Morena enfrenta el mayor reto de su corta vida. Definir su papel como partido en el gobierno no es algo sencillo, y de ello pueden dar cuenta el PAN y el PRI que en su momento no lograron calibrar sus fuerzas, apoyo, identidad e independencia frente al Poder Ejecutivo, y cargaron con el desprestigio y errores de ello.
La administración del presidente Andrés Manuel López Obrador apenas empieza, pero en solo cinco meses la presidenta nacional de Morena, Yeidckol Polevnsky, ha demostrado que no tiene el talento, experiencia, sensibilidad y capacidad para definir ese papel y fortalecer a su partido, sino al contrario, ha dado muestra de los errores que en muy poco tiempo se pueden cometer para conducir a un partido al despeñadero.
Los buenos pronósticos que este partido tiene ante las elecciones del próximo 2 de junio en seis entidades federativas no se deben en forma alguna a algo que haya hecho bien la otrora empresaria, sino al prestigio del Presidente de la República.
Incluso, hace unas semanas en lugar de abocarse a resolver la disputa que al interior de Morena existía con motivo de la candidatura al gobierno de Puebla, Polevnsky prefirió viajar a China y entrevistarse con dirigentes del Partido Comunista, lo cual resulta ser un viaje interesante y muy enriquecedor, pero no previo a las primeras elecciones que enfrentará Morena como partido en el gobierno y teniendo un riesgo real de división.
En ese sentido, ser factor de desunión, discordia y polarización no ha sido un atributo buscado para un dirigente partidista. Nunca.
La dirigente ha vertido insultos como convenencieros y sabandijas a sus propios militantes y después los llama a la concordia y al cierre de filas. Evidentemente, sus palabras pierden credibilidad y legitimidad.
Por ello, el primer interesado en renovar su liderazgo es el propio partido Morena, que ve en su actual dirigente un riesgo real de fracaso.
Entre los militantes que han levantado la mano se encuentra Alejandro Rojas Díaz-Durán y la actual secretaria general de Morena, Bertha Luján.
Ambos son personajes reconocidos entre las filas morenistas por su experiencia y trayectoria política.
El exdiputado federal y local, Rojas Díaz-Durán, está proponiendo reabrir la afiliación de militantes de Morena, cerrado precipitadamente a mediados del año pasado y que ha frenado su crecimiento en momentos en que debiera estar administrando su crecimiento y garantizando una base sólida militante.
Resulta contradictorio que en momentos en que la ciudadanía demuestra descontento con los partidos políticos y éstos buscan atraerla, Morena permanezca cerrado y se dé el lujo de desairar a la ciudadanía.
Excolaborador de Porfirio Muñoz Ledo, Marcelo Ebrard, Miguel Ángel Mancera y Ricardo Monreal Ávila, Alejandro Rojas también está proponiendo cancelar el método encuestas como medio para elegir dirigentes y candidatos, pues se trata de estudios demoscópicos que nadie conoce y cuyos resultados han sido tergiversados. Por ello, el exsecretario de Turismo está planteando consultar directamente a la militancia de ese partido pero a través de elecciones internas.
Ello resulta algo interesante, sobre todo a la luz del actual ejercicio que está realizando el PRI para definir a su próxima dirigencia y que se ha complicado enormemente.
Se trata de planteamientos que buscan atender las principales exigencias que diversas voces han planteado al interior de Morena y que permitirían, a mi parecer, crear los acuerdos mínimo-necesarios para que a su interior este partido se fortalezca y cohesione.
La pregunta es ¿Yeidckol dejará algo del partido Morena en pie?