El peligro de los hackers hormonales es una realidad

13 de Mayo de 2024

El peligro de los hackers hormonales es una realidad

A pesar de la advertencia de la Organización Mundial de la Salud, la incredulidad rodea al peligro que representan los disruptores endócrinos; Europa empieza a marcar la pauta y deberíamos seguirla

MediaMarkt, una de las tiendas más populares de electrónica e informática de Europa, anunció la semana pasada la sustitución del papel que hasta ahora utilizaba para imprimir los tickets de compra debido al peligro que representaba para sus clientes y empleados...

Ante esto cabe preguntarse ¿de verdad un pedazo de papel es un riesgo para la salud? ¿No estarán exagerando?

Cuando pensamos en las muchas amenazas hacia nuestro bienestar, difícilmente podríamos imaginar que una de las más peligrosas se encuentra presente en casi todos los productos que usamos día a día, desde cremas, champús y maquillajes, hasta muebles, prendas de vestir, y sí, tickets de compra.

Los llamados disruptores endócrinos son sustancias químicas que alteran, secuestran y simulan la forma en que las hormonas naturales interactúan con el resto del cuerpo; es decir, son ladrones de identidad o hackers que alteran las funciones naturales del sistema endócrino.

El Programa de Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA) y la Organización Mundial de la Salud (OMS) dieron a conocer en 2013 un informe en el que calificaban a los disruptores hormonales como una amenaza global que debía ser vigilada y verificada para reducirse en los próximos años.

Pero la advertencia ha sido poco difundida y ha estado sujeta a ataques de la industria, similares a los que se hicieron en su oportunidad al cambio climático por acción humana y que han minado la confianza en la ciencia que avisa del peligro de estos hackers hormonales.

Así que fue hasta abril de este año que el Parlamento Europeo pidió que estas sustancias fueran prohibidas al equiparlas con productos cancerígenos o tóxicos. Ningún otro cuerpo legislativo en el mundo se ha pronunciado al respecto o ha emitido leyes que regulen el uso de estos químicos.

La lista original entregada por el PNUMA y la OMS señala 800 sustancias que interfieren con las hormonas, pero especialistas en el tema aseguran que en realidad existen más de mil disruptores hormonales sintéticos que pueden alterar el funcionamiento del sistema endócrino de forma 
irreversible.

Y esa es una parte importante del problema: son muchos para que puedan ser identificados con claridad. Por lado, tienen efectos diversos que no se presentan inmediatamente.

Más enfermos y obesos y menos listos

Para el pediatra Leonardo Trasande, jefe del departamento de Pediatría Ambiental de la Universidad de Nueva York, estas sustancias también podrían explicar por qué, en comparación con generaciones pasadas, somos más obesos, nos enfermamos más y hasta somos más pobres.

En su reciente libro Sicker, Fatter, Poorer (aún sin traducción al español), Trasande explica la relación estrecha que los disruptores hormonales tienen con enfermedades neuronales, metabólicas, reproductivas e inmunológicas, y señala padecimientos directamente relacionados con estas sustancias como son la endometriosis, la diabetes, el cáncer de mama y la obesidad.

El especialista también señala que los niños conforman el grupo más vulnerable a este tipo de sustancias, ya que estarán expuestos a ellos por más tiempo y su nivel de absorción (en relación al peso por kilo) es mucho mayor al de un adulto promedio. Además, advierte que este tipo de contaminación es acumulable y que las secuelas o padecimientos pueden tardar décadas en ser desarrollados.

Uno de los efectos que tienen los disruptores hormonales, confirmado por estudios en humanos y animales, es que los niños que estuvieron expuestos durante la gestación a estas sustancias tienen un coeficiente intelectual menor al de los niños que no estuvieron 
expuestos.

El ejemplo más alarmante de este tipo es el del éter difenil polibrominado, que se encuentra en plásticos y en retardantes de combustión. Un estudio económico publicado en The Lancet en 2018 calcula que el costo asociado a esta sustancia en Estados Unidos es de 266 mil millones de dólares por la pérdida de 11 millones de puntos de CI en 43 mil casos.

Trasande advierte que en realidad nadie está a salvo de la exposición a estas sustancias, y aunque se puede controlar los entornos más cercanos como el hogar, es imposible reducir los riesgos o cuidar nuestra salud si no se aplican políticas generales que prohíban o restrinjan el uso de estas sustancias en productos de uso diario.

¿Cómo hackean nuestro cuerpo?

La amenaza que representan los disruptores hormonales es que se encuentran en la mayoría de los productos con los que tenemos contacto día a día. Además, no existe un límite seguro de exposición, ya que la contaminación de estas sustancias es acumulable y puede ser transmitida de madre a hijos; de hecho, se han encontrado cerca de 300 químicos de este tipo en la sangre del cordón umbilical de algunos recién nacidos.

Estudios presentados por la Sociedad Argentina de Pediatría han comprobado cómo la intervención de los disruptores hormonales afecta incluso a la expresión genética, ya que provocan cambios en procesos de transformación de las funciones del ADN.

Aunque existen diversas sustancias disruptoras, las más peligrosas se pueden agrupar en cuatro categorías principales: los plaguicidas, los ftalatos (utilizados en la mayoría de cosméticos y envases de comida), los retardantes de fuego y los bisfenoles, cuyo principal uso está en los plásticos y en la creación de papel térmico para los tickets de las cajas registradoras.

