Los líderes del PRD siguen metidos en el pantano que les causó la relación con el alcalde fugado de Iguala, José Luis Abarca, quien les dio el beso del Diablo. Ahí están las fotos del dirigente nacional Carlos Navarrete sonriente con él en actos de proselitismo, como el aspirante a la candidatura perredista al gobierno de Guerrero, Armando Ríos Piter, 10 días antes de la narco violencia institucional en Iguala, donde aparece sonriente con Abarca. Todos ellos sabían que el alcalde tenía una averiguación abierta por el presunto homicidio de activistas perredistas en el municipio, y que había sospecha sobre su súbita fortuna tras la relación con los narcos de la zona. Cerraron los ojos y ahora, pues los tienen morados.