial de México, en medio de nuestra tristeza por quienes fallecieron, debe emerger , sostenerse e imponerse.
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