El Festival de Avándaro: un recuerdo irrepetible del Rock en México

6 de Octubre de 2024

El Festival de Avándaro: un recuerdo irrepetible del Rock en México

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Foto: Graciela Iturbide/UNAM

Aquellos días en Avándaro se vivió como una ráfaga de guitarras distorsionadas y versos de rebeldía, que tuvo implicaciones, incluso, políticas

Corría el septiembre de 1971, y mientras el mundo se movía al ritmo de la revolución cultural, en México, un fenómeno sin precedentes sacudió el Valle de Bravo, en el estado de México. El Festival de Avándaro, conocido como el “Woodstock mexicano”, se convirtió en un huracán de rock, libertad y controversia. Un evento que quedó tatuado en el alma de una generación que buscaba gritar su verdad al mundo.

Aquellos días en Avándaro se vivió como una ráfaga de guitarras distorsionadas y versos de rebeldía. La Filmoteca de la UNAM guarda un valioso testimonio fílmico de ese momento irrepetible, donde el rock resonó como un trueno en medio de un país que aún temblaba por los estragos de la represión y el autoritarismo. El Avándaro del 11 de septiembre de 1971 fue más que un concierto; fue un eco de libertad que aún retumba en las montañas.

Trascendencia de Avándaro

El festival, pensado originalmente como una pequeña carrera de autos con música, rápidamente se transformó en un epicentro de contracultura cuando las carreras fueron eliminadas y el rock tomó el control absoluto. Durante dos días, una constelación de bandas como Dug Dug’s, La División del Norte, Peace & Love, El Ritual, y Three Souls in My Mind llevó a miles de jóvenes a una catarsis colectiva, donde el barro, el amor libre y la marihuana fueron ingredientes esenciales.

Pero el impacto de Avándaro fue más allá de la música. Los medios lo tacharon de “degenere total”, “una orgía de sexo y drogas”, mientras que los informes oficiales de la Dirección Federal de Seguridad (DFS) documentaban cifras alarmantes: “un 70% de los asistentes consumió drogas”, se leía en un informe del 12 de septiembre de 1971. La paranoia se desató. Cientos de jóvenes fueron detenidos; los titulares censurados, y la represión se agudizó.

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Para las autoridades, el Festival de Avándaro no solo fue un desborde de música, sino también una manifestación política y cultural que debía ser suprimida. Como recuerda la doctora Carmen de la Peza, el gobierno de Luis Echeverría no estaba dispuesto a permitir que la juventud encontrara en la música un nuevo medio de denuncia.

Para las mujeres, en particular, el festival mostró un terreno inhóspito: un espacio de libertad dominado por hombres, donde las mujeres lucharon por un espacio propio en un país donde el machismo era la norma.

El legado de Avándaro se siente en cada riff que ha sacudido a México desde entonces. Aunque provocó la prohibición de conciertos en los años siguientes, también fue la chispa que, una década más tarde, encendería el movimiento “Rock en tu Idioma”, que reivindicó al rock en español como una fuerza imparable.

El evento es considerado para muchos, como la doctora Maritza Urteaga Castro Pozo, un “hito fundacional del rock mexicano; una cultura transgresora” que empujó los límites de lo que podía ser dicho y hecho en México. DJ