La forma en que estos hackers químicos engañan al sistema endócrino es a través de tres mecanismos: mimetizando y aumentando la acción de la hormona, bloqueando su acción o modificando su síntesis de alguna manera. Estos cambios en el sistema endócrino acaban provocando fallas o descompensaciones en otros sistemas del cuerpo.

Estas sustancias son moléculas tan pequeñas que pueden migrar con facilidad y permanecen en el cuerpo por varios años. Además, los síntomas de enfermedad por exposición a disruptores hormonales suelen aparecer mucho después al momento inicial de contaminación.

“La obesidad y la diabetes son ejemplos de las tendencias adversas a la salud asociadas a la disrupción endocrina que necesitan abordarse con urgencia. Estamos hablando aquí de prevención, no de cura”. Elizabeth Salter Green, directora de CHEM Trust.

Por si fuera poco, existe un fenómeno llamado “efecto coctel”, que se vincula con la dificultad para encontrar una relación directa entre un padecimiento y una sustancia específica, sea porque tienen una acción combinada con otra u otras sustancias o porque la abundancia de químicos hace imposible determinar con exactitud cuál fue el responsable directo.

El plástico y los tickets parecen inofensivos...

Una de las mayores fuentes de contaminación o exposición a estas sustancias son los plásticos, especialmente aquellos tratados con bisfenol-A, un químico potencialmente dañino para los receptores de estrógeno en el cuerpo y que puede ser encontrado en todo tipo envase para alimentos.

El bisfenol- A es el principal componente del papel térmico utilizado en casi todas las máquinas registradoras del mundo, y fue catalogado en el 2017 por la Agencia Europea de Sustancias Químicas como “muy preocupante”, ya que puede dañar la capacidad reproductora y causar efectos adversos en el riñón y el hígado.

Un estudio publicado por un grupo de investigadores estadounidenses en la revista Endocrinology de la Sociedad de Endocrinólogos asegura que la exposición al bisfenol-A tiene una relación directa con la herencia de un gen relacionado con el autismo en ratones, además, afecta los niveles de ansiedad, agresión y aprendizaje de los fetos de ratón.

El dato más sólido en contra del Bisfenol-A son los diversos estudios que presentan una relación entre la exposición de embarazadas a este disruptor y el desarrollo de padecimientos metabólicas como la diabetes tipo II u obesidad en sus bebés.

Aunque la Unión Europea prohibió desde 2011 la fabricación de plásticos que tuvieran bisfenol-A para objetos destinados para la alimentación de niños de cero a tres años, sigue utilizándose en la mayoría de las latas y envases de alimentos o bebidas.

Entre las recomendaciones que más se hacen con los productos plásticos tratados con bisfenol es el de no reutilizarlos, como por ejemplo no rellenar botellas de PET para más de un uso, ni tampoco meterlos al microondas o servir alimentos calientes en ellos, ya que es así como liberan la mayor cantidad de compuestos químicos dañinos para la salud.

Miquel Porta, profesor de la Escuela de Medicina de Barcelona y uno de los autores de la Revisión científica de la relación entre la exposición química y el riesgo de desarrollar diabetes y obesidad encuentra evidencias de que las epidemias de actuales de estas enfermedades, que han crecido a niveles alarmantes, son en buena medida debidas a la irrupción de los disruptores hormonales en el mundo comercial.

Entonces, ¿está todo perdido?

Los expertos en el tema señalan que se debe seguir el principio de precaución, en el que la ausencia de certeza total de evidencia científica, no debe retrasar a los gobiernos y legislaciones en la adopción de medidas para prevenir los posibles daños que estos químicos puedan tener sobre la salud pública.

Aunque es casi imposible librarnos en su totalidad de la exposición a disruptores hormonales, se pueden adoptar algunos métodos para reducir su influencia en la salud y mejorar nuestra la calidad de vida. Por ejemplo, podemos evitar alimentos envasados en plástico, especialmente aquellos con códigos de reciclaje 1, 3, 6 y 7, así como las latas que tienen recubrimiento plástico interior.

¿Sabías que? Ningún disruptor hormonal se ha eliminado en México; mientras que en Estados Unidos se han eliminado 11 y en Europa poco más de mil 300.

En cuestión de maquillajes y cremas evitar aquellos que tengan parabenos, triclosán y aromas sintéticos, especialmente los protectores solares que dejan expuesta la piel a una fuente de calor y por ello la absorción de los químicos es más directa.

Para el hogar se recomienda no usar alfombras o muebles con retardantes para incendios, sustituir los enseres de plástico por otro tipo de materiales como metal o madera y cambiar los sartenes antiadherentes por unos hechos de acero inoxidable o hierro. También se debe evitar calentar alimentos en contenedores plásticos o meterlo en el microondas.

Otro paso importante sería exigir, como consumidores y sociedad, productos y regulaciones que cuiden nuestra salud en todos los niveles.

Presencia. Los disruptores se pueden hallar en cremas, champús, maquillajes, muebles, prendas de vestir y tickets de compra.

500 millones de toneladas de sustancias que han sido identificadas como disruptores hormonales se producen al año.

217 mil millones de dólares es el costo anual que se calcula para las afectaciones a la salud que producen los disruptores endócrinos sólo en la Unión Europea.

Más de 80 mil nuevas sustancias químicas para uso industrial se han producido desde 1950.

Menos del 45% de las nuevas sustancias son probados en relación al impacto de la salud en los seres humanos.

340 mil millones de dólares es el cálculo para Estados Unidos.

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