Hasta la media noche de ese 26 de septiembre de 2014, varias horas después de que los 43 normalistas de Ayotzinapa fueran secuestrados, uno de los teléfonos de los estudiantes continuó encendido, el de José Eduardo Bartolo Tlantempa. El reporte técnico lo ubica en Cocula.
Bartolo Tlantempa no ha sido localizado hasta ahora, pero sí dos de sus compañeros con los que viajaba en el autobús Estrella de Oro número 1531, de acuerdo con el Grupo Interdisciplinario de Expertos Independientes (GIEI). En ambos casos hay una coincidencia: sus restos fueron encontrados en Cocula, uno de los centros de operaciones del grupo criminal de Guerreros Unidos y el municipio que desde 2014 los testimonios ubican como el epicentro de la desaparición de los normalistas.
El primero en ser localizados fue Alexander Mora Venancio, cuyos restos fueron encontrados el 29 de octubre de 2014, y en los que acreditó el laboratorio de Innsbruck que existía una “probabilidad de parentesco genéticamente fuerte y clara” con sus familiares, como lo estableció en su último dictamen 2016 el Equipo Argentino de Antropología Forense (EAAF).
Lo que fue cuestionado de este hallazgo es que se hizo en el río de San Juan, en una diligencia que carecía de legalidad, pero la pericial de edafología determinó que la tierra que contenían los restos provenía del basurero de Cocula.
Junto a Mora Venancio se encontraron más restos y en el propio basurero de Cocula, en total 114, que también reconoció el GIEI y el EAAF, y que se desconoce si la Fiscalía General de la República envió ya al laboratorio de Innsbruck, como lo solicitó la Comisión Nacional de los Derechos Humanos (CNDH) desde hace tres años, para determinar si son de los normalistas o no.
Ahora, este mismo grupo forense, junto con la Fiscalía General de la República recuperó nuevos restos óseos, también en Cocula, y que el mismo laboratorio de Innsbruck confirma que pertenecen al estudiante Christian Alfonso Rodríguez Telumbre.
El lugar en el que se hizo el hallazgo es a 800 metros del basurero de Cocula, en la “Barranca de la Carnicería. “Cabe destacar que en el pasado, dentro del mismo expediente, se recibió información sobre la zona antes referida sin que se agotara, lo que deberá establecerse una serie de deslindes a las responsabilidades a que haya lugar”, afirmó Omar Gómez Trejo, jefe Unidad Especializada en Investigación y Litigación del Caso Ayotzinapa (UEILCA).
Pero, de acuerdo a las constancias del expediente del caso Ayotzinapa y a la Recomendación de la CNDH, sí se revisó ese lugar, desde diciembre de 2014, porque líderes de la policía comunitaria UPOEG advirtieron que tenía datos de posibles fosas. Se buscaron restos utilizando con Tecnología Lidar a propuesta y con participación del GIEI. No se halló nada.
De acuerdo a las declaraciones de una decena de detenidos, obtenidas entre 2014 y 2016, los normalistas fueron llevados por distintos puntos de la zona de Cocula y Huitzuco
En especial, Miguel Ángel Landa Bahena, alias “Duba” o “Duvalin”, el grupo de los estudiantes del autobús 1531, fueron llevados primero por la policía de Huitzuco, y entregados por órdenes de El Patrón, a los sicarios de Guerreros Unidos, quienes los encerraron en una casa de seguridad que se ubica en las cercanías del basurero y de la barranca de Carnicería, allí se practicaron distintas diligencias con la presencia del GIEI, de acuerdo al expediente.
De acuerdo a la declaración de El Duvalin, la cual no ha sido cuestionada ni se ha argumentado que fue torturado, esos estudiantes fueron incinerados en el basurero de Cocula, luego llevados los restos a tirar al río San Juan.
Hoy por la tarde, Omar Gómez Trejo, titular de la Unidad Especial de Investigación y Litigación para el Caso Ayotzinapa, de la Fiscalía General de la República, confirmó que gracias a la información. Obtenida, incluyendo de testigos colaboradores se llegó al lugar.
Como lo dio a conocer ejecentral, uno de sus testigos protegidos es Gildardo López Astudillo, “El Gil”, a quien sus compañeros de Guerreros Unidos identifican como uno de los líderes que dio las órdenes para atacar y secuestrar a los normalistas.
El tercer estudiante identificado es Jhosivani Guerrero de la Cruz. Sus restos estaban junto con los de Alexander. En este caso el laboratorio de Innsbruck no es tan contundente, pero lo determina como “moderada coincidencia”, por lo que la familia no ha aceptado que esto sea así.
Cocula, centro de operaciones
Y de acuerdo a las declaraciones de El Duvalin, cerca de las siete de la noche Felipe Rodríguez Salgado, alias “Cepillo, identificado como jefe regional de Guerreros Unidos en Cocula, convocó al persona entre ellos a Landa Bahena para reunir gente que apoyara a su grupo en Iguala, porque se trataron de meter el grupo de Los Rojos, sus enemigos.
Llegan a Lomas Coyote, en Iguala en donde se encuentran con elementos de la Policía Municipal de iguala, y la CNDH descubriría después que Huitzuco, a bordo de tres patrullas y les entregan entre cinco y ocho estudiantes, a quienes suben a la caja de la camioneta estaquitas siendo custodiados por Landa Bahena y Patricio Reyes Landa, a quien llaman “El Pato”.
A este primer grupo lo dejan en una de las casas de seguridad del cártel ubicada en Cocula y regresan, dice Landa Bahena, por más estudiantes a Loma de Coyote.
Este grupo de normalistas serían, de acuerdo al rastreo de teléfonos y otros testimonios, los del autobús 1531, donde viajaban Alexander Mora Venancio y Christian Alfonso Rodríguez Telumbre.
Es el mismo “Duvalin”, quien su testimonio ha sido validado en juzgados, quien asegura que esos estudiantes fueron incinerados en el basurero de Cocula y que Gildardo López Astudillo, ahora testigo protegido en las nuevas investigaciones, quien le ordena quedarse a cuidar el fuego en el basurero, mientras “El Gil” y “El Cepillo”, junto con otros, se retiran.
Los documentos, las declaraciones y ahora los restos de los estudiantes encontrados confirma que Guerreros Unidos es el responsable de los ataques y desaparición de los normalistas y que era entonces Cocula uno de los principales centros de operaciones del grupo criminal de Guerreros Unidos, donde incluso se les decomisaron ranchos y casas de seguridad, por ello desde 2014 y con mayor intensidad en 2015 y 2016 se hicieron las búsquedas de los estudiantes en esa zona.
Y esto se confirma con los mensajes telefónicos que publicó ejecentral en 2018, que entregó la agencia antinarcóticos de Estados Unidos (DEA, por sus siglas en inglés), donde se da cuenta del caos que generó el cártel la noche de Iguala.
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