Cortamos el “árbol de la vida” más de lo que creíamos
Cuando se extinguen especies que eran las últimas de su género, el impacto en los ecosistemas es mucho más grande

Cuando se habla de pérdida de la biodiversidad, tanto el público como los científicos hacen referencia a la extinción de especies biológicas; sin embargo, según investigadores de las universidades Nacional Autónoma de México y Stanford, esta visión se queda corta, la “mutilación del árbol de la vida” es más grande de lo que pensábamos.
Gerardo Ceballos, del Instituto de Ecología de la UNAM, y Paul Ehrlich, publicaron hoy un estudio en el que llaman la atención sobre el hecho de la extinción de la paloma migratoria, el tigre de Tasmania y delfín del río Yangtsé implican la desaparición de sus respectivos géneros.
Las extinciones de los géneros afectan más que las de especies, explicó Ceballos en un comunicado de prensa, pues cuando una especie muere, sucede a menudo que otras especies del mismo género puedan cumplir al menos parte de su papel en el ecosistema.
Ceballos y Elrich, en el artículo que publicaron en los Proceedings of the National Academy of Sciences (PNAS) usaron la metáfora del “árbol de la vida” y, en ese sentido, el fenómeno que describen se explica pensando en que si cortamos una sola “ramita” (una especie), las cercanas pueden llenar el espacio de manera similar. Pero eso no sucede con las especies que son las últimas de su género.
Además, con la extinción de las especies y los géneros, los humanos estamos haciendo una gran mella en la evolución a largo plazo de la vida en el planeta, y “lo que le estamos haciendo al árbol de la vida causará mucho sufrimiento a la humanidad”, agregó Ceballos, por la degradación de los ecosistemas, la exacerbación del cambio climático y hasta por el golpe emocional de perder a los únicos compañeros que tenemos en el Universo, dijo Elrich.
La investigación encontró que del año 1500 a la fecha, se han extinguido 73 géneros de vertebrados terrestres, la mayor parte ellos son aves, con 44 géneros extintos, seguidas en orden por los mamíferos, anfibios y reptiles.
“Como científicos, debemos tener cuidado de no ser alarmistas”, reconoció Ceballos; sin embargo, usaron un lenguaje más contundente de lo habitual porque “no sería ético no explicar la magnitud del problema”.
SIGUE LEYENDO |