Crónica de la guerra: en los ojos de Rusia

29 de Abril de 2024

Crónica de la guerra: en los ojos de Rusia

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En esta República hay una sensación de preocupación, miedo e inquietud ante la guerra, como no existía desde la Guerra Fría. Son momentos tensos en el territorio ruso. La polarización de la sociedad se ha hecho visible, ahora el Kremlin concentra los ojos del mundo y de su propio país

Era el quinto día de la guerra rusa contra Ucrania, y Moscú vivía en el influjo de su misma rutina, tan diferente a la aislada e imbatible Kiev.

Aquel 28 de febrero tuvo lugar el primer diálogo entre rusos y ucranianos, pero tras cinco horas de intentar alcanzar un acuerdo, las negociaciones fallaron. No ayudó que un día antes, Rusia pusiera en “alerta máxima” su armamento nuclear. La ONU pidió a ambas partes que se mantengan las conversaciones, pero el martes los bombardeos en Kiev retomaron gran fuerza.

En Moscú, mientras tanto, la vida continua. El lunes las arterias de la ciudad estaban saturadas de tráfico, los trabajadores salían abatidos de una jornada más de trabajo, los bancos y negocios operaban con normalidad, a pesar de las sanciones que Occidente ha impuesto contra Rusia en los últimos días.

En cambio, Ucrania anunció ese día un total de 352 personas fallecidas y 2 mil 40 heridas. Pero sobre todo, reportó lo impenetrable de su capital y el valor de su gente, que tomó las armas sin preparación alguna contra uno de los ejércitos más temibles del mundo.

En Rusia las victorias y el progreso se reportan. Las sanciones y las represalias también. Todo desde su perspectiva. Pero poco se dice de las bajas. Del número oficial de soldados caídos o pérdidas materiales. El secretismo impera en el país. Si bien diversas fuentes occidentales afirman que la estrategia rusa está fallando y que el país no cuenta con los recursos económicos ni suministros necesarios para poder mantener la guerra por mucho tiempo más.

El Kremlin, sin embargo, no está dispuesto a demostrar lo contrario. Quiere el control del gobierno ucraniano y que se alejen la OTAN y los países de Occidente de la región. Las conversaciones del lunes, no obstante, fueron un duro revés. El 1 de marzo, el Parlamento Europeo aceptó la solicitud de Ucrania de unirse a la Unión Europea, iniciando un procedimiento de adhesión especial, en tanto que el gobierno ruso anunció que la operación militar contra Ucrania seguirá su curso hasta “alcanzar su objetivo”.

Más allá de sus declaraciones, desde Rusia hay un abierto rechazo a las decisiones radicales del gobierno. De acuerdo con la organización OVD-Info, durante los primeros cuatro días del conflicto, la policía rusa detuvo a 5,900 manifestantes en contra de la guerra. Mientras que en redes sociales la gente publica contenido expresando su oposición a las decisiones del Kremlin, a pesar de la insistencia del gobierno por restringir ciertos sitios y cuentas.

Los aliados tradicionales del gobierno también han mostrado su descontento. El magnate Oleg Tinkov, fundador de la banca Tinkoff, se opuso abiertamente a la guerra. Los oligarcas Oleg Deripaska y Mijail Fridman desatendieron la invitación que Putin les extendió el pasado viernes para reunirse en el Kremlin.

Incluso entre el gobierno hay desconcierto. El pasado 26 de febrero, más de 200 diputados municipales de Rusia firmaron una carta abierta contra la guerra, advirtiendo que “tendrá consecuencias catastróficas”.

A nivel de calle, el murmullo entre los ciudadanos resuena fuerte. Ucrania domina la conversación. Hay confusión e incertidumbre. Las noticias falsas abundan. Circulan muchos rumores en torno a futuras represalias de la OTAN o la “supuesta” caída de Facebook, Instagram o WhatsApp. Las redes sociales siguen trabajando, pero en un país con un gran control del internet, constantemente se restringe el acceso a sitios del gobierno ucraniano. Por eso, aunque la gente habla de Ucrania, la mayoría aún logra conciliar el sueño, porque en la televisión y la radio se repite la misma postura.

En el vox populi impera la narrativa rusa, la famosa #Russophobia como se lee la tendencia con más de 240 mil publicaciones en Twitter. De acuerdo con esta versión, Ucrania no le dejó otra opción al gobierno de Putin más que la invasión. Se argumenta, que Ucrania fue el primero en violar los tratados de Minsk firmados en 2015, negando y reprimiendo la autonomía e identidad de Donestk y Lugansk. La intervención de las fuerzas armadas, en este sentido, se dio para ayudar a pueblos amigos, cuya cultura es más cercana a la rusa, pues en los 31 años transcurridos, la sociedad aún comparte fuertes lazos con la extinta URSS.

›Mientras que los argumentos del gobierno son aprobados en la mayoría de las conversaciones, la guerra no tiene el mismo consenso. Por supuesto, ya no es cuestionada tan efusiva ni abiertamente como en los primeros dos días de guerra. No después de los masivos arrestos que hubo contra opositores. Pero el descontento persiste, contra todo deseo del gobierno.

La gente se queja de la situación económica, de lo fracturadas que están las relaciones internacionales, de la falta de una clara dirección en el conflicto. Pocas son las críticas directas a Putin y su administración, pero sin duda una angustia general contamina el ambiente de la capital.

Conforme uno se va alejando de Moscú, en dirección noreste de Ucrania, esa tensión impalpable se va materializando.

Los aeropuertos de Belgorod, Kursk, Voronezh y Orel, en la franja rusa limítrofe con Ucrania, fueron cerrados inicialmente del 24 de febrero al 2 de marzo, luego hasta el 8, por operaciones militares especiales. Lo que ha obligado a pasajeros a transportarse por tren, en viajes que hasta triplican su duración. Detrás de este anuncio puede leerse la intención original del Kremlin por llevar a cabo un ataque rápido sobre Ucrania, pero la estrategia ha fallado y el gobierno pretende continuar antes de ceder.

En la pequeña ciudad de Belgorod, al igual que en Moscú, se siente la angustia en las calles.

“Yo ya no puedo más, luego del Covid, viene esto. Prefiero salir por si las dudas. Vale más mi vida, que cualquier cosa, la medicina la puedo hacer en cualquier parte”, comentó a quién esto escribe una estudiante brasileña de la Universidad Estatal, al momento de darse de baja llevaba ya dos años y medio estudiando en Rusia. Ese mismo día otro estudiante de Ecuador también informó de su decisión de renunciar, el motivo: Ucrania.

Mientras que el mundo observa con cuidado las decisiones de los gobiernos ruso y ucraniano, y la de sus aliados, en Rusia hay una sensación de preocupación, miedo e inquietud ante la guerra, como no se había dado quizá desde la Guerra Fría.

Independientemente de la postura, se viven momentos tensos en el país. La polarización de la sociedad se ha hecho visible, ante un gobierno que no ha podido frenarla. El Kremlin no sólo concentra los ojos del mundo, sino los de su propio país.

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