Cementerio de tanques de gas amenaza a habitantes de CDMX
Además de afectar su calidad de vida, temen que el gas que escapa de los cilindros cause una explosión o los enferme
Disused LP gas cylinders are seen at the former 18 de Marzo refinery, in Mexico City, on April 4, 2022. - Thousands of LP gas cylinders in bad condition have ended up in the former refinery. Residents of the districts of Azcapotzalco and Miguel Hidalgo of Mexico City, demand that authorities remove them, due to the danger and environmental problems that they entail. According to neighbors, the smell of LP gas prevails in that area, and they live in fear of a gas explosion. (Photo by CLAUDIO CRUZ / AFP)
/CLAUDIO CRUZ/AFP
Casi todas las noches, César y su esposa deben salir de su departamento por el fuerte olor a
gas
que se genera en un inmenso cementerio de
tanques
de ese combustible en Ciudad de México.
Además de afectar su calidad de vida, temen que el
gas
licuado de
petróleo
(LP, de uso doméstico) que escapa de los cilindros cause una explosión o los enferme.
“Es tan fuerte en las noches el olor, tan insoportable, que pareciera que la estufa está mal cerrada”, comenta a la AFP César Rivera, de 37 años, afuera de su edificio.
Imágenes aéreas de la AFP muestran la acumulación de miles de viejos
tanques
multicolores en una antigua refinería de la estatal Pemex, rodeada de barrios populares en el oeste capitalino.
Las bombonas, con capacidad de 20 a 30 kilos y expuestas por estos días a altas temperaturas, acentúan la imagen de abandono de la planta 18 de Marzo, en desuso desde 1991.
“La administración del edificio nos ha pedido que no se fume, que no se usen los quemadores de la estufa cuando el olor es más fuerte. Nos ha modificado completamente la vida”, añade César junto a vecinos inconformes con el depósito.
Este programador web dice que padecen este problema desde hace ocho meses, pero recién en enero supieron que el olor provenía del otrora complejo petrolero.

Riesgos
Inoloro, el
gas
LP está compuesto por butano y propano, y le mezclan mercaptano para que su olor nauseabundo permita ser detectado.
Aunque “los gases producto de su combustión no son tóxicos ni cancerígenos (...), en caso de fugas se forman nubes (...) que pueden ser explosivas y puede asfixiar a las personas que se encuentran en espacios pequeños”, señala la Comisión Nacional para el Uso Eficiente de la Energía en su página de Internet.
Los
tanques
fueron colocados allí por la empresa gubernamental
Gas
Bienestar -creada en 2021 para ampliar la competencia en el sector-, tras canjear gratuitamente cilindros viejos o dañados por nuevos y blancos.
En enero pasado, el gobierno de Ciudad de México dijo en un comunicado que Pemex estaba en proceso de retirar los artefactos.
Consultada por la AFP, la empresa señaló que “no hay agenda de entrevistas por ahora”. Protección Civil tampoco respondió un pedido de información sobre los riesgos.
“Tenemos ganas de vomitar y fuertes dolores de cabeza”, comenta José Juan Macías, de 44 años, en su carpintería vecina de la planta. En las tardes cierran las ventanas del local, pese al calor.
“Ellos (las autoridades) dicen que no pasa nada (...), pero todos pensamos aquí que sí tiene cierto peligro, entonces siempre tenemos precauciones de no prender nada cuando huele mucho por el miedo a que haya una explosión”, añade.
Contaminación
Los bomberos de la central de Tacuba reciben a diario reportes de fugas de
gas, pero en realidad se trata de los
tanques.
“Hemos ido a la exrefinería, pero no nos atienden”, refiere el encargado de la estación, César Suárez, quien advierte que la falta de información y coordinación limita el desarrollo de un plan de emergencia.
Ricardo Torres, investigador del Instituto de Ciencias de la Atmósfera de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), explica que una vez mezclados los componentes “no se pueden separar”.
“Si los vecinos de la refinería están oliendo todo el tiempo es porque los
tanques
aún tienen residuo de todos los elementos”, observa.
Torres alerta además que el LP contribuye a la formación de ozono, que a nivel del suelo es un potente contaminante para las personas y el medio ambiente.
Es “una bomba de tiempo”, advierte por su parte César Rivera.