A Quiet Place II: el resumen de nuestros miedos

28 de Abril de 2024

Alejandro Alemán
Alejandro Alemán

A Quiet Place II: el resumen de nuestros miedos

alejandro aleman

A Quiet Place part II (Un Lugar En Silencio Parte 2) inicia con un prólogo donde conocemos cómo fue el primer día de la invasión alienígena que mantiene diezmada a la humanidad.

Se trata de un día común, un fin de semana de béisbol, cuando de repente hay fuego en el cielo. La gente, asustada, trata de volver a casa pero ya es tarde: algo letal los persigue allá afuera y solo queda refugiarse donde sea posible, sin hacer ruido.

Es un movimiento inteligente del director y guionista John Krasinski, porque mediante esa secuencia —filmada con brío y gran solvencia técnica— pone de inmediato al público en un estado de tensión que no cesará durante toda el filme.

De inmediato regresamos al momento donde habíamos dejado a la familia Abbot: el padre se ha sacrificado para salvar a su familia y Evelyn (Emily Blunt), junto con sus hijos Regan (Milicent Simmonds), Marcus (Noah Jupe) y su bebé buscan otro lugar para vivir. La buena noticia es que ahora saben que el aparato de audición de su hija, conectado a un amplificador, aniquila a los monstruos.

La trama es bastante lineal. Luego de encontrar refugio, Regan huye hacia un lugar que cuenta con una estación de radio con la idea de transmitir por ondas hertzianas el sonido que mata a los monstruos. Al mismo tiempo su madre cuida al bebé y a Marcus quien está herido de una pierna. Obviamente, los monstruos siguen merodeando y mantener el silencio es un problema.

Aunque resulta predecible, la película no da descanso: la tensión es constante, la angustia se acumula, el miedo es latente y todo gracias a la gran manufactura de Krasinski, de su cinefotógrafo Polly Morgan y del editor Michael P. Shawver quienes, con planos secuencia, ritmo y una gran edición, mantienen al público en total zozobra.

La película fue filmada antes de la pandemia, y el hecho de que llegue a salas un año y meses después eleva su valor. Y es que esas escenas de gente aterrada ante el incomprensible mal que ronda afuera, encerrados y sin abrir boca, no hacen sino recordarnos nuestra vida en los últimos meses.

En algún momento, la trama gira alrededor de un tanque de oxígeno que se termina y la odisea que representa conseguir otro. Sin buscarlo, la película subraya uno de los terrores que vivimos en la pandemia: la búsqueda incesante de oxígeno y el auténtico horror de ver que la aguja llega a rojo.

De manera fortuita, Karasinski filma una cinta que encierra nuestros temores más recientes en una experiencia que se vuelve íntima, tensa y angustiante. La película no cambió en este año y medio que permaneció enlatada, pero nosotros ya no somos los mismos, porque ahora entendemos el horror del encierro, de andar a tientas por las calles y con la boca cerrada. Sabemos también el costo que hemos pagado en muertos.

Así, A Quiet Place II es el mejor resumen de nuestros miedos en pandemia.