Educar en el tercer milenio: ¿es posible sin tecnología?

30 de Abril de 2024

Vicente Amador

Educar en el tercer milenio: ¿es posible sin tecnología?

VICENTE AMADOR

«Tan solo por la educación puede el hombre llegar a ser hombre» I. Kant

Con el acelerado desarrollo tecnológico de estos tiempos, metidos en la formación de seres humanos o porque tenemos hijos, es común preguntarse qué tan conveniente resulta el uso de la tecnología en la educación. La duda aumenta cuando vemos la facilidad con la que, a través del internet, se accede a contenidos abiertamente nocivos, situados a pocos “clics” incluso de los niños.

Simultáneamente, vemos cómo los más jóvenes manipulan dispositivos electrónicos con gran facilidad. Apenas unos meses de nacidos y ya están pasando el dedito sobre las pantallas. ¡Parece que los bebés vienen con otro chip! ¡Qué distinta historia comparada con el acercamiento que los mayores tuvimos a tabletas, teléfonos celulares o computadoras! Seguro más de alguno tuvo en sus manos por primera vez uno de estos aparatos, tratándolo como si fuera objeto sagrado al que había que reverenciar.

Incluso entre la generación del milenio (millenials), habituados actualmente a la convivencia con gadgets, prevalece el recuerdo del asombro que suscitaron dispositivos y funciones actualmente de uso regular: computadoras portátiles, chats, correos electrónicos, por referir algunos ejemplos. También otros equipos ya casi en desuso, como los discos compactos y el fax (aunque no lo crea, conozco un medio de comunicación que lo utiliza diariamente. Otro día cuento la anécdota).

Por si fuera poco, sobran contradictorios artículos que critican acérrimamente o ensalzan la tecnología. Además, leemos que importantes funcionarios de corporaciones en Silicon Valley envían a sus hijos a colegios que no utilizan tecnologías de la información y/o comunicación (TIC). ¡Sí! ¡Y sin ser de alguna secta religiosa de esas trasnochadas que impiden el acceso a los nuevos dispositivos “del diablo”!

Las TIC no deben ser entendidas como una amenaza para la formación de la persona. Las familias y las instituciones educativas deben aprovechar estos avances para formar de manera más eficaz y eficiente a través de la variedad de medios que la actualidad pone a su disposición. La clave, en mi opinión, está en centrar la formación en el sujeto que aprende.

¿A qué me refiero? Las tecnologías pueden seguir avanzando, o disminuirse, pero la naturaleza humana permanecerá. Ahí es donde debemos avocarnos: a la formación de la persona desde sus diversas facetas; inteligencia, voluntad, carácter, emotividad. Por ello, además de los conocimientos y las herramientas tecnológicas, la convivencia y el contacto humano juegan un papel tan relevante. La explicación es sencilla. La educación es mucho más que la mera transmisión de contenidos.

El papel de la educación es formar personas capaces de tomar la vida en sus manos… ¡y vivirla! Por eso, la educación es libertad del pensamiento, y no únicamente el seguimiento ciego de normas o el uso de herramientas, en cualquiera de sus modalidades. Educar sin desarrollar la conciencia crítica del alumno es adoctrinamiento, aunque abunden las “tablets”.

Ni las TIC, ni cualquier otro dispositivo —por valioso que resulte— dan formación, que es lo prioritario en el proceso educativo. ¿Quiere un ejemplo? Ahí tiene el caso de los criminales guardaespaldas del vergonzoso ciudadano que conducía un Ferrari rojo, aquellos quienes recientemente agredieron y maltrataron a un joven conductor de Uber en la Ciudad de México. Queda claro: lo que la educación no da, ni un Cavallino Rampante será capaz de proporcionar.

Al Teacher Martyn, por todo.

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