It’s alive. It’s alive!

22 de Agosto de 2025

Juan de Dios Vázquez
Juan de Dios Vázquez

It’s alive. It’s alive!

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La semana pasada circuló por las redes sociales una noticia falsa sobre la muerte de Noam Chomsky, creando confusión y tristeza entre sus seguidores. Afortunadamente, esta información resultó ser fake news, y Chomsky, el influyente lingüista, filósofo y activista político, sigue con nosotros. Este error nos brinda la oportunidad perfecta para celebrar y reflexionar sobre su vida y contribuciones mientras todavía es posible hacerlo.

Tuve el honor de conocer a Noam Chomsky hace aproximadamente quince años, cuando él aún era profesor en el Instituto Tecnológico de Massachusetts (MIT) y yo estudiaba mi doctorado en Harvard. En ese tiempo, sus escritos y teorías ya habían dejado una profunda huella en mi pensamiento académico y político. Nos encontramos más de un par de veces y, en una de ellas, me invitó a almorzar en la cafetería del MIT.

En nuestras conversaciones, Chomsky demostró una humildad y una humanidad que rara vez se encuentran en figuras de su talla. Su capacidad para explicar conceptos complejos de manera accesible y su disposición para escuchar y debatir ideas con jóvenes estudiantes como yo fueron inspiradoras. Chomsky no sólo es un gigante intelectual; es también un modelo de integridad y compromiso ético.

Dentro de la academia, Chomsky es conocido por sus innovadoras contribuciones a la lingüística. Su teoría de la gramática generativa revolucionó nuestro entendimiento del lenguaje y la mente humana. Antes de Chomsky, la lingüística se enfocaba en la descripción de lenguas específicas. Chomsky, en cambio, buscó entender los principios universales subyacentes a todas las lenguas humanas. Su trabajo estableció que todos los seres humanos comparten una estructura mental común para el lenguaje, lo que llevó a importantes desarrollos en psicología cognitiva y ciencias de la computación.

Sin embargo, la influencia de Chomsky no se limita a la lingüística. Es también un crítico incisivo de la política exterior de Estados Unidos y de las estructuras de poder que perpetúan la desigualdad y la injusticia en el mundo.

A través de sus libros, artículos y conferencias, ha defendido incansablemente la justicia social, la paz y los derechos humanos. Su libro Manufacturing Consent, coescrito con Edward S. Herman, es un análisis seminal sobre cómo los medios de comunicación sirven a los intereses de las élites económicas y políticas.

En el núcleo del pensamiento de Chomsky hay una proposición simple: en cualquier sociedad de mercado moderna, el poder político fluye del económico, y el económico reside en manos de los poseedores de capital. De ello se deduce que la política estará dominada por estos poseedores de capital, quienes utilizarán sus considerables recursos para doblar el proceso político a sus propios fines.

El segundo paso en su análisis es reconocer el papel clave de la violencia en el mantenimiento de las relaciones de clase. Aunque el poder político fluye de la estructura económica, los poseedores del capital a menudo deben recurrir a medios coercitivos para mantener su dominio. A nivel nacional, esto a menudo toma la forma de represión policial y militar contra los movimientos laborales y los movimientos sociales más amplios. Internacionalmente, toma la forma de guerras, intervenciones y golpes de Estado, casi todos los cuales se justifican bajo el manto de la seguridad y la democracia.

En el contexto de nuestro continente, Chomsky ha sido una voz constante en la crítica a las políticas intervencionistas de Estados Unidos en América Latina, así como en la defensa de la soberanía y los derechos humanos en la región. Su análisis estructural del capitalismo y el Estado también arroja luz sobre las complejas interacciones entre las élites económicas y políticas en los países latinoamericanos, ofreciendo una perspectiva crítica que invita al debate y la reflexión sobre el futuro de la región.

En marzo de 2018 y previo a las elecciones presidenciales, el entonces candidato Andrés Manuel López Obrador sostuvo un encuentro con Chomsky, donde destacó las “simpatías” entre ambos.

Esta charla tuvo lugar en Hermosillo, y luego de la plática, AMLO declaró: “Es muy lúcido, un hombre inteligente”. Sin embargo, dos años después, durante la XXII Feria Internacional del Libro en el Zócalo de la CDMX, Chomsky criticó los megaproyectos que impactan negativamente tanto al medio ambiente como a las comunidades indígenas, citando específicamente el Tren Maya como ejemplo.

Ahora bien, este ataque no se limitó sólo a México, sino que también abarcó otros países latinoamericanos como Argentina, Brasil y Colombia. En particular, hizo énfasis en la preocupante situación en Brasil bajo el gobierno de Bolsonaro, donde la deforestación en la Amazonía ha generado una alarma mundial debido a sus enormes impactos ambientales.

En esa ocasión, Chomsky subrayó que la protección del medio ambiente y los derechos indígenas están en juego, marcando la importancia de que ésta esté en la agenda de gobiernos tanto de derecha como de izquierda.

Así pues, la falsa noticia de muerte de Chomsky nos ha recordado la magnitud de su influencia y nos brinda la oportunidad de reconocer sus invaluables aportes mientras sigue con nosotros. A medida que enfrentamos desafíos globales cada vez más urgentes, su voz continúa siendo una guía valiosa y una inspiración para generaciones presentes y futuras.

La claridad y precisión con la que expone las dinámicas de poder y las injusticias del mundo moderno nos invitan pues a reflexionar y actuar. Pero, como diría el propio Noam Chomsky: “No deberíamos estar buscando héroes, deberíamos estar buscando buenas ideas”.

Por eso, honrar su vida no es ponerlo en un pedestal, sino valorar esas buenas ideas que nos pueden llevar a un mundo más justo, seguro y equitativo.