Crónica | Reportera acusa censura en la mañanera; AMLO lo niega
En esta ocasión, la participación de la reportera se centró en un fuerte reclamo de censura en su contra por parte de los trabajadores de la Presidencia encargados de gestionar la conferencia diaria desde Palacio Nacional.
Como telón de fondo, decenas de reporteros riendo, haciendo expresiones de incredulidad, mirándose entre sí y cuchicheando; los trabajadores de presidencia mirando a una reportera, el Presidente por momentos riendo, por momentos molesto y en ocasiones guardando la paciencia. Todo, mientras las cámaras cruzan imágenes para ver a los protagonistas y el chat de la mañanera vuelto loco con miles de comentarios de la tensa esena.
La presencia de la reportera sonorense Reyna Haydee Ramírez Hernández en las mañaneras produce en sí misma un interés peculiar debido a que, de tomar el micrófono, comienza un intercambio preguntas, reclamos y exigencias con el presidente Andrés Manuel López Obrador; incluso se crea un ambiente de tensión generado por otros reporteros que buscan un espacio para participar en la conferencia y no pueden por el tiempo que se lleva el intercambio, mismo que se extiende a las redes sociales.
En esta ocasión, la participación de la reportera se centró en un fuerte reclamo de censura en su contra por parte de los trabajadores de la Presidencia encargados de gestionar la conferencia diaria desde Palacio Nacional.
De manera franca, la periodista arrojó sobre la mesa el nombre de Jesús Ramírez Cuevas, vocero de la Presidencia, al cual acusó directamente de ser el artífice de su exclusión.
Sus palabras resonaron con una mezcla de rabia contenida y determinación palpable: “Tuve que infiltrarme en Palacio Nacional, camuflada como turista, sorteando obstáculos y temores, solo para llevarle un mensaje directo a Jesús”.
La tensión en la sala se podía cortar con un cuchillo, mientras los demás reporteros ansiosos por intervenir se veían relegados por el tiempo que el intercambio entre Ramírez Hernández y el presidente Andrés Manuel López Obrador acaparaba.
El diálogo entre la reportera y el mandatario se convirtió en un juego de estrategias y verdades a medias. Acusaciones de censura se contrarrestaban con negaciones y defensas de la libertad de expresión. La reportera exigía pruebas, mientras que el presidente esquivaba las acusaciones con habilidad retórica.
-RH: “no pues no, no hay falta de respeto, pero eso de no somos iguales, no puede ser un eslogan, sino un imperativo de conducta”.
-AMLO: “está muy difícil de comprender. Es mejor no somos iguales. Yo le hablo a la gente. Cada quien tiene su manera de pensar de ser. Adelante”.
-RH: “nada más que le respeten lo que usted dice y que no se calumnie. Cuando se quiere decir algo, que tenga pruebas escritas”.
El presidente admitía la embestida de un bloque conservador, mientras que la reportera denunciaba el control y la manipulación de los medios. En medio de esta batalla dialéctica, la verdad parecía escurrirse entre los dedos, dejando espacio para interpretaciones y suspicacias.
Al final, entre reproches y aclaraciones, ambos contendientes se enzarzaron en un reconocimiento de respeto y desconfianza. Mientras el presidente defendía su postura enérgicamente, la reportera exigió un trato justo y transparente.