El coronavirus no es un mito

20 de Diciembre de 2025

El coronavirus no es un mito

Fue el primer funcionario del área de seguridad del gobierno federal en enfermar de Covid-19. Un joven sano que padeció dos semanas de dolor, temor y soledad, cuenta a ejecentral, en su propia voz, cómo sobrevivió

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Imagen: EjeCentral

Uno cree que nunca le va a pasar. Cuando te enteras de una enfermedad o de una posible situación como la que está ocurriendo con el Covid-19, se piensa que algo así está muy lejos de uno.

En mi caso, yo había gozado siempre de buena salud. Sin embargo, de repente, a las 4:00 am del último jueves de marzo, amanecí con un enorme dolor de estómago y con mucha diarrea.

En su momento, yo no tenía claro que este síntoma podría estar vinculado con el coronavirus. Yo pensaba que se trataba de un malestar estomacal por una mala comida.

›Sin embargo, a partir de entonces comencé a sentirme bastante mal y me di cuenta que poco a poco mis síntomas tenían mucho más que ver con un tema respiratorio que con cualquier otra cosa estomacal.

De hecho, cada hora que pasaba me comenzaban a aparecer otros síntomas. De repente el dolor de estómago se convirtió en una fiebre muy alta que no podía bajar, aún bañándome con agua muy fría.

Luego apareció el dolor de huesos y articulaciones. En los días siguientes comencé a tener fuertes migrañas. Ya entonces estaba muy perturbado. Pero creció mi preocupación cuando me di cuenta que poco a poco y cada vez más, mostraba una gran incapacidad para respirar.

Así, de la nada, de estar muy bien un día, al día siguiente me di cuenta que estaba bastante mal. Tan mal que tuve que llamar a una ambulancia al 911.

Afortunadamente fue la Cruz Roja, con un gran equipo profesional, la que llegó a mi departamento para verificar mi condición y darme las primeras atenciones. Yo ya para entonces no podía dejar de vomitar. Y claro está, no me podía mover de los dolores.

Por fortuna los paramédicos de la Cruz Roja decidieron llevarme al Instituto Nacional de Ciencias Médicas y Nutrición, Salvador Zubirán. A partir de entonces, las cosas comenzaron a empeorar y fue ahí, en el hospital, donde los médicos, grandes valientes de su profesión, decidieron hacerme una prueba para verificar si estaba infectado por el Covid-19. Salí positivo.

La prueba francamente es terrible, por qué aún no le ponen hisopos que son como grandes cotonetes uno en la boca y otro más en los orificios nasales, de tal suerte que te buscan los médicos una mocosa para verificar si tienes este coronavirus. La prueba es tan terrible que casi me mareo después de que me la aplicaron.

Los especialistas me revisaron detenidamente los pulmones y en general todo el sistema respiratorio. Después verificaron la capacidad que tenía mi sangre para moverse; sin embargo, estaba tan enfermo que no podían localizarme ni las venas y las arterias, por lo que tuvieron que hacerme varios exámenes hasta que lograron determinar que, en efecto, estaba contaminada la sangre y se movía menos de lo normal.

Así estuve varios días entre internado y en mi casa convaleciente. Han pasado desde entonces ya quizá hasta 14 días desde que me hicieron la prueba que ha sido quizá la peor experiencia de mi vida.

Yo nunca había estado internado en algún hospital, nunca había tenido cirugía. No deja de sorprenderme cómo alguien que frente a todos los estándares es relativamente sano y puede estar en peligro con un virus tan poderoso, un virus que ya mató tanta gente en un par de horas.

Sin duda esto es una lección de vida. Una lección que me deja con claridad del peligro que tiene este virus.

Pero más aún, me muestra cómo hay un virus peor, el de la ignorancia, ese que imposibilita a las personas a quedarse en casa, aun y cuando podrían hacerlo.

Mi experiencia sobreviviendo al Covid-19, a este nuevo coronavirus, es terrible. Y les mentiría si le dijera que no sufrí muchísimo. Por eso me preocupa mucho que todavía haya personas que creen que este virus no existe.

Los invito a que conozcan más casos y vean la gravedad de este virus.

Es cierto que los mexicanos tenemos una tendencia a no creer y a sospechar de todo, incluyendo tristemente del gobierno. Es lo que muchos llaman el sospechosismo, pero eso no nos lleva nada bueno.

›Invito a todos los mexicanos y mexicanas a que sigan las instrucciones de las autoridades de la Secretaría de Salud. Además, les invito y les exhorto a que guarden la sana distancia social, a que usen tapabocas cuando salgan y que en la medida de lo posible se queden en casa.

El virus está ahí afuera, es muy peligroso y puede matar a las personas mayores de edad o aquellos con hipertensión y diabetes o sobrepeso.

¡Cuídense mucho! Y por favor, piensen mucho en el impacto de sus decisiones. El país necesita recuperarse, pero para ello necesita gente saludable.

La salud es primero. Cuidémonos todos, mantengámonos en casa y hagamos caso serio y de fondo a todas las disposiciones de las autoridades. Salir bien de esto y salir pronto nos toca a todos.

“cada hora que pasaba me comenzaban a aparecer otros síntomas. De repente el dolor de estómago se convirtió en una fiebre muy alta que no podía bajar, aún bañándome con agua muy fría.

Luego apareció el dolor de huesos y articulaciones.”