1.
Ocupados como estamos con el primer debate de la carrera presidencial –habrá tres–, estamos dejando pasar otros temas de total importancia. Finalmente, tan importante como figurar quién ganó en la confrontación del domingo, será ver de qué manera un mejor y mayor conocimiento de ideas y propuestas de las tres candidaturas cara a cara, modulan la percepción de los ciudadanos y la manera en que orientarán su voto el 2 de junio, que es lo que cuenta.
2.
Resulta incomprensible que en una elección en donde los votos cuentan se quiera dirimir de antemano un resultado que por su naturaleza es incierto, al referirse al sentido en que los ciudadanos emitirán su voto. Ciertamente, el contraste es fuerte: una candidata favorita que se presenta como heredera y continuidad del inquilino de Palacio Nacional, frente a otra candidata retadora con un perfil ciudadano para reactivar el país, por hoy flagelado por la inseguridad y la violencia, la corrupción e impunidad, la carencia de salud y medicamentos, la altísima inflación y tasas de interés, con un tercero en discordia que debiera haber sido Yuawi, el intérprete de los estribillos naranjas.
3.
Parece ser que la brecha entre las competidoras se está cerrando, entre 10 y 19 puntos en las casas más creíbles, contra los casi 30 referidos al inicio del año. Ello hace que la contienda se torne más competitiva y motive el interés de los ciudadanos por emitir su voto. Ir a las urnas es lo que hará la diferencia y, como es en la democracia, habrá que esperar a que los votos se cuenten para conocer quién gana la elección.
4.
Entretanto, soslayamos un asunto de gran relevancia: los Precriterios de Política Económica presentados al Congreso por la Secretaría de Hacienda en estos días. Si bien es sabido que el proyecto de Ley de Ingresos y Presupuesto de Egresos de la Federación corresponde presentarlo al titular del Ejecutivo Federal, que en el caso de un año inicial de gobierno, habrá de corresponder a quien triunfe en los comicios del 2 de junio, el planteamiento muestra hasta qué punto la hacienda pública estará limitada por el gobierno saliente, pues de entrada, plantea un fuerte recorte del gasto, para pasar de un déficit de 5% a ejercer en 2024, a uno de 2.5% como era habitual antes del año electoral, implicando una reducción neta de 834 mil millones de pesos, no obstante disponer de una mayor tajada para los programas insignia de índole social, por casi 800 mil millones de pesos.
5.
Es decir, el margen de la próxima administración, con los números actuales, será mínimo, pues prácticamente todo el dinero estará comprometido con las políticas y recortes del gobierno saliente. Ciertamente, ya no habrá previsiones extraordinarias para obras icónicas como el Tren Maya o la refinería de Dos Bocas, pero otras, como el gasto de operación del aeropuerto Felipe Ángeles, las partidas para concluir el proyecto Transístmico o, inclusive, para echar a andar la refinería de Dos Bocas, tendrán que ser consideradas, como los montos necesarios para la operación de los tantos y tantos menesteres encomendados a las Fuerzas Armadas por fuera de sus deberes constitucionales, desde administrar el Tren Maya y servicios conexos incluso de hotelería, la nueva aerolínea de Mexicana, el mantenimiento de carreteras o la administración de aduanas y puertos, entre otros. Es decir, Hacienda está planteando la posibilidad no sólo de un presupuesto recortado, sino también inercial, en donde las partidas tendrían que asignarse para que siguieran funcionando programas, obras y servicios tal y como están ahora. Es eso o ir a una reforma fiscal para ampliar los ingresos públicos y contar con mayores recursos para financiar el programa de gobierno de una nueva administración. Como el tema fiscal no parece estar en las campañas, necesariamente los números de Hacienda tendrán que rehacerse si es que un gobierno entrante quiere cumplirle a los ciudadanos.