En un país que defiende y ensalza la libertad, los libros no corren la misma suerte. El 2023 cerró como el año en el que se prohibieron más libros que nunca, consolidando a Estados Unidos como el país que más libros prohíbe en todo el mundo. Además de esta notoria fama, el año pasado se batió el récord de libros vetados. Según información de PEN América, una organización sin fines de lucro dedicada a defender la libertad de expresión, se prohibieron tres mil 362 tomos solo durante el año escolar 2022-2023, representando un aumento del 33% respecto al ciclo anterior, que, recordemos, abarca de julio a junio del año siguiente.
Tanto los autores como sus obras comparten algunas características. Las temáticas que no superan la censura incluyen cuestiones raciales, de género, diversidad LGBT+ e historia estadounidense. Incluso, muchos de los autores cuyos libros fueron retirados del mercado son mujeres, personas de color o miembros de la comunidad LGBT+. Estas dos condiciones han encabezado las razones de censura en los últimos años, y este año no es la excepción, ya que se añadieron nuevas temáticas, desde abuso físico, salud y bienestar, hasta temas de duelo y muerte, todos ellos imposibles de encontrar en escuelas y bibliotecas.
La Asociación Estadounidense de Bibliotecas (ALA) señaló que en los primeros ocho meses del año pasado se identificaron 695 desafíos a materiales y servicios bibliotecarios. Esta cifra también es mayor que la registrada en el mismo periodo del año anterior, que fue de 681.
Dentro del país, la lista de lo que se puede leer y lo que no varía. Florida es el estado con mayor número de prohibiciones, concentrando más del 40% del total, con mil 406 casos, superando por mucho a Texas, que ocupó el segundo lugar de prohibiciones con 625 libros. El tercer puesto lo ocupó Missouri, que registró 333 vetos.
¿Sabías que? En 2023 se prohibieron tres mil 362 tomos en aquel año escolar, 33% respecto al ciclo anterior.
Ningún libro se salva, desde los clásicos como 1984 de George Orwell (prohibido en Texas en enero) hasta los escritos por autores jóvenes como Rupi Kaur, cuya antología poética Milk and Honey fue retirada de escuelas y bibliotecas texanas en la primavera del año pasado, e incluso los reconocidos internacionalmente, como Stephen King, que sumó 12 prohibiciones en Virginia, Pensilvania, Florida y Texas a lo largo del año. Cuando Estados Unidos se prepara para elegir a su presidente, la polarización, acentuada en la gestión de Donald Trump, se ha colado en la educación. Así, grupos de poder o incluso padres de familia presionan para prohibir numerosos libros, generando situaciones que atentan contra la educación.
Un ejemplo de esto es The History Puzzle: How We Know What We Know About the Past de Susan Provost, un libro que explica importantes sucesos históricos mundiales y la forma en que se descubren. Lo prohibieron en junio en el estado de Florida.
En un giro irónico, algunas adaptaciones televisivas o cinematográficas logran llevar el contenido de ciertos libros al público, incluso antes de que las autoridades los prohíban, como ocurrió con Thirteen Reasons Why de Jay Asher. A pesar de que la serie llegó a Netflix en 2020, prohibieron el libro en junio de 2023 en Florida.
El veto no afecta a los autores que cuentan con reconocimiento internacional. “Debo estar haciendo algo bien”, publicó en redes sociales el escritor de terror Stephen King cuando se enteró de que algunos de sus libros no estaban disponibles en los recintos educativos.
En un pódcast para NPR, la autora Ashley Hope explicó que las asociaciones de padres y familia, así como los maestros y organizaciones, usan el argumento del “contenido sexual” como chivo expiatorio para atacar libros que abordan la raza, el género y otros temas basados en la identidad y diversidad. A su vez, este tipo de acciones obstaculizan los avances en la diversificación de la literatura infantil, con los peligros que eso representa. La novela histórica Hope, Out of Darkness fue prohibida en Florida, Kentucky, Missouri, Carolina del Norte, Carolina del Sur, Oregon, Pennsylvania, Texas, Utah, Virginia y Wyoming.
Aunque la tendencia de prohibiciones de libros va en aumento cada año, existe una contraparte conformada por organizaciones a favor de la libertad de prensa y educativa, así como los propios estudiantes, que a través de clubes de lectura de libros vetados, grupos anticensura, protestas y eventos públicos, defienden no sólo la libertad de lectura, sino también la posibilidad de sumergirse en mundos diversos, inclusivos y educativos.
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