Los Dodgers se coronan bicampeones y el béisbol confirma por qué sigue siendo el deporte más grande de todos.
El pasado sábado, Los Angeles Dodgers se coronaron bicampeones de la Serie Mundial 2025 al vencer 5-4 a los Toronto Blue Jays en un juego 7 que se extendió hasta la undécima entrada. Más allá de los números, lo ocurrido es un recordatorio magnífico de por qué el béisbol —esa mezcla de paciencia, estrategia y magia inesperada— sigue siendo un espectáculo tan especial.
Desde el primer lanzamiento, la serie fue un mano a mano ajustado, con Toronto imponiendo carácter y Los Ángeles respondiendo con oficio. El escenario no pudo ser más dramático: los Blue Jays buscaban romper una sequía de títulos de más de 30 años, mientras los Dodgers peleaban por refrendar su corona. El desenlace lo aportaron héroes inesperados: en la novena entrada, el veterano Miguel Rojas conectó un jonrón que igualó la pizarra y poco después, en la undécima, Will Smith dio un jonrón más para el estallido de júbilo angelino.
Pero este triunfo va más allá de una jugada suelta. Es la consagración de un dominio sostenido. Los Dodgers se convirtieron en el primer equipo de las Grandes Ligas en ganar títulos consecutivos en 25 años, alzándose por tercera vez en seis temporadas. Y en ese camino, el béisbol se exhibió en su esplendor: lanzamientos perfectos que silenciaron estadios, batazos que cambiaron destinos, decisiones tácticas que marcaron la diferencia.
Entre los protagonistas de esta Serie Mundial destacaron figuras que reflejan la globalización del juego. En los Dodgers brilló el japonés Yoshinobu Yamamoto, quien lanzó con maestría en el Juego 2 y volvió en el juego 6 y 7 con una actuación dominante que mantuvo viva la serie; su serenidad en la loma lo consagró como uno de los brazos más confiables del campeonato. También sobresalieron Shohei Ohtani, cuya ofensiva volvió a ser determinante en los momentos clave, y el dominicano Teoscar Hernández, que aportó poder y consistencia al lineup angelino.
En el bando de los Blue Jays, el dominicano-canadiense Vladimir Guerrero Jr. fue el motor ofensivo, cerrando la postemporada con batazos memorables, mientras el mexicano Alejandro Kirk dejó huella con su liderazgo y capacidad para batear duro y con poder.
Esta Serie Mundial 2025 quedará inscrita en la historia como una de las más intensas y equilibradas de la última década. Fue la primera vez que los Toronto Blue Jays y Los Angeles Dodgers se enfrentaron por el título, y el desenlace evocó las grandes gestas de los clásicos del siglo pasado. Los Dodgers se consolidaron como una dinastía moderna, con su tercer campeonato en seis años y el primero que se define fuera de su estadio desde 1988. Toronto, por su parte, devolvió la emoción del béisbol a Canadá, que no vivía una Serie Mundial desde 1993.
Con este enfrentamiento quedó más que claro: el béisbol sigue siendo el rey del deporte porque no solo enfrenta talentos individuales, sino que los une en un mismo lenguaje. En cada lanzamiento, en cada swing, en cada atrapada final, late la esencia del juego: pasión, tradición y un legado que trasciende victorias. Esta Serie Mundial fue una carta de amor al diamante, un recordatorio de por qué este deporte sigue conquistando generaciones.
Lo digo de corazón —y sí, desde la esquina de una fiel aficionada de los Yankees—: cuando el béisbol se juega así, no hay colores ni rivalidades que valgan. Solo queda admirar su grandeza y celebrar que, una vez más, el rey está vivo.